
Del día del matrimonio.
Este día, llamado el más hermoso de la vida, tiene sus incomodidades y embarazos.
Del matrimonio.
El día del matrimonio, el novio se deja conducir. Este día, llamado el más hermoso de la vida, tiene sus incomodidades y embarazos. Solamente tenemos que dar un precepto, que si se sigue, asegura el acierto. Someteos en todo al parecer de los abuelos, consultad al tío mayor respecto de vuestro peinado; adulad un poco a la abuela y su hermana, satisfaced a todo el mundo, multiplicad en el canasto del matrimonio los bolsillos, las sortijas y los recuerdos; prodigad los regalos, y veréis todas las fisonomías alegres, y como os granjeáis los votos de toda la concurrencia que lloverán como granizo; os augurarán paz, amor y todo lo que se sigue; aquel día no hay ningún agüero siniestro; pero como el matrimonio es una cadena de más de un día, no os la impongáis con ligereza y sin reflexión. Se trata de vuestra suerte futura y de la existencia de vuestros hijos; tomad, pues, consejo de las gentes sensatas y adheridas a vuestros intereses; que las cláusulas del contrato estén claras y terminantes, y si sois buenos fisonomistas, mirad con atención la de vuestra mujer; tomadla de una fisonomía dulce, amable, modesta, y preferid más bien una educación cuidadosa, costumbres virtuosas, y parentesco honrado, que la hermosura o el garbo.
Hay matrimonios de amor y de especulación. Si vuestra elección la ha decidido más bien la dote de una joven que su hermosura, encubrid cuidadosamente el motivo de vuestra determinación; aparentad para con la novia un amor que el tiempo producirá al cabo en vuestro corazón. No os pongáis a regatear como sucede a menudo sobre el precio de aquella que buscáis, y dejad a amigos seguros y discretos el cuidado de las condiciones de vuestro contrato.
Firmado ya el contrato, exige el buen tono el llevar cada día hasta la celebración del matrimonio un ramo de flores a la novia. El componer estos ramilletes nadie lo entiende mejor que las mujeres; pero aunque las flores son de etiqueta, deben ir acompañadas también de un chal de cachemira, de guantes vestidos de buenos colores, con un bolsillo lleno de oro, diamantes y sortijas. Si la novia tiene hermanas, se las debe enviar algunos regalos de gusto.
Fijado ya el día para la celebración del matrimonio en la iglesia o en casa, os pondréis un traje que una lo respetuoso a la moda del día. En la mesa el sitio del novio es entre el suegro y su propia madre, cara a cara de la novia.
-
7094
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Como el que entra en el mundo se sujeta a recibir las visitas que se hacen, una modestia elegante y de buen gusto, son deberes que impone la sociedad.
-
No hay cosa tan delicada como el carácter moral, y en nada debe ser uno tan interesado como en conservarle puro.
-
Del arte de trinchar, y del servicio de la mesa. Disección de las aves.
-
En la mesa no debemos ser los primeros en sentarnos, en desdoblar la servilleta ni en poner las manos en los platos
-
El juego es, como la mesa, una piedra de toque de la educación.
-
La mesa es uno de los lugares donde los niños deben prestar más atención a la hora de comportarse bien
-
Los profesores son como nuestros padres en la escuela, a los que debemos hacer caso en todo lo que nos dicen y a los que debemos respetar.
-
Es la manera de portarnos correctamente con nuestros semejantes. La acción o demostración con que una persona manifiesta a otra la atención, respeto o afecto en que la tiene.
-
El paseo, el sitio de preferencias y las reglas de cortesía al pasear.
-
Regularmente el hombre se distrae por afectación o por frialdad, y así es fastidiosísimo para el trato.
-
Es suma descortesía hacer uso de la superioridad de modo que quede ofendido el amor propio de los inferiores infundadamente.
-
Nunca un criado se permitirá familiaridades con visitantes ni con nadie de la casa.