Cuestiones sobre la urbanidad. X
La urbanidad y la civilidad para los jóvenes en unas simples cuestiones.

Cuestiones sobre la urbanidad.
¿Hay algunas acciones que reprueba el trato social?
¿No es también contrario a la cortesía el usar palabras indecentes?
¿Qué otras groserías debe evitar una persona bien criada?
¿Qué calificación merecen los que ríen sin motivo, o a grandes carcajadas?
¿La urbanidad no reprueba igualmente la pedantería?
¿Es conforme a la cortesía el clavar la vista en las personas, o desviarla enteramente de ellas?
¿Se tomará Vd. jamás la libertad de tocar objetos curiosos en una casa ajena sin permiso de su dueño?
¿No se opone a la urbanidad el desmentir abiertamente a una persona?
¿En qué defectos procurará Vd. no incurrir al conversar con un sujeto?
¿Cuáles son las ventajas que reporta a un joven la buena crianza?
Cuestiones sobre la urbanidad
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Feliz el hombre de mundo que pudiese deponer el amor propio a la entrada de una sociedad, así como deja la espada o el bastón a la puerta de la comedia.
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La urbanidad no consiente que se tenga nada en la boca, ni permite tener algo entre los labios o los dientes.
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Padres de familia, enseñad primeramente a vuestros hijos las cosas necesarias, en seguida las útiles, y por último, las que sirven de adorno.
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En una conversación hay personas que pueden hablar de muchas cosas porque su nivel cultural se lo permite.
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El orden y el respeto atendiendo a la edad, capacidad y sexo de las personas. Los saludos.
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Ofendemos al prójimo en la hacienda siempre que con violencia o con engaño usurpamos o retenemos injustamente lo que es suyo.
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Sobre el modo de trinchar y servir la mesa, reglas a observar.
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Lo que voy a enseñaros es el arte de haceros agradables a todos. Para esto es preciso observar una conducta relativa a la edad de cada uno, a la condición y rango que se tiene en la sociedad, y según las personas con quienes se trata.
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Un hombre, pues, que recibe en su casa a otro, debe tener cuidado de que todo el mundo esté cómodamente, y nada encuentre en qué reparar, ni en su conducta ni en sus costumbres.
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Los padres deben enseñar a sus hijos a ser educados, prudentes, amables y sociables.
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No hay cosa tan delicada como el carácter moral, y en nada debe ser uno tan interesado como en conservarle puro.
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Debe ir a dar la bienvenida a los vecinos recién llegados. Lo ideal es que esta visita se haga durante las primeras veinticuatro horas de estancia en la nueva residencia.