Vulgaridades. En sociedad. Parte I.
Comportamientos vulgares y poco políticos en la vida cotidiana.
Vulgaridades.
- Hay personas muy honradas y muy buenas, que visten a sus niños de lanceros, de húsares, etc., les ponen su sablecito al lado, su cartuchera y su gorra. Vulgaridad.
- Os halláis en la comedia; el que está cercano a vuestra derecha pudiera economizar a la compañía cómica el oficio de apuntador, pues va recitando cada papel en voz tan alta como el actor. Os volvéis a la izquierda cubriéndoos un oído, pero dais con otro escollo, pues halláis al inmediato que está tocando el piano en la luneta y llevando el compás con los pies. Vulgaridad.
- Perdone Vd. que lo he hecho sin querer, dice un señorón que acaba de aplastaros un pie por introducirse entre las silla de la orquesta y la luneta en la que os halláis, y que luego os suplica os apretéis un poco para hacerle más lugar. Vulgaridad.
- Hablar de política en la mesa. Vulgaridad.
- Palmotear en la comedia. Vulgaridad.
- Habéis comido en casa de un conocido con un caballero a quien no tenéis el honor de conocer, ni a él ni a su parentela, pero que él os conoce por autor de una pieza nueva de Teatro. A la mañana siguiente, el tal señor os escribe una esquelita pidiéndoos billete para él, su mujer y su nuera, sus cuatro niños y su ayo. Vulgaridad.
- Un alfiler de mil escudos y grandes sellos colgando de la cinta del reloj. Vulgaridad.
- A los señores de tal o tal periódico: "Señores Redactores. He sabido por su apreciable periódico que acaba de presentarse para su representación una comedia en cinco actos y en verso, cuyo asunto está tomado de la última novela de Walter Scott.
Y teniendo la intención de hacer un soliloquio o monólogo sobre el mismo asunto, ruego a Vds. que para ponerme a cubierto de toda acusación de plagio, inserten esta mi relación, en uno de sus primero números. Soy su más atento, etc." Vulgaridad.
- Una mujer bien parecida pasa por la calle; síguela un caballero dejando la dirección que lleva y aun los asuntos que importaban más; ¿pero que le hace? Llega delante de la casa donde ella ha entrado, se detiene un instante, mira a la puerta, las ventanas y número y después se va tan contento como un don Juan de las comedias de Moreto. Vulgaridad.
- El tiempo está nublado, y un joven que va delante de nosotros levanta a cada instante hacia el cielo miradas inquietas; en fin, la obscura nube empieza a deshacerse y a llover a cántaros. La inquietud del pobre joven parece va a cambiarse en pesadumbre. Entonces saca corriendo de la faltriquera un pañuelo de color, lo extiende sobre su sombrero, coge sus cuatro extremidades con los dientes y echa a correr decididamente. Los que le encuentren ¿podrán dejar de decir Vulgaridad?
- Vulgaridades. En sociedad. Parte I.
- Vulgaridades. En sociedad. Parte II.
-
7325
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Servicio de mesa. Los manjares que se sirven con cuchara y se cortan en rodajas o lonchas. Los aderezos.
-
Las preocupaciones locales prevalecen solo entre el común de las gentes, y no imponen a los espíritus formados y reflexivos.
-
Hay personas tan llenas de sí mismas que siempre cuentan a aquellos con quienes conversan lo que han hecho, lo que hacen, y cuánto deben apreciarse todas sus palabras y todas sus acciones.
-
No es lo mismo hablar de las costumbres sociales que de la sociedad misma
-
Querer hablar y oírse no sale bien; y si hablarse a solas es locura, escucharse delante de otros será doblada.
-
Todo acto inurbano es mucho menos excusable cuando se comete en la mesa.
-
La escritura es el maravilloso arte que da color y cuerpo a los pensamientos.
-
Antes de sentaros a la mesa debéis lavaros las manos si no las tenéis muy limpias.
-
Es cosa llamativa que la mayoría de los cristianos sólo consideran la urbanidad y la cortesía como una cualidad puramente humana y mundana, y no piensan en elevar su espíritu más arriba.
-
El gabinete de una mujer es un nido muelle y perfumado, en donde descansa de sus cuidados domésticos y mundanos.
-
El respeto a los magistrados favorece la obediencia a las leyes y esto trae el beneficio público.
-
Normas de comportamiento de las niñas en la iglesia.