Las diferentes especies de reuniones. V.
Las costumbres domésticas influyen notablemente en el modo como nos conducimos entre extraños; porque no basta saber las reglas de buena crianza, es preciso tener la costumbre de practicarlas.
A veces, después de la comida suelen armarse mesas de juego, y mientras, los unos miran grabados, otros leen los periódicos, cuidando los amos de casa de que cada uno encuentre distracción.
Entonces, pasadas dos horas después de la comida, sacan los criados una bandeja con todo lo necesario para hacer el té, que los señores distribuyen.
Si es enojosa la tarea de los que convidan para salir airosos de su empeño, también lo es la de los convidados, si no han de faltar a ninguna de las reglas de buena educación.
Vamos, pues, a darles algunos consejos que, aunque pueriles, es preciso tenerlos muy presentes, porqué a veces el ridículo forja con estas pequeñeces sus mejores armas.
Las costumbres domésticas influyen notablemente en el modo como nos conducimos entre extraños; porque no basta saber las reglas de buena crianza, es preciso tener la costumbre de practicarlas, para que nuestras acciones y movimientos tengan la soltura y el desembarazo necesarios.
Difícil, muy difícil es sobreponerse en un momento dado, y delante de personas extrañas, a hábitos arraigados de toda la vida, y el que no haya adquirido la costumbre de comer con urbanidad en su propia casa, siempre cometerá alguna torpeza, y aun cuando no fuese así, mostrará en su timidez y encogimiento que está desempeñando una tarea a la cual no se halla acostumbrado.
Ningún estudio se puede hacer de repente, pero mucho menos el de las buenas maneras y la finura.
El que aspire a hacer un papel distinguido en sociedad, debe ante todo sujetarse a ser fino en medio de su familia, seguro de que solo así alcanzara el fin que se propone.
Para conseguirlo es necesario no olvidar las reglas siguientes.
Nos sentaremos a la mesa de manera que no quedemos ni muy próximos ni muy separados, y dando al cuerpo una actitud en que aparezcan combinadas la naturalidad y la elegancia, sin inclinarnos hacia adelante más que lo indispensable para comer con comodidad.
No apoyemos en la mesa el antebrazo, y de ninguna manera los codos. Tampoco dejaremos caer sobre la rodilla una mano, ocultándola de la vista de los demás, en tanto que se está haciendo uso de la otra.
No nos reclinemos en el respaldo de nuestro asiento, ni en el de los demás; no toquemos a éstos con los brazos ni estiremos las piernas. El levantar los codos, al dividir con el cuchillo la comida que se tiene en el plato, o al tomarla con el tenedor para llevarla a los labios, es de gentes mal educadas.
No nos pongamos de pie, ni extendamos el brazo por delante de otras personas, con el objeto de alcanzar algo que esté distante, o de tomar o pasar un plato. Valgámonos para todo esto de los criados, o pidámoslo a los que estén inmediatos.
El cuchillo y el tenedor se toman empuñando el mango con los tres últimos dedos, y adhiriendo a éste el pulgar por el lado interior y el índice por encima, el segundo de los cuales debe quedar más avanzado que el primero, sin que se lleve nunca en el cuchillo mas allá del principio de la hoja, y en el tenedor hasta acercarlo a la raíz de los dientes.
La cuchara se toma, vuelta la palma de la mano hacia adentro y un tanto hacia arriba, y manteniendo los tres últimos dedos algo recogidos; el índice se recoge hasta quedar adherido al canto del mango, y el pulgar cae por último sobre el extremo del mango, comprimiéndolo con la fuerza necesaria para que la cuchara quede enteramente sujeta.
El vaso se toma por la parte mas inmediata a su base, con los dedos índice, cordial y anular unidos por la parte de frente, y el pulgar por el lado interior, y dejando el mayor espacio posible entre la superficie del vaso y la palma de la mano.
Una copa se toma por la columnilla que une el pie a la parte cóncava, en la misma forma.
Una botella se toma por el centro de su parte más ancha, con los cuatro últimos dedos a la derecha y el pulgar a la izquierda.
La cuchara y el cuchillo se usan invariablemente con la mano derecha, y el tenedor con la izquierda, y solo se usará con la derecha cuando se tomen comidas que no necesiten partirse con el cuchillo.
El uso de la cuchara y el tenedor está siempre indicado por el contenido de cada plato, según sea sólido o liquido.
Algunos suelen usar el cuchillo en vez del tenedor, y hasta cierto punto se considera como más elegante; pero es preciso tener mucho cuidado de coger los manjares de modo que no caiga el líquido.
Respecto al tenedor y a la cuchara, no introduciremos en la boca sino aquella parte que es absolutamente indispensable para tomar la comida.
Para comer el pan no lo separaremos de la miga, y lo partiremos de manera que las migajas caigan dentro del plato.
-
10798
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
La función de la lectura permanece poco menos que inalterable a lo largo del tiempo, incluso hasta nuestros días, como medio de formación e información
-
Llegados al término del viaje nada se deben los unos a los otros sino un saludo urbano, y algunos deseos lisonjeros.
-
Con relativa frecuencia se ven casos de matrimonios que, poseyendo, al parecer, todos los elementos indispensables para ser dichosos, viven en constante discordia ...
-
Leonardo Da Vinci destacó en múltiples disciplinas. Sus inventos han sido admirados en épocas posteriores
-
Las personas de respeto van también muy serias en camisa por las calles, y lo más que hacen para calentar el cuerpo de vez en cuando, es detenerse en alguna taberna (Public-House)
-
La fecha contiene el lugar desde donde se escribe el día, el mes y el año.
-
De las condiciones que la cortesía pide que acompañen a las palabras.
-
Las normas de cortesía con las preferencias galantes que se permiten a las mujeres.
-
El hombre que se ocupa en su trabajo y en sus aficiones no desarrolla vicios y corrupciones
-
La lectura puede ser una medicina eficacísima contras las dolencias del espíritu si en su elección se medita y se acierta.
-
Las costumbres lingüísticas que la cortesía trataba de erradicar de los repertorios de grupos hegemónicos dentro del mundo urbano se fueron desplazando, bien hacia capas bajas del espectro social, bien hacia el mundo rural
-
Cómo debe proceder una niña bien educada con estas personas.