
El taco sedativo. Decir un taco en el momento oportuno
El manejo correcto del vocabulario es muy importante para relacionarse en sociedad, pero hay palabras o expresiones que tienen su momento.
David Goehring
El taco sedativo.
Soltar un taco no es siempre un signo de vulgaridad. Un taco bien dicho y en su momento oportuno llega incluso a alcanzar la belleza de la rotundidad.
El taco es vulgar cuando vulgar y ordinario es quien lo dice, y mucho peor que un taco suele ser su término sustantivo -léase "jolín"-, que no tiene posibilidades de amnistía. El taco oportuno, como adorno o desahogo coloquial, es incluso recomendable.
Pero nos vamos a centrar en el taco sedativo, analgésico, balsámico y medicamentoso. El taco látigo que mitiga el dolor con propiedades anestésicas. El taco preciso, y concluyente que pone lógico fin a una situación de padecimiento imprevisto.
He aquí un ejemplo.
El marqués del Tajo de Hinojeras, era hombre de escrupulosa lengua, en lo que a palabra se refiere. Jamás había salido de su boca un taco, interjección o venablo alguno. Pero el marqués del Tajo padecía en secreto de un doloroso callo. Un terrible callo que le mortificaba continuamente y que parecía no tener arreglo. Nadie, por su corrección, sabía de su irremediable mal. Fue en la víspera de San Juan, el 23 de junio de 1959, cuando sucedió. Contemplaba el marqués el salto de la hoguera de los jóvenes, cuando un ardoroso pollo, algo alocado, pisó el callo del marqués. El marqués no gritó "¡Virgen de Atocha!", ni "¡Cáscaras!", ni, por supuesto "¡Jolines!". Enrojeció de dolor e ira y gritó un "¡Coño!" como la copa de un pino. Un correctísimo "¡Coño!" que, además, le curó.
MORALEJA: Un buen taco, soltado a tiempo, puede tener efectos balsámicos.
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