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Aforismos y pensamientos sobre la urbanidad. Parte I.

Pensamientos y sentencias breves de carácter doctrinal que se proponen sobre los buenos modales y la urbanidad.

El hombre fino al gusto del día, o Manual completo de urbanidad, cortesía y buen tono
Se lee en 3 minutos.

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- Según Loke, el talento consiste en distinguir en qué se diferencian o parecen los objetos; y el juicio, en conocer en qué se diferencian los objetos que se parecen.

- Cicerón define la urbanidad, una ciencia que enseña el tiempo oportuno de lo que debemos decir y hacer.

- Hay gentes predestinadas que llevan siempre el fastidio consigo. Solamente sus discursos y presencia inspiran sueño. Se componen de dos clases: los unos comunican este fastidio por la nulidad de su alma y de su cabeza; los otros, aún peores, cansan a fuerza de querer manifestar lo que saben.

- Mezclad siempre un poco de orgullo que impide a cada uno el olvidar lo que se debe a sí mismo, y de sensibilidad que impide el olvidar lo que se debe a los otros. De estos simples se presentará el verdadero compuesto de la urbanidad.

- La amistad es respecto al amor como una estampa respecto a la pintura. Solamente la continuación de la felicidad, dice el cardenal Retz, es la que fija el amor, parte de la amistad; pues no hay nadie que no crea que hace un favor a un desgraciado cuando este le sirve.

- Es un engaño esforzarse para agradar y adquirir reputación en una sociedad, no esperar de los dispensadores de este favor la opinión del mérito que cada uno tenga. El verdadero medio de obtener buen éxito, es aparecer penetrado del mérito de los que en la sociedad son principios ciertos de fortuna, el saber aguardar y fastidiarse.

- La medianía es la que aseguran en todos la felicidad. El hombre mediano, sea que entre en sí mismo, o que se derrame fuera, está satisfecho. La imaginación no le arrastra y se gloria de no estar sujeto a sus ilusiones; cita con satisfacción los errores y faltas de las gentes de talento; la lentitud y frialdad del suyo son a su parecer juicio, discreción y razones; es como un piloto en un barquichuelo, que jamás deja la costa, y está más ocupado en contar los naufragios de los navíos que bogan en alta mar, que la fortuna de los que han podido entrar en el puerto.

- La extremada viveza, y la extremada pereza impiden ser urbanos. Las personas demasiado vivas, arrastradas a su pesar, descuidan los miramientos para con los otros; y las perezosas los rehúsan por miedo de tomar demasiado trabajo.

- Hay hombres a quienes se necesita contener, y hay otros a quienes es preciso animar. Ve aquí la razón porque una misma persona se presenta bajo diferentes aspectos; pues si logra aceptación en una tertulia, se hace insoportable en otra; y cada uno de ellos no aparece ventajosamente, sino en circunstancias en que sea animado o contenido.

- La curiosidad y la indiscreción son inseparables.

- De muchas personas solo el nombre es el que vale alguna cosa. De lejos os impondrán, pero si los miráis de cerca ya no son nada. Estos tres renglones de Labruyere, debían bastar para precaver a todos contra las reputaciones instantáneas.

- La educación enseña y convida a derramarse fuera de sí mismo y a entrelazar en algún modo su existencia con la de la persona conocida en el mundo, para quien parece destinada la mayor parte de la felicidad.

 

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