Buenos modales. Enseñar buena educación a los niños
Dar una buena educación es una de las tareas más difíciles que pueden tener los padres o tutores para enseñar buenos modales los más pequeños de la casa
La educación de los más pequeños: enseñar buenos modales
Sondeo de opinión en Europa.
¡Maleducado!
Una reconvención tan común, podría provocar una respuesta inteligente: 'Y, ¿quién me educa? Tú, ¿no es cierto?' Enseñar buena educación es una de las tareas más difíciles. Como siempre, empieza por el buen ejemplo. Si tu hijo de tres años estropea sus colores, y grita '¡ La pqtp.. !', antes de reaccionar pregúntate a quién escuchó decir 'eso'. Quizás encontarías al responsable mirándote en el espejo.
En educación, no se pueden permitir ciertas cosas. La mamá de Luisito se había esforzado para que su niño no la hiciera pasar un papelón, invitados a la casa de unos amigos. Todo iba bien, hasta la hora de comer. Luisito se sentó a la mesa, después de lavarse (como le recordaron), pero abandonó los cubiertos y comenzó a comer con las manos. ¡Si en casa, todos los días, por comodidad, se lo permitían! No alcanza aprender normas 'para afuera' y otras 'para adentro' del hogar.
La mala educación...
Te puede interesar: La importancia de los buenos modales en la educación (con vídeos)
Tu esfuerzo comienza por enseñarle a resistir la mala educación que nos rodea. Ver algunos programas de televisión, asomarse a la ventana, subir a un ómnibus, e ir a la escuela son como sumergirse en la vulgaridad. Todos -grandes y chicos- sufrimos el asedio de los malos modales: gritar para hacerse oír, beber del pico de la botella, cruzar con el semáforo en rojo, meterse los dedos en la nariz, comer con la boca llena, insultar, interrumpir, no saludar... Algunas vicisitudes de todos los días.
... Se combate con …
Una fuerte buena educación que, en apariencia, se puede lograr de dos formas.
La primera: reglas firmes, que deben respetarse en todas partes.
La segunda, más efectiva y duradera, un fuerte clima de respeto, real, y vivido. No basta enseñar buenos modales: es preciso apuntar a la raíz.
Tu niño aprende a respetar si lo tratas con gentileza y consideración. Aprende a respetar si ve que Uds., sus papás, se respetan y que tratan a los miembros de la familia con amabilidad. A medida que crece, asume que ésa es la única forma de tratar a los otros.
Puedes enseñarle, con el ejemplo, que el respeto implica aceptar a los demás y que sus necesidades son tan importantes como las nuestras (y a veces, más que las nuestras). Aprender a ser gentil y considerado reclama mucho tiempo...
Daños menores
Algunas veces ocurre que pierdes la compostura. ¡Alerta! El daño resulta menor, si el niño advierte que tú también pides perdón y te esfuerzas para corregirte.
Otra forma de vivir respetuosamente es cuidar las palabras y el tono que usamos para comunicarnos. El niño se da cuenta de la forma en que Uds. se comunican, cómo habla uno del otro, con cuál actitud, qué emociones subyacen... Cómo resuelven las diferencias, cómo aclaran sus desacuerdos, cómo satisfacen sus necesidades recíprocas; todo eso se convierte en su modelo mental para tratar con otras personas.
Somos distintos
La buena educación reconoce el derecho a la privacidad. 'Que alguien abra mis cajones y tome cualquier cosa, sin pedir permiso, me enfurece', escuchamos a menudo.
Te puede interesar: Ser una persona educada. Educación personal
Lo mismo ocurre con los 'espacios reservados'. Sólo porque es tu hijo, crees que puedes entrar a su cuarto, sin golpear a la puerta y esperar afuera, como sería normal. No puedes negar que la única forma de que adquiera el hábito es acostumbrarlo con el ejemplo.
Cuando sea grande, deberá tratar con personas difererentes por su origen, su educación, sus costumbres... Si le diste un ambiente familiar de gentileza, consideración y tolerancia, sabrá respetar los derechos y necesidades de quienes le rodeen. Será la única forma en que sabrá lograr respeto.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Me reafirmo en mi postura sobre que el respeto a los demás, las formas y la educación no podrán erradicarse, por mucho que se empeñen los progres.
-
El paseo es un ejercicio conveniente que contribuye grandemente a la salud del cuerpo y hace al espíritu mejor dispuesto a las actividades que le son propias
-
La honradez no puede sufrir que se diga algo falso; quiere al contrario que, según el consejo de san Pablo, diga cada uno la verdad al hablar con su prójimo
-
Todavía hay quienes recuerdan que con sólo una mirada del padre o madre de familia, los niños "desaparecían" de la habitación en donde se reunían los adultos.
-
Hay dos pasiones que es preciso vigilar para no dejarse llevar por ellas en el juego: la primera es la avaricia, la cual ordinariamente es fuente de la segunda, a saber, la impaciencia y los arrebatos
-
La urbanidad es tan estricta en lo relativo al prójimo que no permite causarle disgusto en nada; por esto no permite que se hable nunca mal de nadie
-
Veo con tristeza que la "burricie" prima más cada día sobre el civismo y las buenas maneras.
-
Un caballero lo es, no es un título gratuito, hay que ganárselo cada día con sus actos, con sus acciones y con sus hechos
-
Hay ciertas reglas que sirven de base y fundamento a todas las demás reglas del tacto social
-
La entrevista no es un monólogo pero tampoco una conversación. Solo debe responder cuando se le pregunta
-
Al saludar a alguien hay que tomar el sombrero con la mano derecha, quitarle enteramente de encima de la cabeza y, de modo que sea cortés, extender el brazo hasta abajo
-
Asistimos a una decadencia de la cortesía y la urbanidad, como señala con indiscutible sensatez monsieur Pradel.