Aquella urbanidad Página 15
Urbanidad y buenas maneras de épocas pasadas
A lo largo de toda la historia distintos autores, articulistas y personajes anónimos han hecho referencia, de una manera directa o indirecta, a temas sobre cuestiones de educación, buenas maneras, cortesía...
Todos los artículos de Aquella urbanidad
-
La urbanidad es una parte esencialísima de la buena educación, y contribuye mucho a hacernos amables a nuestros semejantes
-
El hombre que se ocupa en su trabajo y en sus aficiones no desarrolla vicios y corrupciones
-
Una persona educada debe minimizar los defectos de los demás, bien ignorándolos o bien haciendo ver que carecen de importancia
-
EL saludo es una fórmula de cortesía que se da entre personas que conviven en sociedad
-
Desprecia el falso saber, es malo. Pero estima el saber verdadero, que siempre es útil. Estímalo, lo poseas, o no lo poseas tu mismo
-
EL respeto y el decoro religioso son importantes para el niño que se cría dentro de la religión cristiana y de cualquier otra religión.
-
Las bromas y los chistes que pueden llamarse las flores del talento han de ser delicados.
-
Sugerencias y consejos para servir la mesa de forma correcta.
-
Cuando a alguno de nuestros deudos o amigos le haya sobrevenido una desgracia, le manifestaremos la parte que en la misma nos tomamos.
-
La obra, pues, que vamos a presentar al público se compondrá de cuanto pertenece al modo de presentarse y de conducirse en el mundo.
-
La reunión de gentes de primera clase no se debe llamar buena compañía en el sentido general de la frase, a menos que esté acreditada de tal en el público.
-
No hay cosa más importante ni más preciosa que la reputación; y así el quitarla a otro es muchas veces mayor delito que ofenderle en su hacienda o en su persona.
-
La galantería exige sin embargo, que un caballero ofrezca atentamente su puesto a una señora que le tuviese menos cómodo.
-
Decía que la urbanidad se encuentra más cerca de la Estética que de la ética, en sentido estricto.
-
Compita la atención del juicioso con la detención del recatado: gran juicio se requiere para medir el ajeno.
-
Los sabios hablan con el entendimiento, y así su alabanza causa una inmortal satisfacción.
-
El que sabe puede empeñarse y obrar de fantasía; pero saber poco y arriesgarse es voluntario precipicio.
-
Hacen algunos empeño del desacierto, y porque comenzaron a errar, les parece que es constancia el proseguir.
-
Has de procurar los medios humanos como si no hubiese divinos, y los divinos como si no hubiese humanos.
-
Es gustosa la burla; sobrado saberla sufrir, es argumento de capacidad. Da pie el que se pica a que le repiquen.
-
Todos los principios son informes, y queda después la imaginación de aquella deformidad: la memoria de haberlo visto imperfecto no lo deja lograr acabado.
-
Hay tropiezos del decoro, tanto propio como ajeno, siempre a punto de necedad. Encuéntranse con gran facilidad y rompen con infelicidad.
-
Estamos entre dos extremos, y así se participa de entrambos. Altérnanse las suertes: ni todo ha de ser felicidad, ni todo adversidad.
-
Alzóse con el mundo la necedad, y si hay algo de sabiduría, es estulticia con la del cielo; pero el mayor necio es el que no se lo piensa y a todos los otros define.
-
No necesitan algunos para hechizar de las yerbas de Tesalia, que con sólo el buen aire de una gorra encantan necios, digo desvanecidos.
-
No hay cosa que requiera más tiento que la verdad, que es un sangrarse del corazón. Tanto es menester para saberla decir como para saberla callar.