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Empezar un discurso. Interesar, no aburrir. Adaptación a la audiencia

El momento de la verdad. Comenzar un discurso. Los primeros momentos. Controlar la audiencia y su interés por el discurso

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Comienza el discurso: atraer la atención del público. El conocimiento y la preparación aportan seguridad
Empezar un discurso. Comienza el discurso: atraer la atención del público. El conocimiento y la preparación aportan seguridad

Comienza el discurso: atraer la atención del público

El conocimiento y la preparación aportan seguridad

Comenzamos nuestra exposición, hablando con un volumen adecuado, con una vocalización clara y con un tono agradable. Debemos desenvolvernos con naturalidad, y creyendo en lo que decimos. Debemos demostrar seguridad.

Como en muchos ámbitos de la vida, debemos ser un poco "psicólogos" y ver cómo reacciona el público, para imprimir, en la medida de lo posible, otro tono, otro ritmo y cadencia a nuestra exposición para mantener la atención de los oyentes. Lo menos aconsejable es acelerar o "correr" demasiado para terminar antes; no es nada aconsejable.

Captar y mantener la atención del público

Para mantener la atención del público lo mejor es hacer pausas breves, utilizar anécdotas o contar curiosidades, pero procurando no utilizar la primera persona del singular (yo). Lo que debemos descartar son las frases hechas y los tópicos, hay que tratar de ser originales.

Según los expertos, es mejor utilizar un lenguaje directo que indirecto y la voz activa mejor que la pasiva. En la medida de lo posible, debemos evitar estadísticas y utilizar demasiados datos numéricos.

La mirada y los gestos son muy importantes

Siempre se debe mirar al auditorio y nunca al suelo o a los lados. Y mucho menos a la parte de atrás, aunque haya otras personas. Debemos ser correctos con los oyentes, y pedirles perdón si nos equivocamos o cometemos algún error.

Una sonrisa inspira confianza y ofrece un aspecto más atractivo, siempre que lo hagamos de corazón. Debemos evitar risas forzadas y modales poco naturales. Cuidado con la risa si lo que está contando tiene que ver con temas muy serios; no hay que confundir la cordialidad con la falta de seriedad.

Hablar en público de principio a fin

 

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