
'Una invitación para___' tenemos que llevar un regalo
Si no somos amigos de regalar flores, podemos presentarnos con un detalle o un pequeño obsequio que entregaremos a los anfitriones nada más saludarles
foto base nastya_gepp - Pixabay
Enviar flores a los anfitriones y otros regalos para ser un buen invitado
Si recibimos una invitación para acudir a una casa como invitado, es correcto y bastante habitual, enviar unas flores de forma previa a nuestra visita a esa casa. Además, si le indicamos a nuestro florista que vamos a ver ese ramo, centro o adorno, se esforzará un poco más para dejarnos contentos como clientes. Es un truco de las abuelas que no falla, porque aunque la mayoría de los floristas son buenos profesionales, como en todas las profesiones, siempre les hay un poco espabilados que no se esmeran tanto cuando saben que quien regala las flores no va a verlas, por lo que es muy difícil valorar la calidad del producto servido. No debemos olvidarnos de adjuntar a las flores una tarjeta con nuestro remite y unas palabras. No se deben hacer regalos anónimos.
El ramo debemos enviarlo con suficiente antelación para que al anfitrión le de tiempo a buscar un sitio adecuado para colocarlo. Lo debemos indicar en la floristería, que "no se mande más tarde de...". No es correcto que entreguen las flores unos momentos antes de la llegada de los invitados, o lo que es aún peor, cuando estén los invitados en la casa. Eso obligaría a los anfitriones a buscar un lugar de forma precipitada para colocar las flores o bien a dejarlas a un lado hasta encontrar un mejor momento para buscarle un buen sitio.
Si se diera este último caso, no es muy apropiado dejar a los invitados solos, durante mucho tiempo, para ir en busca de un jarrón, para desenvolver el ramo o para realizar cualquier otra acción que requiera demasiado tiempo.
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Si no somos muy amigos de regalar flores, podemos acudir con un pequeño detalle que entregaremos a los anfitriones nada más saludarles. Una buena botella de vino, una caja de bombones u otro tipos de dulces, un libro de arte o de una temática similar... pero nunca debemos regalar detalles personales. A ser posible, tampoco detalles que comprometan a los anfitriones a ofrecerlos durante el almuerzo o la cena, como una tarta, unos pasteles, etcétera. Es mejor tener detalles que puedan dejarse para otra ocasión y que no se estropeen o rompan los 'esquemas' de los anfitriones. Una botella de vino, unos dulces, etcétera.
Algo más que un almuerzo o una cena. Las estancias más prolongadas
Si la invitación no es para una determinada celebración o encuentro, sino para pasar unos días en una finca, en una casa en la playa o en cualquier otro lugar, podemos optar por llevar un regalo el día que llegamos a su casa, y otro al partir, enviando, por ejemplo, unas flores al día siguiente de nuestra marcha, acompañadas de una nota agradeciendo las atenciones recibidas. La invitación a pasar unos días es un poco indeterminada -o poco precisa- por lo que no debemos abusar de la generosidad de los anfitriones. Lo mejor es dejar bien claro, al principio, la fecha de partida, para que los anfitriones puedan organizar sus planes, en los que puede entrar, entre otros, invitar a otros amigos contando con el dato del día en que nos vamos.
Por mucho que nos insistan los anfitriones, no debemos ceder a permanecer más días de los previstos, salvo por una razón muy excepcional. Podemos alegar cualquier otro compromiso u algunas obligaciones profesionales, pero no debemos ceder a ampliar nuestra estancia en la casa. Este tipo de invitaciones a quedarse más tiempo, en muchos casos, se dicen por puro compromiso, aunque no quita que haya, en algunos momentos, verdaderos sentimientos de afecto y cordialidad que les empujen a solicitar esta 'ampliación de la visita. Todo el mundo necesita disfrutar de su espacio e intimidad, y sus anfitriones, también.
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Desde el primer día que llegamos debemos adaptarnos a las costumbres de la casa, aunque sean muy distintas a las nuestras. Si tenemos alguna duda, no debemos dudar en preguntar a los dueños de la casa o al personal de servicio, si lo tienen. Debemos procurar hacer unos horarios similares a los de nuestros anfitriones, para evitar causarles cualquier tipo de trastorno o alteración en sus actividades cotidianas.
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