
Lección sobre los modales. Parte I.
La dignidad en los modales son la prueba de la buena crianza, porque tanto se falta a ella por carta de más, como por carta de menos.
Los modales.
Una cierta dignidad en los modales es absolutamente necesaria para hacer que el mundo sea respetable y respetada la persona de más rico mérito; esta dignidad no es solo diferente del orgullo como el verdadero valor lo es de la temeridad, y como la verdadera gracia lo es de la bufonada, sino que es incompatible con él, porque degrada y envilece a un hombre por mérito que tenga.
El jugar de manos, una cara siempre llena de risa, las burlas, chanzas y familiaridades sin distinción, rebajan el mérito y el talento hasta el grado del desprecio; porque no hay duda que todas estas cosas forman un hombre gracioso, pero un gracioso nunca ha causado respeto; y la indiscreta familiaridad, si la usas con tus mayores, se ofenden, tomándola por insulto; y si con tus inferiores, es darles armas para que se te suban encima, pues con tus imprudentes confianzas te pones tan al igual de ellos, que les fomentas ideas de presunción y atrevimiento; el gracioso es primo hermano del bufón, y ninguno de los dos es numerado entre los hombres de talento; y el que es admitido o buscado en una sociedad, sin otra relación de méritos o modales que ésta, nunca será respetado en ella ni servirá para otra cosa. Todos queremos a uno porque toca o canta bien; a otro le convidamos a un sarao porque baila perfectamente; a otro le llevamos a una merienda porque tiene buen humor o hace coplas; buscamos a éste para que haga la partida de juego, y a aquel para verle comer y beber como a un buey; pero si lo reparas, verás que éstas son distinciones vilipendiosas y preferencias denigrativas, que excluyen toda idea de estimación y miramiento; pues cualquiera que ha sido llevado a una tertulia para tal cosa (que es como se dice), nunca será en ella considerado con otro objeto, y por consiguiente, jamás será respetado, tenga el mérito que tuviere.
"Un cierto grado de seriedad en las miradas y movimiento, da igualmente dignidad"
La dignidad en los modales son la prueba de la buena crianza, porque tanto se falta a ella por carta de más, como por carta de menos; y así se atiende a las máximas generales siguientes: tan mala parece una tímida contemplación y una baja lisonja como una indiscreta contradicción y un disputar a voces; cuando por el contrario, una modesta afirmación de su parecer y una condescendencia a los demás conserva la dignidad. Las acciones y ademanes soeces envilecen lo mismo que las palabrotas insolentes e infames del vulgo, porque arguyen un bajo modo de pensar, una educación abandonada, o un trato con gente ordinaria. La frívola curiosidad de cosas de poca monta, y una intensa atención a las frioleras y bagatelas que ni requieren ni merecen parar un instante la reflexión, hacen decaer a un hombre de la opinión de los otros, porque desde aquel punto se le tiene por incapaz de grandes asuntos, y con mucha razón. Un cierto grado de seriedad en las miradas y movimiento, da igualmente dignidad, no excluyendo por esto la festiva dulzura y la animada afabilidad, como sean siempre formales, porque la risa y la inquietud continua son fuertes indicantes de futilidad; fuera de que al que se ríe siempre oirás que le tienen por falso, y al que se atropella por cualesquiera cosa le suponen hombre para muy poco. Finalmente, los jóvenes provocativos tropiezan muy breve con otro más insultante que les tapa la boca; pero los prudentes son respetados y temidos de todos; el que no guarda toda dignidad en sus modales da pie para que le falten a la circunspección y al decoro; y así te vuelvo a decir que tengas mucho respeto al público y mucha decencia exterior, para que te sirva de escudo contra los atrevimientos de unos y las familiaridades de otros.
- Lección sobre los modales. Parte I.
- Lección sobre los modales. Parte II.
-
6875
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Consignemos, ante todo, que el invocar "la distracción" para disculpa de un hecho censurable, a lo sumo puede ser aceptado como atenuación de la responsabilidad
-
Cuando se quiere dar o devolver alguna cosa a otros, hay que entregarla con prontitud.
-
Aquella de las lectoras que no sepa a ciencia cierta el valor y el significado de una voz extranjera, la que no conozca a fondo una lengua, debe abstenerse en absoluto de emplear ese término
-
Andar por la calle, preferencia al subir o bajar una escalera y reglas a observarse al hacer una visita.
-
La correespondencia de los negocios mercantiles debe ser clara, concisa y terminante.
-
Los charlatanes se hacen callar no dando pávulo a sus palabras, del mismo modo que un tocador de violín para a los bailarines cesando de tocar.
-
No hay cosa más importante ni más preciosa que la reputación; y así el quitarla a otro es muchas veces mayor delito que ofenderle en su hacienda o en su persona.
-
La regla general en la que se resume o condensa todo lo referente a la urbanidad de las niñas.
-
Los sabios hablan con el entendimiento, y así su alabanza causa una inmortal satisfacción.
-
Replicar y contradecir en sociedad.
-
Las niñas no hacen visitas ni las reciben, sino que asisten a ellas acompañando a su mamá, a su papá u otra persona de su familia.
-
Los conocimientos materiales e individuales de las cosas, esto es, el conocimiento del mundo, no podrás adquirirlo sin una grande y continua atención