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Silicon Valley: Por qué la imagen personal y las habilidades sociales se han vuelto clave en la era de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías

Protocolo laboral y etiqueta digital para profesionales de tecnología y startups. Cuando te haces 'importante' hay que vestirse un poco mejor

Se lee en 8 minutos.

La imagen un poco descuidada y casual del CEO de una empresa tecnológica está cambiando
La tecnología ya no se viste de zapatillas deportivas, al menos en los eventos formales. La imagen un poco descuidada y casual del CEO de una empresa tecnológica está cambiando

La sudadera y las zapatillas deportivas se están quedando atrás

1. De la sudadera al traje: un cambio silencioso en la cultura tech

Durante estos últimos años, el estereotipo del fundador tecnológico fue bastante claro: sudadera, zapatillas, barba descuidada y mirada perdida en algún código de la pantalla de un ordenador. Un ejemplo de esta 'cultura' del casual un poco desaliñado fue el creador de Facebook. Marc Zuckerberg y su icónica sudadera con capucha (hoodie) se convirtieron en el uniforme de una generación que desafiaba las normas corporativas. La idea era simple: la apariencia no importa, solo importa el código. Esta estética un poco desaliñada era una declaración de intenciones: "Estamos tan concentrados en innovar que no tenemos tiempo para las trivialidades del mundo empresarial tradicional". Era el símbolo de la disrupción y rebeldía.

Pero el contexto ha cambiado bastante. Las grandes empresas tecnológicas ya no son start-ups simpáticas que "juegan" a cambiar el mundo (aunque de hecho lo han hecho y lo hacen), sino que son actores centrales en la economía, la política y la vida cotidiana. Sus líderes se sientan en mesas de negociación con gobiernos, acuden a cumbres internacionales y son observados por una opinión pública cada vez más crítica con la tecnología, especialmente con la inteligencia artificial.

En este entorno, el "genio asocial" deja de ser un mito romántico y se convierte en un riesgo: inversores, reguladores, medios y clientes esperan algo más que talento técnico. Esperan profesionalidad, empatía y capacidad de conectar. Ya no vale con apostar por ser un joven rebelde y creativo.

2. La imagen ya no es superficial: es un lenguaje muy poderoso

La ropa, el cuidado personal y el comportamiento no son solo estética: comunican mensajes muy concretos sobre cómo respetamos a los demás y el espacio en el que nos movemos.

Llegar a una reunión importante con una ropa mal cuidada o muy arrugada transmite desinterés o falta de respeto, aunque el proyecto sea muy brillante. En tu casa, viste como quieras. Pero cuando estás con otras personas, hay que seguir algunas normas.

Cuidar detalles básicos (olor, peinado, manos, zapatos) manda la señal de que entiendes el contexto y valoras a la otra persona. Adaptar tu vestuario a la ocasión (no es lo mismo un pitch informal que una comparecencia pública) indica inteligencia situacional. Sabes cómo debes vestirte en cada ocasión.

En Silicon Valley ya existen talleres donde inversores y expertos enseñan a jóvenes fundadores cómo vestirse para una reunión importante, cómo comportarse en una cena de negocios o incluso cómo desenvolverse en situaciones sociales más sofisticadas, desde un cóctel hasta una cata de productos de lujo.

No se trata de convertir a todo el mundo en modelos de pasarela, sino de adaptar la imagen exterior con el nivel de responsabilidad e impacto que se tiene, sobre todo a nivel social.

3. Soft skills: las habilidades blandas son el nuevo "código fuente" del liderazgo

Si antes bastaba con saber programar mejor que nadie, hoy en día el liderazgo tecnológico exige un paquete mucho más completo:

* Comunicación clara: saber explicar una idea compleja en pocas frases y sin jerga excesiva.

 * Escucha activa: hacer preguntas, interesarse por el otro, no monopolizar la conversación.

* Empatía: entender que tu producto puede generar miedo, dudas o resistencia y saber manejar esas emociones.

* Humildad: reconocer que la tecnología no es neutral y que sus decisiones tienen consecuencias sociales.

En algunos talleres de "etiqueta para emprendedores", los inversores recalcan algo muy simple: el fundador que solo sabe hablar de su producto pierde oportunidades; el que sabe conversar como una persona normal, gana aliados.

No es lo mismo una reunión con otros colegas de profesión que reunirse con un grupo de inversores
NO hay que vestir de etiqueta, pero hay que tratar de vestir bien, acorde al contexto. No es lo mismo una reunión con otros colegas de profesión que reunirse con un grupo de inversores

4. Ejemplos prácticos: de la teoría a la sala de reuniones

Veamos algunos ejemplos concretos para visualizar mejor estas ideas.

 Ejemplo 1: El pitch que se hunde por exceso de tecnicismos

Imagina a Laura, ingeniera brillante que ha creado una herramienta de IA para optimizar cadenas logísticas. En su reunión con inversores, arranca así:

"Nuestro modelo utiliza una arquitectura híbrida de redes neuronales recurrentes con atención jerárquica sobre series temporales multivariantes..." Los inversores se pierden en la primera frase. Lo que podrían haber escuchado es:

"Ayudamos a las empresas a reducir costes de transporte hasta un 20 % usando IA que predice mejor la demanda."

La diferencia no es de contenido, sino la forma de contarlo. Eso es la empatía comunicativa: entender lo que la otra parte necesita oír para seguir interesada. Si se pierden desde el principio, el final es bastante previsible: un fracaso.

