
Aristócrata granadino especializado en Europa Oriental.
Se licenció en Derecho en la Universidad de Deusto, en Bilbao, e ingresó en la diplomacia en 1974.
José Fernando de Almansa Moreno-Barreda, vizconde del Castillo de Almansa, pertenece a una familia aristocrática de Granada, donde nació hace 54 años. Se licenció en Derecho en la Universidad de Deusto, en Bilbao, e ingresó en la diplomacia en 1974, aunque un tercio de su vida profesional, los últimos diez años, se ha desarrollado en la Casa del Rey.
Dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores, Almansa, que nunca ha hecho gran exhibición pública de su título nobiliario, se especializó, sobre todo, en Europa Oriental y en temas de seguridad y desarme.
Su primer destino fue la Embajada de España en Bruselas, donde llegó en 1976 como secretario de segunda clase, y de allí pasó a México, como consejero de Cultura.
En 1982, regresó a Madrid como jefe de la sección de Coordinación de la Subdirección General de Europa Oriental y posteriormente pasó a ocuparse de la dirección de Asuntos Atlánticos. Fue nombrado subdirector general de Seguridad y Desarme en 1983, cargo que dejó un año más tarde cuando regresó a Bruselas como consejero político de la Representación Permanente de España ante el Consejo del Atlántico Norte. En 1988, fue nombrado ministro consejero de la Embajada en Moscú. En 1990, pasó a secretario general de la Comisión para el V Centenario. Fue subdirector general para Europa Oriental, designado por Francisco Fernández Ordóñez, desde 1991 hasta que, en 1993, sustituyó como jefe de la Casa del Rey a Sabino Fernández Campo. Almansa nunca ha ocultado que su objetivo era volver a la carrera diplomática, y, desde antes del pasado verano, decía a sus amigos y conocidos que le había pedido al Rey que ese regreso se produjera cuanto antes.
D. ALBERTO AZA ARIAS. Breve biografía.
Nacido el 23 de mayo de 1937 en Tetuán (Marruecos), es Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras e ingresó en el Servicio Diplomático en 1965.
Ha estado destinado en las representaciones diplomáticas españolas en Gabón, Argelia e Italia. En 1977 fue nombrado Subdirector General de la Oficina de Información Diplomática y en el mismo año pasó a ocupar el puesto de Director del Gabinete del Presidente del Gobierno. En 1985 fue designado Embajador Observador Permanente de España ante la Organización de Estados Americanos y en 1990 pasó a ocupar el puesto de Embajador de España en México. En 1992 fue nombrado Embajador de España en el Reino Unido y desde 1999 era Inspector General de Servicios.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Eduard Subirà manifestó que no conviene olvidar que el marco en que se celebró la Boda de Estado es el religioso.
-
La llegada del Prínicipe Carlos a la inauguración de una empresa del sector cerámico.
-
El paraguas no está prohibido por el protocolo, pero no es el elemento más adecuado para una boda real.
-
La Consejería de Presidencia y Acción Exterior de La Rioja dicta una orden la que ordena por importancia, de mayor a menor de las Consejerías del gobierno de la comunidad.
-
Miranda es de las pocas ciudades que no contaba hasta ayer con este elemento tan representativo en el ámbito municipal y civil
-
El diplomático comenzó su intervención señalando que en medio del proceso de globalización, es muy importante que los pueblos mantengan vivas sus costumbres y tradiciones.
-
El Presidente Jatami había exigido que las mujeres que asistiesen a los actos programados, deberían llevar velo.
-
Alberto Aza, uno de los diplomáticos españoles en activo de currículo más sólido, sustituirá el próximo mes de enero al también diplomático Fernando Almansa.
-
Don Juan Carlos se despide de los segovianos antes de subir al vehículo oficial.
-
Las ventajas del protocolo y buenas maneras para el sector turístico.
-
El nuevo jefe de la Casa del Rey, Alberto Aza, y el secretario general, Díez Hotchleitner, designados en la misma combinación de nombres para sustituir a Fernando Almansa y Rafael Spottorno.
-
Pasar desapercibido es mucho más elegante que dar la nota.