Conversar y hablar en sociedad.
El arte de conversar supone crear un equilibrio entre el tiempo destinado a escuchar y el destinado a charlar.
Conversar y hablar en sociedad.
Al contar un suceso, para confirmarlo, nunca deben usarse los juramentos u otras aseveraciones que sin serlo lo parecen. Cuando escuchemos una historia nunca se ha de interrumpir con preguntas necias e impertinentes, o cortar a la persona que habla, diciendo como algunos descorteses: "eso lo sé yo muy bien"; "esa anécdota me acuerdo de haberla leído en tal libro". Semejante defecto no solo es una grosería insufrible, sino que también un desaire para el sujeto que pensaba complacernos con su relación. Al que acaba de hacerla sería desmentirle abiertamente si, poniendo en duda alguna circunstancia o algún pormenor de poca entidad, se le dijese: "A ser cierto lo que Vd. refiere"; o "si Vd. dice verdad...", etc., en lugar de decir: "según lo que Vd. refiere"; o "atendido lo que Vd. acaba de manifestar", etc.
Alguna vez será permitido a fin de amenizar la conversación con la variedad continuar la narración que acaba de concluirse, usando previamente de estas expresiones: "ahora que me acuerdo"; o "a propósito de esto"; "en confirmación de lo dicho por el Sr. o Sra. N., voy a referir un lance...", etc.
Cuando a la persona que habla le falta algún término, no debemos sugerírselo, a menos que ella misma lo pidiere.
No habléis a cada uno sino de aquellas cosas que puede entender; acomodaos siempre a la edad, instrucción y situación de las personas. Hablar de táctica a un religioso, y de liturgia a un militar fuera tan ridículo e impertinente como el ostentar conocimientos de química delante de una mujer, y hablar de modas y de tocador a un austero filósofo.
Si nos vemos precisados a contradecir a una persona, no hemos de desmentirla abiertamente diciendo: "es mentira"; "eso es falso", o "no es así", como acostumbra la gente sin educación; en tal caso nos valdremos de estas expresiones: "Vd. me disimulará, pero creo que anda equivocado"; o "dispénseme Vd., caballero, si le digo que su opinión no me parece la más acertada"; "siento no estar conforme con el dictamen de Vd., pero me parece que debe ser así...".
Al referirse un hecho que ha ejecutado la persona con quien hablamos, los actos que no le hacen favor deben ponerse en impersonal o expresarse vagamente; v.gr. -por ejemplo- "uno se enfada a veces sin motivo suficiente", en vez de decir directamente: "Vd. se enfada sin ton ni son". Jamás la urbanidad se manifiesta mejor que cuando el hombre se ve obligado a decir una verdad desagradable.
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