
Tarde veintiuna. Expresiones vulgares.
Expresiones proverbiales y dichos comunes son las flores de la retórica usadas por un hombre vulgar.
La vulgaridad en el lenguaje es una señal característica de mala educación y de acompañarse con gente ordinaria. Expresiones proverbiales y dichos comunes son las flores de la retórica usadas por un hombre vulgar. Tiene además una palabra favorita, que la prodiga a cada paso, y cansa y ralla los oídos de los que están a su lado.
En su misma pronunciación se le conoce las gentes con quienes se roza; estropea las palabras, pues dice: comendante, nenguno, naide, hayga, etc. Un hombre fino no echa mano de los proverbios y aforismos vulgares; no se vale a cada instante de palabras favoritas, ni de otras indecentes y groseras; sino que habla correcta y gramaticalmente, y pronuncia como se debe; esto es, según las gentes más instruidas y mejor educadas. De todas estas cosas suele resultar que a lo mejor un chistoso marca a un hombre con un apodo, que le acompaña más tenazmente que su apellido.
Los apodos.
Nada hay que deba temer con más razón un joven al presentarse por la primera vez en el mundo, y que deba evitar con más cuidado, que el que le planten encima un apodo, o mote que le ridiculice. Si el apodo envuelve alguna gracia maliciosa y picante, es más permanente que el apellido, de modo que ni aun las sombras de la muerte alcanzan a borrarlo.
Lo que da motivo a marcar a uno con algún apodo entre gentes de buena crianza suele ser generalmente ciertos pequeños defectos en el modo de presentarse, de saludar, de hablar, de andar, de vestir, etc. Los defectos corporales nunca deben ser el objeto de la burla de nadie. Hijos mios, no seáis vosotros de esos que se entretienen en las reuniones en poner apodos; los tales son despreciados aun de aquellos a quienes hacen reir. También os aconsejo que nunca publiquéis las debilidades y achaques de otros con el designio expreso de divertir a una sociedad. El hombre de bien antes trata de ocultar las desgracias y debilidades ajenas, que de pregonarlas para excitar la risa. Los que tienen gracejo en el decir, deben agradar, no dañar; pueden brillar como el sol en las zonas templadas sin quemar.
Emilio. - Papá, veo que son necesarias muchas cosas para presentarse entre gentes, y parecer bien.
El Padre. - Sí, hijo mío, pero las irás aprendiendo insensiblemente, si tienes cuidado de leer de cuando en cuando todas las reglas de urbanidad de que os he hablado, y que luego os las daré por escrito, pues la memoria es frágil; y también, si además de leerlas, observamos cómo se conducen las personas bien educadas. Pero dejemos esto por hoy, que se va haciendo de noche.
-
5164
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Las señoritas de honor se ponen de acuerdo para vestir todas de un mismo color, con sombreros iguales o con mantillas blancas.
-
Para ser admitido en esas reuniones ya no fue necesario haber roto una lanza en honor de una princesa o de una dama, sino que bastó descender de ilustre y antigua cuna
-
Como los jóvenes no conocen aun por experiencia cuantas son las pasiones que procuran conservar los errores, creen que todas las verdades pueden decirse en presencia de cualquiera.
-
La sociedad penaliza, muchas veces de forma injusta, a las personas que no visten o actúan como los demás.
-
En una mesa de personas de distinción, a cada servicio se cruza el cubierto en el plato para que los criados lo retiren y lo cambien
-
En la iglesia el comportamiento debe ser prudente y respetuoso.
-
El respeto que se debe al prójimo no permite, al hablar de alguien, golpearse la frente con el extremo del dedo para indicar que es una persona aferrada a su sentir y a su propio juicio
-
Conoced el verdadero valor del tiempo; arrebatad, coged y gozad todos sus momentos. Fuera ociosidad, pereza y dilación: nunca suspendáis para el día siguiente lo que podías hacer hoy.
-
El paseo con más personas requiere de cierta cortesía, atención y amabilidad.
-
Equitación. Al tiempo de montar, no se han de tomar las riendas ni demasiado cortas ni demasiado largas.
-
La importancia de la memoria y la voluntad en las acciones diarias de una persona de bien.
-
La urbanidad es una especie de túnica que envuelve las asperezas de nuestro carácter, embotándolas, y que impiden lleguen a herir a los demás.