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Origen de las tertulias y sus especies. Parte II.

Perdidas las riquezas de la nobleza por las causas que diremos, fueron recogidas por personas inteligentes y activas, que sin pertenecer a la clase de comerciantes o fabricantes, supieron hacerlas valer.

Código completo de Urbanidad y Buenas Maneras. 1844
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Los comerciantes y la nobleza.

El espíritu mercantil despertado después del siglo XI en Italia y acrecido progresivamente en los siguientes, fue una amplia fuente de riquezas. Entonces se vio que se podía ser ciego y considerado, sin ser noble y poseedor de tierras. El deseo de ostentar riquezas, junto a la necesidad de conocerse para aumentar las relaciones comerciales, formó las reuniones de mercaderes. La riqueza de éstos chocó con la de los propietarios, y en las ciudades libres obtuvo aquellos homenajes que en las demás partes estaban reservados a la nobleza.

Las clases directivas de los trabajos mecánicos se dividió en tantas masas cuantas eran sus especies. La analogía de los trabajos, el deseo de imponer la ley a los trabajadores, la necesidad de conocerse para repartir los tributos que los príncipes exigían de la industria, reunieron a los directores de las varias artes o fabricantes, en otras tantas compañías, confraternidades o gremios, que tuvieron sus reglamentos y sesiones en días determinados.

Perdidas las riquezas de la nobleza por las causas que diremos, fueron recogidas por personas inteligentes y activas, que sin pertenecer a la clase de comerciantes o fabricantes, supieron hacerlas valer. No contentas con las nuevas riquezas, aspiraron a la consideración y llegaron a obtenerla con la confluencia de los comensales; así se formaron nuevos círculos compuestos de toda especie de personas. Allí se veía al arrendatario que venía a la ciudad para la venta de los productos agrarios; al corredor que propone con prontitud negocios bastante lucrosos; al empleado inferior, cuyo celo es necesario al amo en sus relaciones con el gobierno; al noble descaecido que tiene siempre prontos los cuentos sucios, picantes y chistosos; al militar, que más que ningún otro, necesita de placeres rumorosos; al parásito

Que la nariz arruga
Al olor del asado,

y en cambio de éste vende las noticias de la ciudad a los comensales y alaba las simplezas estúpidas del amo.

"La plebe se ocupaba más en gozar que en discurrir"

La plebe que ejecuta los trabajos materiales, no se veía antiguamente sino en las plazas para divertirse en los espectáculos públicos, o en las fondas y tabernas por necesidades momentáneas, o en las iglesias para las prácticas religiosas. Ocupada más en gozar que en discurrir, se hallaba además separada de las otras clases por la suciedad que la cubría.

Las causas por que se abrieron comunicaciones entre las varias reuniones sociales y trasmigraron sus miembros de una a otra parte, son las siguientes:

1ª. La pasión del juego fortísima en todos tiempos y lugares y mucho más antiguamente, como se verá más adelante, rompió la barrera que separaba a la nobleza del comercio: algunos nobles no creyeron envilecer sus armas acercándose a los comerciantes con el deseo, no muy noble, de obtener, jugando, parte de su dinero. Muchas familias nobles arruinadas por las cartas o los dados, conocieron por experiencia que todos los diplomas gentilicios, no bastaban para comprar una vara de paño o una libra de carne. La plebe que había sido invitada por ellos, dejo de respetarlos luego que ya no los vio en carrozas, y se hizo un proverbio, que nobleza sin riqueza es humo sin asado.

El celibato a que antiguamente estaban condenados los nobles cadetes, mientras que las muchachas nobles se sentían llamadas para el claustro, los impelia, no pocas veces, en seguimiento de las bellezas plebeyas. Salidos del palacio paterno, no desdeñaban entrar en el hogar del zapatero, del carpintero o peluquero, y tal vez

. En noche umbría
Seguir a la mozuela, que en ayunas
El pan sale a buscar de cada día.

 

Nota
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