Reglas para escribir los memoriales.
Entre las cartas misivas el escrito más respetuoso es el memorial, conocido también bajo el nombre de solicitud o instancia.
Reglas para escribir los memoriales.
Entre las cartas misivas el escrito más respetuoso es el memorial, conocido también bajo el nombre de solicitud o instancia; y cuando se hace algún tanto dilatado, porque sea preciso, para exponer razones que persuadan, suele dársele el nombre de representación.
De cualquiera especie que sea, siempre es una súplica que se hace a un superior, y a alguna persona de quien se quiere obtener gracia o justicia. Esta especie de escritos se ponen, siempre en folio o pliego entero. Deben ponerse en papel sellado todos los memoriales que expresa el articulo 85 de la instrucción contenida en la ley 11, título 24, libro 1.º de la Novísima recopilación, y confirmada en la nota 5.ª, del misino título y es como sigue:
"Todos los memoriales que se diesen a S.M. sobre cualesquiera negocios o pretensiones han de ser en papel de sello cuarto; los que se dieren por cualesquiera de los ministros, o para verse en cualquiera consejo, junta o tribunal, en papel del mismo sello cuarto; y sin esta calidad no se puedan recibir ni decretar los que se presentaren en los consejos de Estado, Cámara, y Guerra, y en las demás juntas o tribunales sobre cualesquiera pretensiones; no entendiéndose esto de los que diesen solamente para hacer recuerdo de algún negocio o pretensión".
Y el 5.º, dice que "deben usar del sello de pobres las órdenes Mendicantes, y los abogados, escribanos y procuradores de estas órdenes, los de los hospitales, y de las cárceles, y que tengan causas que sigan por pobres".
Déjase por cumplido como cuatro dedos de espacio desde lo alto del pliego hasta donde se pone el tratamiento de la persona a quien es la súplica; y desde allí se dejará también hasta el primer renglón otro espacio como de dos dedos, comenzando este renglón primero un par de dedos también entrado en la línea. Y esto mismo se observará con el renglón de la súplica, que muchos ignorantemente acostumbran sacarle al margen, sin conducir a nada más que embarazar el sitio que deben ocupar los informes y decretos, para los cuales se deja a la izquierda del que escribe un margen como de la tercera parte o la mitad de la latitud o anchura del pliego.
Dase principio a todo memorial presentándose el suplicante con su nombre y empleo; si no tuviere ninguno, ni algún carácter particular que le distinga del común de los hombres, como doctor en leyes, clérigo de menores, etc., pondrá en tal caso el lugar de su residencia, y seguirá siempre hablando en tercera persona del singular, y no en primera.
Esta es una circunstancia que hace muy embarazoso el estilo en los memoriales, y que ofrece algunas dificultades para expresarse con la claridad y precisión que son tan esenciales en unos escritos tan interesantes. Para darse bien a entender es indispensable a cada paso poner: el suplicante, el exponente, es el que expone; y otras pesadeces de esta naturaleza, en sacrificio de la claridad, pero con gran mengua de la fluidez, y elegancia que podría tener si fuese dado hablar en primera persona. No obstante esta es la fórmula acostumbrada, y es preciso seguirla. Sin duda se ha establecido en esta forma, por parecer un lenguaje más sumiso y humilde.
El estilo debe ser siempre noble cuando menos, pues que se dirige la palabra al que le es superior, y si la representación exigiere energía, podrá remontarse hasta el sublime.
Una de estas representaciones debe considerarse como una oración retórica, supuesto que es un discurso preparado con arte para conmover y persuadir. Debe presentar con orden las cosas que tiene que decir, y demostrarlas, si fuese necesario, con razones, y aun mejor será acompañando a la instancia documentos justificativos, si es posible, de cuanto expone, numerándolos por su orden, según en la representación se fueren citando.
El carácter del estilo debe ser, como queda indicado, conciso cuanto se pueda sin faltar a la claridad, por no hacer consumir vanamente el tiempo con hojarasca, a los que consideramos por lo general ocupados en una complicación grande de negocios.
Por esta razón es conducente hacer cuantas exposiciones deban hacerse antes de la súplica, porque muchas veces sucede, que cuando el tiempo urge, solo se lee el principio del memorial para ver quien habla, y la súplica por ver lo que solicita; y si ésta es larga, suele dejarse su leyenda para después, que a veces tarde o nunca llega, viniendo a parar, como suele decirse, bajo la mesa. Harto de esto, por desgracia, es muy frecuente. Por tanto, conviene dejar la súplica aislada y sola, o cuando más acompañada, para llamar la atención de alguna razón muy fuerte; y que pueda presentarse de un rasgo de pluma, esto es, en muy pocas y enérgicas palabras.
La fórmula de acabar los memoriales es: "Gracia que espera (el suplicante) de la benignidad, del benéfico corazón, del paternal amor, (ú otros epítetos semejantes) de V.M. o de V.E., etc. En seguida, se pone la fecha, luego dejando de cumplido uno o dos dedos se pondrá, si fuere al Rey, Señor, o el tratamiento que tuviere si fuese otro personaje como, Excelentísimo Señor, etc. Si fuere a S.M., se pone después en otro renglón igualmente espaciado: "A.L.R.P. de V.M." = Firma; dejando igual espacio entre renglones. (Nota: A.L.R.P. de V.M.= A los reales pies de Vuestra Majestad).
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