Ejemplo 2: El fundador que parece "pasar un poco de todo"

Pablo llega a una reunión con un posible socio estratégico:

 Camiseta manchada de grasa, una sudadera vieja y unas zapatillas tan desgastadas que casi pueden verse los dedos del pie. Se sienta, deja el café sobre la mesa de manera descuidada y, al terminar, lo abandona ahí.

Cuando empieza la presentación habla solo de sí mismo y de lo revolucionario que es su producto.

El socio percibe: "Si se comporta así en una simple reunión, ¿cómo se comportará con mis clientes o cómo va tratar a mi equipo?". No es el outfit en sí, es el conjunto de señales acumuladas de falta de cuidado y consideración. Esa dejadez que demuestra poco interés por los demás.

 Ejemplo 3: La conexión humana que abre puertas

En otro escenario, Ana, fundadora de una start-up de ciberseguridad, asiste a una cena con directivos de una gran empresa.

En lugar de lanzar su pitch a la primera, empieza preguntando:

"¿Cómo están gestionando el tema del teletrabajo en vuestro equipo?"

"¿Qué es lo que más les preocupa ahora mismo en términos de seguridad?"

Alguien comenta que dejaron de leer por falta de tiempo. Ana recomienda una novela que le marcó y, sin forzar nada, se va creando un clima de confianza. La conversación fluye, y cuando más tarde habla de su empresa, la relación ya es más cercana. No ha “actuado”, simplemente ha sido una persona 'normal' antes que una vendedora.

5. El "protocolo personal" para techies: una guía sencilla

No hace falta apuntarse a un curso de etiqueta para empezar a mejorar. Un buen punto de partida es crear tu propio protocolo personal en tres capas: apariencia, comunicación y actitud/comportamiento.

 5.1. Apariencia: lo básico bien resuelto

No se trata de gastar una fortuna, sino de cumplir mínimos sólidos:

* Higiene: ducha diaria, desodorante, cuidado de manos, pelo y uñas.

* Ropa limpia y en buen estado: aunque sea sencilla.

* Un "uniforme" versátil: por ejemplo, pantalón chino + camisa sencilla + zapatillas limpias para el día a día; añadir americana para reuniones importantes.

* Adaptación al contexto: si vas a una institución pública, un fondo de inversión grande o un foro internacional, sube uno o dos niveles de formalidad. Puedes llegar, sin problema, a la chaqueta y la camisa clásica, aunque vistas sin corbata.

Piensa en la ropa como en la interfaz de una app: si está mal diseñada, el usuario se frustra antes de descubrir lo buena que es la tecnología que hay detrás.

Si tienes una reunión con inversores hay que procurar vestir de forma clásica
El vestuario formal se va imponiendo, poco a poco, cuando se trata de reuniones muy formales. Si tienes una reunión con inversores hay que procurar vestir de forma clásica

 5.2. Comunicación: menos monólogo, más diálogo

Puedes entrenar habilidades de comunicación con algunas acciones concretas como estas:

* Prepara una versión de 30 segundos de lo que haces, que entendería tu madre, tu sobrino y un vecino.

* Busca tres buenas preguntas abiertas válidas casi para cualquier networking, como por ejemplo:

"¿En qué estás trabajando ahora que te apasiona?"

"¿Qué es lo que más te preocupa del impacto de la tecnología en tu sector?"

"¿Cómo surgió la idea de hacer este proyecto?"

Practica el resumen: cuando alguien habla, intenta devolverle lo que has entendido en una frase. Eso muestra atención y evita malentendidos.

 5.3. Actitud: ni arrogancia ni servilismo

La clave está en una combinación de seguridad y respeto:

Seguridad: conoces tu producto, confías en tu equipo y puedes defender tu visión.

Respeto: escuchas, reconoces límites, pides feedback y no actúas como si el mundo te debiera algo.

Una regla útil: si tu presencia hace que la gente se sienta pequeña, algo va mal; si haces que se sientan escuchados e importantes, vas por buen camino.

 6. El riesgo de sobreactuar: autenticidad ante todo

Cuidar la imagen y las formas no significa convertirse en un personaje artificial. Un traje carísimo no compensa una mala actitud o comportamiento, y un discurso perfectamente ensayado no sirve si es vacío y no le acompaña algo más natural y creíble.

Algunos riesgos frecuentes:

* Disfrazarse: adoptar un estilo totalmente ajeno a ti solo para impresionar. Se nota y resulta incómodo. Tú tampoco te vas a sentir a gusto.

* Memorizar frases huecas: sonar como una presentación de ventas permanente. Soltar una retahíla de frases inconexas no aporta nada.

Olvidar el fondo: obsesionarse tanto con el envoltorio que se descuida el producto, la ética o el impacto real de lo que se produce y se ofrece.

La meta no es ser "perfecto", sino coherente: que lo que dices, lo que haces y lo que transmites visualmente vayan en la misma dirección.

La tecnología cambia el mundo, pero las personas también cambian

Los profesionales del mundo tecnológico manejan herramientas que pueden transformar empleos, hábitos e incluso derechos. Es lógico que la sociedad mire con lupa quién está detrás de esas innovaciones. Por eso es tan importante que aporten una imagen sólida y creíble. Ya no basta con saber programar o diseñar algoritmos brillantes. Hace falta:

* Entender el contexto social y político.

* Cuidar la forma en la que nos presentamos.

* Desarrollar habilidades para conectar con personas muy distintas: reguladores, clientes, ciudadanos, colegas...

La buena noticia es que, igual que se aprende un lenguaje de programación, se puede aprender algo sobre protocolo, comunicación y a tener una buena imagen personal. No para encajar en un molde, sino para que el talento técnico tenga la mejor oportunidad de ser escuchado, entendido y, sobre todo, tenga la capacidad de generar confianza.

 

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