Cartas comendaticias -de recomendación-.
Cartas utilizadas para recomendar a un sujeto por sus méritos poniendo de manifiesto sus buenas cualidades.

Cartas comendaticias -de recomendación-.
Llámanse así las cartas en que sé recomienda a una persona. Estas pueden tener varios objetos, aunque sean todas a un mismo fin dirigidas.
Unas veces se recomienda a un sujeto, que no teniendo en sí mérito alguno, debe suplir esta falta la protección del que lo recomienda. Otras veces no hay necesidad de suplir este defecto, por ser de suyo apreciable el recomendado, y en tal caso no hay más que hacerlo conocer, poniendo de manifiesto las buenas cualidades que lo adornan. Otras veces es preciso reunir el favor a la manifestación de los méritos; para que todo coadyuve a dar mayor realze al recomendado.
En cualquier caso, siempre debe irse con la verdad por delante; y vale más, algunas veces, excusarse a dar recomendación a un sujeto que no lo merece, que no aparentar prendas que no tiene, o exponer a que se le de un lugar, o tal vez una colocación de que no es digno, y cuyas obligaciones no podrá desempeñar debidamente; pues esto sería defraudar al personaje a quien la recomendación se dirige, y quizás al Rey, a la religión, y a la patria.
También suelen recomendarse asuntos particulares, ya propios, ya ajenos; bien sea solicitando gracia, o queriendo que se haga justicia. Para lo uno han de exponerse los méritos sobre que debe recaer la gracia, y para lo otro los derechos que reclaman la justicia. En ambos casos es muy bueno resumir todo lo posible, pues de lo contrario podría fastidiarse la persona a quien se quiere inspirar interes en el asunto; porque es fácil extenderse nimiamente cuando habla uno de negocios que le interesan, sin advertir, que el otro que no toma en ellos tanta parte, en vez de complacerle su lectura, esté expuesto a que le cause tedio. Esto es lo que dijimos, que era acordarse tan solo de sí mismo, y olvidarse de la persona a quien se escribe.
Cuando se da a uno carta de favor para algún personaje, la urbanidad exige entregarla abierta; y no hablar en ella de otros asuntos más que de recomendar al portador que debe entregarla.
-
17393

Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Las visitas suelen hacerse entre el almuerzo y la comida (la comida de mediodía hoy se llama almuerzo), de tres a siete de la tarde, depende de la época del año.
-
Servir la mesa de forma ordenada y correcta es todo un arte, así como saber realizar otras tareas propias de un buen anfitrión.
-
Al dirigirnos a una persona de respeto o con la cual no tenemos mucha familiaridad, en vez del ponombre "yo" se dice un "servidor de Vd."
-
Las presentaciones son una muestra de fina deferencia y de cortés atención, el que la dueña de una casa facilitase el conocimiento y relaciones entre las personas que por vez primera se encontraban ante ella
-
Es cosa llamativa que la mayoría de los cristianos sólo consideran la urbanidad y la cortesía como una cualidad puramente humana y mundana, y no piensan en elevar su espíritu más arriba.
-
No hay que salir sin saludar y sin despedirse de los presentes.
-
En la mesa es donde se ve la torpeza y mala educación del hombre que no es buen gastrónomo
-
La conversación ha de ser libre y alegre sin disolución, ni ligereza; dulce y agradable sin estudio, ni lisonja, y proporcionada a las personas con quien se habla.
-
Nuestros vecinos los ingleses dan una grande importancia al arte de ponerse la corbata.
-
En la conversación tendrá mucha ventaja el que hable con propiedad y corrección, y el que haya adquirido una habitual y fluida elocuencia sobre aquellos que no hablen adecuada y elegantemente
-
El aseo revela hábitos de orden, de exactitud y método en todos los actos de la vida.
-
Los príncipes a quienes en los pasados siglos había causado espanto la potente nobleza, aprovecharos todas las ocasiones de mermar sus privilegios



