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No te dejes fuera de la maleta los buenos modales cuando sales de viaje

Los buenos modales se usan para tratar de parecer perfectos y comportarse de forma rígida y poco natural, sino de estar atento a cómo nuestras acciones, sobre todo las malas, afectan a los demás

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La buena educación nos debe acompañar en todos los lugares y momentos de nuestra vida
Buenos modales de viaje Que no se te olvide meterlo en la maleta. La buena educación nos debe acompañar en todos los lugares y momentos de nuestra vida

Los buenos modales en movimiento: el arte de saber estar en cualquier lugar del mundo

Hay cosas que no pesan en la maleta, pero que conviene llevar siempre cuando salimos de viaje: el respeto, la empatía y un poco de sentido común. Bien sea cuando estamos en una cena elegante, en un aeropuerto abarrotado o en una reunión formal, los buenos modales deben estar siempre con nosotros. Acompañarnos a todos los lugares y en todos los momentos del día.

Viajar no nos da licencia para olvidar a los demás

Si estamos en un avión, tren o autobús, recuerda: no viajamos solos. El asiento reclinable no es una cama de hotel, y el altavoz de nuestro teléfono móvil/celular no es una sala de conferencias para rienda suelta a nuestra locuacidad. Hablar con un tono amable, respetar el espacio ajeno y tratar bien a las personas que trabajan en estos transportes para que lleguemos a nuestro destino de la forma más cómoda y agradable posible, dice mucho de nosotros y de nuestra buena educación.

Y no, desde luego que para volar, o utilizar cualquier otro medio de transporte público, no hace falta vestir como fuéramos a pisar una alfombra roja, pero al menos presentarse con un mínimo de prudencia a la hora de vestir. Por ejemplo, no vestir con chanclas y en bañador, aunque nuestro destino sea el Caribe. Cada destino tiene su clima y su propia cultura, pero en el transporte hay que saber adaptarte a los usos sociales y las reglas de cada compañía.

La mesa: más que cubiertos, una forma de comportarse

Comer no es solo alimentarse, es relacionarse con los demás. Tomar el tenedor con la mano izquierda o en la derecha puede parecer un detalle sin importancia, pero forma parte de unas reglas o usos sociales que pone de relieve nuestros conocimientos sobre las reglas de etiqueta en la mesa. No se trata de memorizar un manual de etiqueta victoriana, sino de comprender que nuestro comportamiento en la mesa puede hacer que una cena sea amena y divertida… o realmente incómoda.

Un consejo práctico de mucha utilidad: observa y adáptate. O por decirlo de otra forma: donde fueres, haz lo que vieres. Si tenemos dudas, esperamos unos segundos, observamos y tratamos de seguir el ritmo del grupo. Podemos agradecer con un simple mirada o con palabras. Y sí, por supuesto, guardamos el teléfono: no vino a cenar con nosotros como para hacerle un sitio en la mesa.

Conversar también tiene su encanto... incluso su ciencia

¿Quieres destacar en una reunión social o familiar? No es necesario hablar mucho o en voz alta, sino más bien saber cuándo estar callado. Escuchar con atención, esperar nuestro turno y no acaparar el protagonismo convierten cualquier conversación casual en un verdadero intercambio de opiniones y pareceres.

Las presentaciones no son un mero trámite: son una excelente oportunidad para dejar una buena impresión. Usaremos el nombre de la persona que acompañaremos con una sonrisa genuina y tratando de poner sobre la mesa un tema de interés para que los presentados puedan tener un punto de partida para conversar. Y si la conversación se pone complicada, cambiaremos de tema con elegancia y de la manera más sutil que podamos.

La etiqueta no es rígida sino muy flexible y adaptable a los cambios

Las reglas de etiqueta estrictas y arbitrarias son cosa del pasado. La etiqueta, en realidad, es una forma amable de moverse en sociedad en cualquier parte del mundo. No se trata de parecer perfecto y comportarse de forma rígida y poco natural, sino de estar atento a cómo nuestras acciones, sobre todo las malas, afectan a los demás. 

Porque al final de todo, los buenos modales no son para presumir, sino para convivir mejor y de una forma más agradable. Y eso, en cualquier parte del mundo, se tiene en cuenta aunque haya algunas diferencias culturales. Una persona bien educada es bien recibida en cualquier parte del mundo.

 

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