
El bautismo. La fiesta familiar
Un bautismo es una fiesta para el padre, la madre, los abuelos y los niños
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El bautismo. La fiesta familiar
Aquella urbanidad
Un bautismo es una fiesta para el padre, la madre, los abuelos y los niños que gustan de la bulla, la algazara y los dulces; pero es una contribución para el padrino.
Mas si habéis aceptado el padrinazgo, haced las cosas con grandiosidad, aunque cueste muy caro el imponer su nombre a un niño y llamar a una mujer bonita comadre. Suele a veces suceder que esta comadre no sea bonita, y entonces es menos agradable sin dejar de ser por eso comadre.
Un regalo a la parida; su valor depende de su clase y de su fortuna, y no importa tanto que sea costoso como gracioso y de buen gusto, un regalo a la partera y de gusto, un regalo a la partera y un ramillete. Si no tenéis coche, alquilad dos o tres simones, pues ya los lleva hasta un especiero.
Comprad dulces para todo el mundo, porque esto gusta mucho a las mujeres y a los niños, y os dará buena opinión entre las viejas y ascendientes, entre los criados que pronostican la felicidad del niño por la mayor o menor cantidad de dulces que les deis.
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Debéis dar también propina a la nodriza, y algunos reales a los criados de la casa.
Hay que dar para el cura, para el sacristán y demás acólitos; llevad un exterior alegre y contento; echad vuestro dinero con la mayor sal del mundo, arrojándolo como el Nourredin de "las mil y una noches" echaba sus sequines; y con esto se consiguen dos comadres: aquella con quien se ha tenido el niño en la pila, y la madre.
El niño va creciendo, llegará después a visitarnos en el día de vuestro santo y en el día de año nuevo; por pascuas, por carnestolendas, por ferias, y tendréis la grandísima satisfacción de ser su protector natural y forzoso, y el amigo de la casa.
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En un templo debemos mostrar un profundo respeto y recogimiento.
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Hay una crítica decorosa y justa que suele emplearse libremente, y que si así no fuese se faltaría a la franqueza.
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De la urbanidad en las maneras de los niños.
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La cortesía exige que, poco antes de comer y tomar las comidas, se laven las manos.
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Las bromas y los chistes que pueden llamarse las flores del talento han de ser delicados.
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En la mesa se deben observar una infinidad de reglas para evitar toda grosería y falta de buena crianza.
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Comentario de Julia Valera sobre la obra de Erasmo de Rotterdam "De la urbanidad en las maneras de los niños" -De civilitate morum puerilium-.
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Nada hay que comunique mayor grado de belleza y elegancia a cuanto nos concierne, que el aseo y la limpieza
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Un cumplimiento largo no puede tener gracia, sino que fastidia, como fastidia el elogio si dura mucho.
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El juego es una actividad social en el que las personas demuestran, como en la mesa, su buena o mala educación.
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Las reglas de urbanidad son las que fomentan y conservan las sociedades.
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Se puede invitar a los demás a que beban, con tal que sea cortésmente, con moderación y sin forzarlos.