Urbanidad en la casa y a la mesa
Las niñas deben aprender a comportarse de forma educada con sus padres, hermanos y familiares. También a la hora de sentarse a la mesa
Urbanidad en la casa y a la mesa
Aquella urbanidad
Y al llegar a nuestras casas, ¿qué haremos?
Saludar antes que todo a nuestros padres y si encontramos alguna persona de visita en nuestra casa saludarla con respeto y cuidando siempre de que nuestra fisonomía sea agradable, porque si hemos tenido algún disgusto se lo manifestaremos a solas a nuestra madre; pero no a los que vengan a visitarnos; la mujer desde niña debe acostumbrarse a ser amable lo que se consigue siendo muy dulce en nuestro trato, olvidándonos de nosotras por complacer a los demás.
Y después que haya saludado, ¿qué hará?
Irá a lavarse las manos y la cara, arreglarse el cabello y el traje para sentarse a la mesa.
Y para sentarse a la mesa, ¿qué hará?
Se pondrá de pié al lado del asiento que le destinen y no se sentará hasta que lo hayan hecho sus padres y las personas mayores que haya.
¿Cómo se sentará a la mesa?
Con la mayor compostura, no acercándose demasiado el plato, no olvidándose que es la mesa uno de los lugares donde más se nota la urbanidad.
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¿De qué cuidará mucho?
Del modo de tomar el cubierto y pondrá sumo cuidado en no derramar el agua, el café o las salsas de los platos que la tuvieren porque una falta de aseo en una niña es imperdonable.
¿No se olvida usted de algo muy importante?
Si señor, olvidaba decir que tomará los bocados pequeños y hasta no haber tragado uno no pondrá otro en su boca y evitará hablar con la boca llena.
¿Y qué regla seguirá para hablar en la mesa?
Si la conversación es entre personas mayores no tomará parte en ella y solo contestará a lo que le pregunten y si habla con las otras niñas también procurará hablar poco y evitar risas extremadas porque en la mesa solo debe reinar una alegría moderada.
¿Se servirá una niña del plato que le agrade?
Solo podrá hacerlo en su casa cuando la autoricen sus padres; pero nunca estando de visita o habiendo convidados en su casa.
¿Y qué hará?
Esperará a que le sirvan y aunque le agrade mucho un plato no repetirá y si lo hace será cuando le insistan mucho y solo una vez.
¿Y si no le agrada el plato que le han servido?
Pondrá el cubierto sobre el plato y esperará a que se lo quiten; pero nunca dirá si no le gusta por salado o picante, etc., porque puede suceder que el plato que a ella no le ha agradado, sea el que más haya gustado a otra de las personas que estén en la mesa.
Y como regla general para las conversaciones, las niñas, ¿cuál deben seguir?
Hablar mucho solo con sus padres y maestros con los que deben ser francos y expansivos y decirles todo lo que piensan para que ellos puedan dirigirlos y enseñarlos; pero con las demás personas, hablar siempre poco; porque como los niños generalmente tienen muy poco criterio pueden muy amenudo decir lo que deben callar.
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Y si en lugar de ir hacer la visita la reciben ellas en sus casas, ¿qué harán?
Procurarán complacer en todo a la niña que venga a visitarlas y les cederán sus mejores juguetes y antes de poner un juego preguntarán a la visita si es de su agrado.
Si la niña que viene a visitarlas está muy maleducada, ¿qué hacer?
Serán indulgentes con ella y para no verse obligadas a negarles sus juguetes y que se los rompan, sacarán para jugar los que no les importen mucho perder; pero no le dirán que tienen otros guardados que son mejores, etc.
Y cuando una niña deba ir a pasear, ¿cómo se vestirá?
Se conformará en todo con lo que su madre le ponga y si desea ponerse alguna cosa que su madre no le haya dado, alguna cinta o sombrero, etc., se lo dirá a su madre pero con cariño manifestando su deseo sin exigencia.
Si en el paseo fuere a visitar alguna dulcería o juguetería, ¿qué hará?
No manifestar nunca deseos de adquirir ni los dulces ni los juguetes aunque sea su padre quien la lleva; él sabe sin que ella se lo diga que le gustan y si no se los compra será por justa causa; si va con una persona extraña negarse siempre que pueda a aceptarlos.
Y al acostarse, ¿qué hará?
Después de haber deseado a sus padres una buena noche y lo mismo a sus hermanos y a la criada que la acompañe a su cuarto, rezará sus oraciones y con la modestia que debe acompañar todas situaciones de una niña se acostará.
Y en general, ¿qué deben hacer siempre las niñas para observar las reglas de urbanidad?
Ya lo he dicho procurar que su metal de voz sea siempre dulce, que sus conversaciones complazcan a los que las oyen que sus movimientos más o menos vivos conforme con su carácter porque la hipocresía es un gran defecto; no sean nunca violentos; en una palabra, una niña procurará siempre captarse el afecto de todo el mundo aunque para ello deba mortificarse un poquito.
Y sobre todo, ¿con quién deben ser las niñas más amables?
Con sus padres, con las personas mayores, con las que son muy pobres o están muy tristes; la mujer desde muy niña debe acostumbrarse a pensar que ha nacido para ser el consuelo de todos los que sufren y que no por otra cosa la dotó Dios con esa gran dosis de abnegación.
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