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Sobre la amabilidad y la simpatía. La bondad. Educación y amabilidad en la mesa.

La buena educación tiene como principio, como base, un sentimiento de bondad que nos lleva a ser amables con las personas que nos rodean.

Departamento de Cultura. 1.952
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Convivencia Social. Formación Familiar y Social.

Un ejemplo de amabilidad.

Estamos en el día 28 del mes de abril. La familia de Anita es lo que se llama una familia modesta; existe un sueldo exiguo, que no cubre las necesidades del mes. Es decir, que hacia el día 20 la bolsa se va quedando vacía... Entonces la madre recurre a las lentejas..., esas que provienen del economato. Ni María, ni Ana, ni Ignacio, las pueden ver.

Al día siguiente llegan los hijos de clase. En el comedor aparecen las humeantes lentejas.

- ¡Qué horror, las lentejas!, dice María.

- ¡Vaya, comida la de esta casa!, protesta, Ignacio.

Pero la madre, que está cansada, porque tuvo mucho que trabajar y tiene los nervios de punta, está próxima a explotar...

Naturalmente que a ella le gustaría servir un suculento almuerzo a sus hijos. Pero ¿será posible que nadie reconozca el mérito de que puedan lucir unos buenos trozos de tocino sobre las despreciadas lentejas?... ¡estando a fin de mes!.

Esto sólo Ana sabe apreciarlo, y con tacto y amabilidad dice así, deteniendo la explosión materna:

- Pero, María, si están exquisitas; ¿no ves que tienen un tocino estupendo?. ¿Cómo lo tenías, mamá?

¿Qué os han parecido los hermanos de Ana?

Un poco ordinarios y mal educados.

La buena educación tiene como principio, como base, un sentimiento de bondad que nos lleva a ser amables con las personas que nos rodean. Esta amabilidad es el lazo de unión en la familia y en la sociedad (es decir, entre las familias, entre los vecinos, entre los pueblos).

Como veis, Ana ha suavizado una situación. De manera que la cortesía y la bondad o amabilidad suavizan y embellecen las relaciones humanas.

Cómo adquirir la bondad.

Dios es caridad. Es decir, Dios es bondad, y como nosotros estamos hechos a su imagen y semejanza, todos tenemos en el fondo de nuestro corazón un sentimiento de bondad. Este sentimiento es preciso cultivarlo y ejercitarlo, haciendo actos de amabilidad. Es preciso que no tapemos este sentimiento con la ira ni con la gula o con la envidia, instintos que nacen en nosotros por culpa del pecado. El sentimiento de bondad tiene que triunfar y ponerse por encima de sus enemigos. Y entonces, al mismo tiempo que salvamos nuestra alma, resulta que estamos conquistando la simpatía y el aprecio general.

Como lucharemos para ello.

Si queremos resultar simpáticas, amables, educadas, tenemos que luchar por que triunfe en nuestra alma: contra la pereza, la diligencia, y contra la gula, la templanza, etc., etc. Entonces resultaremos bien educadas, amables y con buenos modales. De lo contrario, no hay nada que hacer.

Las personas que no tienen religión se vencen y luchan contra sus pasiones por amor al bien, por sentimientos del deber.

Pero nosotras, que tenemos religión, luchamos, además, y sobre todo, por amor a Dios. Y logramos una doble conquista: la de ir salvando nuestra alma y la de ir consiguiendo ser amables y bien educadas, contribuyendo a suavizar las relaciones con nuestros semejantes.

Algo sobre educación y amabilidad en la comida.

Está muy feo decir que la comida está mala, quejarse y dejar la mitad en el plato, tomar para uno todo el trozo de tocino, etc., etc.

En el ejemplo anterior, Ana ayudó a su madre. Así que cumplió otro precepto de la buena educación.

Hay que hacer resaltar que Ana no es una niña redicha, sino simplemente una niña naturalmente amable. De las que lo son espontáneamente, sin tener que luchar mucho. Total, que es una niña mona y compenetrada con su madre. En cambio, María ha tenido más gula que amabilidad, más ira o más rabia..., y no ha sabido vencerse. Por tanto, ha resultado antipática y desagradable para su madre. Un poco mal educada.

No me debo sentar a comer sin lavarme antes las manos.

No debo molestar a mis padres ni a los sirvientes cuando estén comiendo, a menos que me encuentre en un apuro grande.

Mi postura en la mesa.

Me sentaré derecha, sin inclinarme sobre el plato, y procuraré no extender mis codos a derecha e izquierda. No hay que molestar con ellos a nuestro vecino.

NOTA.

Si hay tiempo para ello, la profesora puede añadir algunos consejos sobre la manera de portarse el comensal, entresacados de la lección tercera del tercer curso de F. F. y Social.

 

Nota
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