
Comportamiento correcto dentro de la casa
Dentro de casa hay que saber mantener una imagen y un comportamiento apropiado sobre todo cuando se reciben visitas
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La buena educación en la casa
Aquella urbanidad
Requiere la buena educación que permanezcamos dentro de casa en un traje decente, no solo por respeto a nuestra familia, sino por decoro y respeto a nosotros mismos.
No nos permitiremos, pues, estar en casa en mangas de camisa, sin corbata o sin medias, con una pieza de ropa rota o manchada, la cara y manos sin lavar, la cabeza despeinada, o sin alguna otra cosa que se considere como falta de decoro o aliño.
Una señora debe aplicarse con más rigor estas prescripciones, sin que por algún motivo llegue a presentarse a alguna persona con el seno o los brazos desnudos, en peinador, bata o pantuflas, o de cualquiera manera que revele falta de pudor y decencia.
Nosotros mismos no debemos presentarnos a las personas que llegan a visitarnos, en bata o en pantuflas, ni con el traje que por desahogo y comodidad usemos dentro de casa.
Tampoco nos presentaremos en las ventanas o balcones de nuestra casa sin estar con un traje limpio y conveniente, para no dar mala idea de nuestras personas, ni faltar al respeto que debemos a las vecinos y transeúntes.
Si percibimos que una persona llega a visitarnos, saldremos a su encuentro, y si fuere de consideración bajaremos las escaleras para recibirla.
Ninguna persona que llegue a nuestra casa deberá ser recibida por nosotros con frialdad y descortesía, aun cuando mediaren con ella motivos de disgusto.
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No debemos hacer esperar a nuestras visitas sino el tiempo puramente necesario para arreglarnos, si es que no estamos en estado de presentarnos convenientemente.
Debemos mostrarnos complacientes y afables con las personas que llegan a visitarnos, y procurar hacerles ameno y entretenido el tiempo que pasan a nuestro lado.
Atenderemos a nuestras visitas, no solamente con demostraciones de cortesía y agradecimiento por el favor que nos dispensan llegando a nuestra casa, sino que debemos obsequiarlas, en horas oportunas, con aquellas cosas propias de la estación o la costumbre, y que estuvieren al alcance de nuestras circunstancias.
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Cuando una persona desea retirarse no debemos instar con empeño para que permanezca más tiempo en nuestra casa.
Las señoras que se retiran deben ser acompañadas por las señoras hasta el portón de la escalera. Nosotros las ofrecerémos el brazo para bajarlas.
Si al retirarse una visita quedare otra, nos despediremos de la que se va, en la puerta de la sala, y solo que fuere de una alta consideración para nosotros, la acompañarémos más adelante, pidiendo excusas a la persona a quien dejamos.
Si al llegar a nuestra casa encontramos tarjeta o recado urgente de alguna persona, ocurriremos inmediatamente a su casa.
Debemos considerarnos obligados a restituir las visitas que se nos hagan.
No debemos escudriñar jamás las casas de nuestros vecinos, ni manifestar curiosidad en sus actos por más ostentosos que nos parezcan.
Cuando tuviéremos noticia de algún incidente grave, ocurrido a nuestros vecinos, debemos ofrecerles inmediatamente nuestros servicios, y poner a su disposición aquellas cosas de nuestra pertenencia, que ellos parecieren necesitar.
En general; tanto a nuestros vecinos, como a toda persona que llegue a nuestra casa, cualesquiera que fueren sus asuntos, circunstancias y pretensiones, procuraremos dejarlas complacidas de nuestro trato, pues es precisamente en la casa donde más puntualmente debemos cumplir con los preceptos de urbanidad, y donde más se conocen los adelantos de la civilidad y los buenos o malos principios de educación.
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