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Las comidas y la vida social. Tercera parte.

Los vinos se sirven por la derecha; el criado anuncia: "Vino de X", y se cuidará de que sean lo más variados y finos posible.

Arte de Saber Vivir - Prácticas Sociales. Ed. Prometeo
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Las comidas y los alimentos.

Si la comida es en mesitas guarnecidas de flores distintas, como ya hemos dicho, en vez de tarjetas de colocación se entregan ramitos con la flor que les corresponda a las dos señoras y a los dos caballeros que la hayan de ocupar, y éstos se los prenden en el cuerpo del vestido o en el ojal del frac, respectivamente.

El primer servicio está colocado sobre la mesa: aperitivos, manteca, rabanillos, sardinas, salchichón, etc., si se trata de un almuerzo. Si es comida, se empieza por las ostras o la sopa, que un criado ofrece dando la vuelta a la mesa. Inmediatamente después del marisco se ofrecen enjuagatorios de cristal de agua templada con una rueda de limón para lavarse los dedos y una pequeña servilleta para secarlos.

Sigue el pescado, la carne las legumbres y el asado con la ensalada; en seguida, vienen los entremeses azucarados, el queso, el helado y los postres.

Durante la comida hay que observar las reglas siguientes:

No levantar el plato para apurar la última gota del caldo.

No aspirar con fruición el aroma de los manjares.

No golpear fuerte el plato con los cubiertos.

No llevarse el cuchillo a la boca.

No limpiarlo con el pan.

No colocarse en el cuello la servilleta, sino sobre las rodillas.

No beber con la boca llena.

No servirse del mondadientes en la mesa.

No doblar la servilleta al terminar de comer.

El pescado se come con el tenedor exclusivamente.

La ensalada no se corta nunca.

Los cuchillos con lámina de plata sirven para cortar la fruta.

Las frutas se cortan en cuatro pedazos y se mondan de arriba abajo con ayuda del cuchillo, sujetándolas con el tenedor o con los dedos.

Todas las carnes y manjares deben venir trinchados, y los dueños de la casa no se ocupan para nada del servicio, al que han de permanecer ajenos.

"Todas las carnes y manjares deben venir trinchados, y los dueños de la casa no se ocupan para nada del servicio"

Los vinos se sirven por la derecha; el criado anuncia: "Vino de X", y se cuidará de que sean lo más variados y finos posible.

Ya no se usa tener los postres en la mesa durante toda la comida; al llegar a ellos, se limpia la mesa y se colocan.

Los helados se sirven en platitos con su cucharilla a cada uno, o en forma de un gran pastel, al que se van cortando pedazos.

Una persona joven no deberá ofrece obsequio de fruta a otra de más edad. Si la dueña de la casa sirve por sí misma algún plato, hay que guardar lo que nos ofrezca y no pasarlo a ningún vecino de mesa.

Para estornudar y sonarse, cuídese siempre de hacerlo volviendo la cabeza y tratando de evitar el ruido.

No se debe nadie creer en la obligación de comer de todos los platos, y hay libertad de rehusar alguno.

Para repetir, si no ofrecen, es incorrecto pedir, pero puede aceptarse sin reparo.

A un criado no se le dice nunca "gracias"; basta un signo negativo para que, sin insistir, pase a la persona siguiente. Sin embargo, este uso es poco recomendable y constituye lo que puede llamarse una "elegancia grosera". Nadie de buen sentido puede censurar que se trate con política a los criados.

Las damas inglesas dan siempre las gracias al criado que les ofrece algo, les sirve de guía, etc.

Cuando una persona estornuda, no se dice ya "Jesús", ni otra palabra análoga. Es una costumbre grotesca y un prejuicio ridículo.

En suma, hay que esforzarse por comer con la mayor gracia posible, sin atraer la atención, y siendo con todos cortés y atento.

Para levantarse de la mesa es la dueña de la casa la que da la señal. Así que ella se levanta, su vecino de la derecha debe hacer otro tanto y ofrecerle el brazo para pasar al salón.

Los convidados colocan entonces, sin doblarla, la servilleta que tenían extendida sobre las rodillas en la mesa, a la izquierda del sitio que ocupan, y los hombres ofrecen el brazo derecho a las damas que han conducido, para que ellas puedan conservar el abanico u otros objetos. Además, el caballero ofrece su brazo a la señora de la derecha, y es natural que sea el brazo derecho.

Del comedor se pasa al salón, donde se sirve el café por los criados; y si aún no se permite fumar, los caballeros que lo desean se retiran al gabinete del dueño de la casa para saborear los cigarros que éste les ofrece y no molestar a las señoras.

 

Nota
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