¿Qué es la elegancia?
La verdadera elegancia va más allá de la ropa y las apariencias

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¿Qué es la elegancia?
La Real Academia Española (RAE) puntualiza la "elegancia" así: "Es la cualidad de ser elegante, es decir, de tener distinción, refinamiento, gracia, estilo, garbo, finura, gentileza, gusto, delicadeza". Esta palabra proviene del latín elegantia y expresa "buen gusto" o "refinamiento"; deriva del verbo eligere, que significa "escoger" o "seleccionar".
Al respecto, la primera impresión general está referida a la óptima vestimenta y apariencia. De allí que, al abordar este tema, es frecuente vincularlo con el buen gusto para seleccionar la ropa adecuada en concordancia con la hora, edad, clima, lugar, características físicas y acontecimiento. Este término se ha circunscrito solo con el atuendo: esto es un error. Sin embargo, esta percepción equivocada merece la especial atención de innumerables hombres y mujeres.
En esta distorsión tienen directa responsabilidad aquellos cuyo discurso se encamina hacia ese propósito. En tal sentido, ratifico lo afirmado en anteriores ocasiones: se ha contribuido a restar importancia a un asunto de imponente dimensión e implicancia. Se omite entender y valorar, desde una perspectiva más amplia, su real connotación.
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Convendría propalar la utilidad de la "elegancia", como parte de múltiples nociones, en el proceso formativo desde los niveles más básicos. Por lo tanto, en el sistema pedagógico y en el entorno familiar debiera estimularse su aprendizaje. Una observación: para aleccionar se requiere albergar normas, creencias, virtudes y maneras de convivir con nuestros semejantes predestinados a potenciar este concepto.
A la luz de un sencillo análisis concluiremos que cuantiosos individuos soslayan, en un sinfín de escenarios, exhibir un perfil capaz de garantizar una óptima educación a las nuevas generaciones. Es un asunto incómodo e inconveniente considerando la ausencia de agudeza intelectual para analizar la conducta humana y su compatibilidad con las habilidades blandas.
La "elegancia" esquiva tratarse de una cuestión frívola, superficial y elitista y, además, enlazada en función de jerarquías, procedencias o peculiaridades socioeconómicas. La advierto como una manera de proceder en el campo íntimo, social y empresarial. A continuación, comparto mis impresiones concernientes al rol de un vocablo que aconsejo merecer introspectiva atención en todos nosotros, sin distinción de sexo, edad, origen y actividad que llevemos a cabo. Describo situaciones que pueden serle conocidas.
La manera de comunicarnos, aunque pase inadvertida para algunos, denota la "elegancia" personal. No solo es esencial lo expuesto; la forma de transmitir nuestro mensaje oral refleja la formación, la cultura, la composición emocional, entre otros alcances. El tono de voz, la dicción, la seguridad, la mirada y la sonrisa permiten visualizar detalles circunscritos con la personalidad.
El apego a la cultura en sus variadas manifestaciones como la pintura, la literatura, la música, la lectura, etc. representa un termómetro de la "elegancia" de un ser humano comprometido con su desarrollo y superación. Esta engrandece la conciencia crítica, fortalece el temperamento, expande las destrezas blandas, impulsa las capacidades reflexivas y facilita una visión más compleja del mundo.
La reacción ante situaciones de tensión, conflicto o discrepancia revela la genuina "elegancia". En estas eventualidades se aprecia la inteligencia emocional, el temple, la urbanidad y amplitud de convivencia. Un prójimo puede albergar títulos académicos, crecimiento profesional y excelente apariencia. Pero, en estas peripecias, su actuación definirá su fidedigna identidad.
Practicar gestos, inusuales en nuestros días, como retribuir una invitación, enviar una esquela de felicitación y/o saludo en ciertas efemérides, entregar un obsequio en momentos especiales, remitir un texto de agradecimiento acompañado de unas flores, llevar un postre y/o botella de licor para compartir cuando somos invitados en una ocasión familiar o amical, son magníficos detalles que denotan "elegancia".

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Honrar la palabra y poseer elevados principios, sentido del honor, la dignidad y el cumplimiento del deber, simbolizan su "elegancia". Es común sortear darte significación como afirmación de la lacerante crisis moral que aturde al mundo contemporáneo. Los sólidos valores y el elevado sentido de la ética son cualidades que realzan y distinguen. Al mismo tiempo, de constituir un referente inspirador.
La "elegancia" posibilita presumir, con autenticidad y sencillez, nuestra imagen, estilo y actitud. Obviemos intentar adquirirla a través de un manual o en cursos de capacitación; recomiendo forjarse desde el espacio espiritual y trasladarse, con coherencia, transparencia y fluidez, en los actos externos. Se alimenta de nuestros positivos sentimientos hacia el prójimo y el entorno en el que habitamos.
Es una "carta de presentación" que conviene integrar en nuestras prioridades, afanes e ilusiones con la intención de enriquecer nuestra forma y calidad de vida. Es categórica en nuestro bienestar personal y colectivo. Amigo lector, lo invito a meditar acerca de las aseveraciones del recordado conferencista mexicano Miguel Ángel Cornejo: "La realización es la expresión plena de nuestras potencialidades, y el único camino para lograr la excelencia, es tener el valor y el coraje de extraer lo mejor de nosotros mismos".
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