Urbanidad. Cómo se de ha de tomar el potaje.
Es contrario a la urbanidad tomar el potaje directamente de la sopera para comerlo, y sacar cada vez con la cuchara lo que se va a llevar a la boca para comer.
Urbanidad. Modo como se ha de tomar el potaje.
El potaje se sirve de dos modos distintos. Cuando se sirve en común se pone en una sopera, y cuando se sirve a una persona en particular se sirve en una escudilla. Esto se practica también en las familias, particularmente con los niños y con las personas indispuestas.
Sería grosero servir el potaje en las escudillas cuando se invita a comer a alguien. En ese caso hay que ponerlo en una sopera y poner en ella varias cucharas, según el número de comensales, que sólo han de usarlas para tomar el potaje de la sopera, y depositarlo después en su plato.
Es contrario a la urbanidad tomar el potaje directamente de la sopera para comerlo, y sacar cada vez con la cuchara lo que se va a llevar a la boca para comer. Lo que hay que hacer es tomar la sopa con una de la cucharas que están en la sopera, y ponerlo luego en el plato, y después devolver la cuchara a la sopera sin llevarla a la boca; luego hay que utilizar la propia cuchara para tomar lo que se tiene en el plato.
Si no hay cucharas en la sopera, hay que utilizar la propia para servirse el potaje, después de haberla limpiado convenientemente.
En cuanto al modo de tomar el potaje en la escudilla, es descortés sorberlo del interior de la misma, como haría un enfermo, sino que hay que tomarlo poco a poco con la cuchara.
También es gran descortesía tomar la escudilla por un asa y echar en la cuchara el resto de caldo que hay dentro después de haber comido el potaje.
Es muy descortés sostener la taza por el asa con la mano izquierda, como si se temiera que alguien fuese a quitarla.
La urbanidad también exige no hacer ruido con la taza y la cuchara al tomar el potaje, y no raspar muy fuerte de un lado y otro para juntar el resto del pan que se haya pegado en el fondo de la taza.
Aunque no esté bien dejar la escudilla tan limpia que no quede absolutamente nada en ella, con todo, la cortesía exige no dejar potaje; hay que tomar todo lo que haya en la escudilla y todo lo que se ha puesto en el plato; no es lo mismo con la fuente, pues sería descortesía vaciarla completamente. No hay que tomar el resto del potaje cuando queda poco.
Después de haber comido lo que hay en la escudilla, hay que entregarla a quien se encarga de recogerlas, o ponerla en algún sitio de la mesa donde no pueda molestar a nadie. Pero nunca hay que dejarla en el suelo.
Cuando se come potaje hay que tener con decoro el tenedor en la mano izquierda y usarlo para acomodar debidamente el potaje en la cuchara, para que no caiga nada al llevarlo a la boca.
Es gran descortesía hacer ruido con los labios al aspirar cuando se mete la cuchara en la boca, o hacerlo con la garganta al tragar. Hay que poner el potaje en la boca y tragarlo con tanto comedimiento que no se oiga el mínimo ruido.
Se debe tomar el potaje con mucha lentitud, de forma que no se muestre en este momento ninguna avidez ni apresuramiento; pues de ordinario es señal de que se tiene mucha hambre o que se tiene mucho apetito. En una palabra, eso sería dar a conocer de manera evidente la glotonería.
Es muy indecoroso tomar de dos veces lo que hay en la cuchara, dejando algo en ella al sacarla de la boca. Pero mucho más indecente aún es tomar potaje del plato o de la escudilla cuando aún queda en la cuchara algún resto de la cucharada anterior. Hay que comer de una sola vez lo que hay en la cuchara y que se lleva uno a la boca, y no de varias veces.
El medio para proceder así es no llenar demasiado la cuchara cuando se toma potaje, lo cual es falta importante contra la cortesía en el comer; pues si se llena demasiado, obligará a dos faltas de urbanidad importantes: una, abrir excesivamente la boca para introducir en ella la cuchara; la otra, tomar de varias veces lo que se ha de tomar de una sola vez, aparte de que se expone uno a dejar caer algo sobre el mantel, la servilleta, o incluso en los vestidos, al llevar la cuchara a la boca, lo que sería muy inoportuno.
El comedimiento que hay que observar cuando se está a la mesa no permite inclinar indecorosamente todo el cuerpo hacia la cuchara, cuando se la lleva a la boca al comer el potaje. Pero menos aún permite sacar mucho la lengua al aproximar la cuchara a la boca. Sin embargo, se puede uno inclinar un poco para no dejar caer nada de la cuchara y para no manchar los vestidos. Pero hay que tener cuidado de inclinarse sólo muy poco.
Cuando el potaje que se toma está demasiado caliente, hay que guardarse mucho de soplar, sea al plato o a la escudilla, sea a la cuchara, al llevarla a la boca. Esto es del todo contrario a la urbanidad. Es mejor esperar a que se enfríe un poco; con todo, se puede remover pausada y cortésmente con la cuchara.
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