
Cartas gratulatorias.
Cartas para dar enhorabuenas, hacer felicitaciones o conceder elogios merecidos.
Cartas gratulatorias.
Por cartas gratulatorias debe entenderse todas aquellas en que se dan enhorabuenas o se felicita a uno por algún motivo particular de ascenso, de matrimonio, de nacimiento, o alguna causa de satisfacción y gozo. Así pues, como en otras se manifiesta tomar parte en las penas del doliente, en estas se demuestra haber cabido al que escribe parte en los gustos del felicitado.
Por lo regular suelen ser breves estas cartas, y en las más de ellas van mezcladas con los parabienes las lisonjas; y pueden éstas a veces degenerar en adulación, sino son justamente merecidas, o son superiores al mérito del sujeto a quien se dirigen. Por consiguiente, es menester usarlas con una circunspecta parsimonia, pues de lo contrario recaerán en mengua y descrédito del que escribe, y pueden ofender la modestia del otro. No empero debe faltarse a aquellas expresiones que están ya admitidas por el uso, y que echaría de menos el amor propio del que recibe el parabien en ciertos casos.
Apenas pueden darse reglas ciertas en este punto, ni podrán para ello servir los modelos que aquí se presenten, porque siendo muchos de ellos dirigidos a personas que no se conocen, no puede por el mérito de éstas juzgarse si son justos elogios, o bien adulaciones bajas.
-
17353
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
La forma correcta de sentarse frente a otras personas, de estar en pie y de andar por la calle.
-
El hombre de bien debe procurar adquirir conocimientos que le sean útiles para su vida diaria.
-
Los mejores libros, considerándolos desde el punto de vista que nos ocupa, son indudablemente los libros de viajes.
-
Se cuidará mucho de no ocupar los asientos con objetos y no llevar perfumes exagerados ni alimentos de olor fuerte que puedan incomodar a los otros viajeros.
-
El vestido debe corresponder a las posibilidades, por lo cual, así el exceso como la mezquindad son dignos de censura.
-
La limpieza en los vestidos no es la única condición que nos impone el aseo: es necesario que cuidemos además de no llevarlos rotos ni ajados.
-
Los romanos tenían la costumbre de entregar al principio de la comida una nota de los manjares que se presentarían en la mesa.
-
Las señoras no se levantan ni para recibir ni para despedir a los caballeros; pero sí cuando entren o salgan otras señoras.
-
Desprecia el falso saber, es malo. Pero estima el saber verdadero, que siempre es útil. Estímalo, lo poseas, o no lo poseas tu mismo
-
La sociedad penaliza, muchas veces de forma injusta, a las personas que no visten o actúan como los demás.
-
Cesados los peligros de las bellas, ya no fue necesario para ser admitido en estas tertulias, haber roto muchas lanzas en honor de una princesa o de una dama.
-
El trato de respeto hacia los maestros y los compañeros de clase.