Reglas comportamiento Página 56
Reglas de comportamiento. Saber estar y comportarse en todo momento y en cualquier situación
Reglas de convivencia y normas de comportamiento social para relacionarnos con amabilidad y cordialidad. Usos correctos y apropiados
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A los numerosos juramentos falsos abrió mucho campo la ignorancia, porque como casi nadie sabia escribir y no pudiendo consignárselos actos y documentos escritos, fue preciso confiar enteramente en la prueba testimonial y abusaron de ella.
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Los entrevistadores deben ser buenos profesionales y tener un buen sentido del tacto así como tratar con educación y respeto a sus entrevistados.
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Una de las primeras pruebas por las que pasa la buena educación, es la de la entrada al ascensor.
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La cortesía prohibe hacer revivir o echar en cara a otro los vicios que un largo arrepentimiento ha borrado.
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La descortesía sube de punto a medida que la parte que nosotros nos llevamos excede a la que queda individualmente para los otros.
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Todas las acciones nuestras que en las vicisitudes socíales y en la conversación común ahorran incomodidad, tiempo y trabajo a nuestros semejantes.
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Las oportunas explicaciones disipan aquellos sinsabores o malas inteligencias que entre vecinos suelen degenerar en discordias.
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Cualquiera acción o dicho que voluntaria e ilegítimamente nos roba la estimación ajena o nos expone al desprecio, se llama injuria.
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El disgusto que nace de la imputación de efectos morales, crece o disminuye en razón de la cualidad del defecto imputado.
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Es tan natural en el hombre la tendencia a ensalzarse a sí mismo y a deprimir a los otros, que casi sin notarlo y sin ánimo resuelto de ofender mortificamos el amor propio de los demás.
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La desmedida idea de sí mismo mezclada al desprecio de los otros, constituye el orgullo.
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Encontramos belleza en el cuerpo humano cuando vemos reunidas en él las cualidades más propias para ejecutar sus movimientos.
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El gesticular mucho con las manos cuando se habla con algunos es uso de aquellos que hablan mucho y dicen poco.
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Cuanto menos están, los hombres ocupados en negocios propios, otro tanto quieren informarse de los ajenos.
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El orden social exige que la ancianidad sea respetada a fin de que los jóvenes oigan con docilidad sus lecciones, y obedezcan prontamente sus mandatos.
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La decendia prohíbe aquellas acciones inocentes en sí mismas, pero que merman la idea de la dignidad en aquel que las ejecuta.
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La diversidad de usos en la mesa debe atribuirse a las diferentes ideas de comodidad y de cortesía.
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En la antigua Roma, la sala en que se comía en los días festivos estaba alfombrada de lirios y rosas.
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Entre los siglos XVI y XVII se introdujo en Francia la costumbre de acumular muchos manjares en un mismo plato de modo que viniesen a formar una pirámide.
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Los romanos tenían la costumbre de entregar al principio de la comida una nota de los manjares que se presentarían en la mesa.
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El amo debe cuidar mucho de que las conversaciones sean graciosas y amenas, sin hacerse malignas ni mordaces.
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Cuando en Roma era todavía desconocido el uso de los tenedores se podía causar asco de muchas maneras, y por esto Ovidio fijó las reglas para tomar delicadamente los manjares con dos dedos.
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Todo acto inurbano es mucho menos excusable cuando se comete en la mesa.
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Es suma descortesía hacer uso de la superioridad de modo que quede ofendido el amor propio de los inferiores infundadamente.
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Antes de hablar de la cortesía que deben usar los súbditos con respeto a los magistrados, es preciso indicar las razones de obediencia, gratitud y respeto de que les son deudores.
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El respeto a los magistrados favorece la obediencia a las leyes y esto trae el beneficio público.