Elogios y agradecimientos en sociedad.
Debemos abstenernos de hacer comparaciones, en especial si recaen en dos o más individuos de una misma reunión.
Elogios y agradecimientos en sociedad.
Cuando alguno contradiga nuestra opinión, mayormente si lo hace en términos decorosos, como por ejemplo: "si Vd. no lo lleva a mal me tomaré la franqueza de advertirle que en lo que ha dicho padece equivocación", contestaremos sin calor, y hasta con agrado: "mas bien que llevarlo a mal me hará Vd. mucho favor en rectificar mis errores"; "no dudo haberme equivocado, y espero se servirá Vd. manifestármelo".
Cuando a uno le alaben en su presencia guárdese de responder, como algunos, con las palabras "Vd. se burla"; sino modestamente con estas u otras análogas: "es favor que Vd. se sirve dispensarme", o "que debo a la bondad de Vd."; "he cumplido solamente con mi deber"; "Vd. me confunde con unos elogios de que no soy digno".
Debemos abstenernos de hacer comparaciones, en especial si recaen en dos o más individuos de una misma reunión, porque siempre son odiosas, como el decir: "la señorita N. ha cantado o bailado con más gracia que la de tal"; pues a esta se le hace un disfavor imperdonable en su concepto. Adherirse exclusivamente a una señora delante de otras es faltar al miramiento que se les debe a éstas.
Si una persona nos prestare algún servicio o nos regalare alguna cosa, le agradeceremos su esmero en estos u otros términos semejantes: "estimo el favor de Vd."; "aprecio muchísimo su atención"; "acepto su fineza con el mayor gusto", y "le doy a Vd. mil gracias". El presentar y recibir alguna cosa se verifica con la mano derecha y quitado el guante, menos cuando se da la mano en señal de amistad, en cuyo caso se dice: "salvo el guante".
Al citar un obsequio que hayamos recibido de una persona, mayormente si es superior, en vez de decir: "D. N. me visitó"; "la señora tal cumplió mi encargo", podrán usarse estas expresiones: "D. Fulano me hizo el honor, o tuvo la bondad de visitarme"; "la señora de tal se tomó la molestia de cumplir con mi encargo".
Hay sujetos que queriendo darse una importancia diplomática no cesan de repetir: "mi tío Marqués N."; "mi amiga la Condesa de T. me ha convidado hoy a comer", etc. Semejantes personas, lejos de captarse con tales palabras la reputación que se imaginan, no adquieren sino émulos y criticadores que desean ver humillada una arrogancia tan impertinente que revela siempre una alma baja.
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