La cortesía del fumador.
La lucha contra el tabaco es cada día seguida por más personas, amparados en leyes y normas que acotan los derechos de los fumadores.
Los buenos modales de los fumadores.
¡Fumar es un placer! dice la letra de una conocida canción... pero no para todos. La lucha contra el tabaco es cada día seguida por más personas, amparados en leyes y normas que acotan los derechos de los fumadores y amplían los de los no fumadores. Aunque usted disfrute fumando, no todo el mundo comparte ese gusto por el humo del tabaco.
El humo es una fuente de molestias, no solo para el apéndice nasal, sino para la ropa, las paredes, los muebles, etc. de cualquier casa, oficina, etc. Su olor se impregna de forma permanente y molesta en todos ellos. Y no solo el humo molesta sino que mancha.
Si convive con un fumador debe establecer unas reglas para el uso del tabaco dentro de casa. Hay que tratar de fumar en lugares con buena ventilación y si hay posibilidad de hacerlo en el exterior (balcón, terraza, patio, jardín, etc.) mucho mejor. Ni que decir tiene que no debe fumar en presencia de los niños o jóvenes. Los mejores lugares para fumar son los espacios abiertos.
Un fumador con buena educación, pregunta si puede fumar, aunque sea en su propia casa, cuando hay personas ajenas a su entorno habitual. Siempre es mejor, pedir una disculpa, y ausentarse a fumar a alguno de los lugares que hayan establecido para ello. Aunque usted no lo note, las casas donde hay fumadores, huelen al humo del tabaco.
Pero además de en su casa, la oficina, los sitios públicos, etc. son lugares donde debe ser prudente con el tabaco. En la mayor parte de ellos está prohibido fumar por ley, pero donde se permite, debe solicitar primero el permiso de las personas que lo acompañan o rodean. Una cosa son las leyes, y otra la cortesía.
Incluso con el permiso de sus acompañantes no debe fumar, en casa o fuera de ella, en presencia de niños o personas muy mayores, en medio de una comida o cuando saluda a una persona, así como en otras circunstancias similares.
Debe cuidar de no dejar su cigarro encima de una mesa, silla o cualquier otro lugar que no sea el cenicero o su mano. Puede estropear un mueble e incluso, provocar un incendio.
La ceniza.
Hay que tener cuidado con la ceniza del tabaco. Sin darse cuenta puede caer en el suelo, encima de la mesa, en el sofá o en la silla. Si no tiene un cenicero a mano, solicítelo. Si no hay un cenicero, por favor, no se le ocurra depositar su ceniza en el platito del café o infusión, en el interior de un vaso u objeto similar.
El cigarro, puro o cualquier otro tabaco debe apagarse en el recipiente adecuado para ello -el cenicero-. Si no lo encuentra, es mejor que ponga su mano debajo y lo lleve a un lugar seguro. No se le ocurra tirarlo a una papelera o cubo de basura. Si lo hace, páselo antes por el grifo del agua para que esté totalmente apagado y no haya un riesgo de incendio. Tampoco es correcto arrojarlo por la ventana o balcón o, si va conduciendo, por la ventanilla de su automóvil.
Fumar, como cualquier otra actividad, requiere de unas ciertas reglas de cortesía y educación, que no deben saltarse de forma consciente. La persona que fuma tiene la responsabilidad de vigilar que hacer en cada momento con su cigarro para evitar molestar a los demás.
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