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Enséñale buenos modales

Los hábitos adquiridos en la infancia perduran toda la vida. Y eso ocurre porque el niño no los estudia de memoria, sino que se acostumbra a vivir con ellos y los hace suyos

Revista Que Me Dices
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Niña con un perrito en brazos
Buenos modales peques. Niña con un perrito en brazos

Los buenos modales y las buenas maneras: enseñar a los niños desde pequeños

Una educación adecuada no pasa de moda y es un valor muy apreciado en el mundo laboral. Incúlcasela a tu hijo desde pequeño.

Los hábitos adquiridos en la infancia perduran toda la vida. Y eso ocurre porque el niño no los estudia de memoria, sino que se acostumbra a vivir con ellos y los hace suyos. Las buenas formas, como cualquier otro hábito, empiezan a usarse en los primeros años de vida y hay algunas técnicas que ayudan a que el pequeño las asimile con mayor agrado, rapidez y facilidad. Para que tu hijo haga suyos los buenos modales, exprésale las reglas de forma tranquila y constante.

No impongas, sólo recuerda. Propicia situaciones para que las ponga en práctica. Corrige sus actuaciones, no le riñas y hazlo con espíritu positivo y actitud de ayuda.

Las palabras mágicas.

En las primeras edades, los niños no delimitan el ámbito de la realidad y la fantasía, y la magia pesa mucho en sus vidas. Por eso, un buen enfoque para enseñar buenos modales en esta etapa es hacerle caer en la cuenta de sus efectos mágicos: la gente es más cordial, amable y reacciona mejor si le pides las cosas por favor, si le dices gracias o si le das los buenos días con una sonrisa. Además, se obtienen más y mejores beneficios. Que pruebe a decir 'lo siento' en vez de mantener un enfado.

Tu hijo aprenderá a ser cordial con los demás si ve amabilidad en su entorno. Felicítale por sus habilidades y logros, y él aprenderá a hacer cumplidos a los demás.

Siempre hay que adecuar las exigencias a la edad y capacidades del niño. Pero cuando el pequeño crece, se multiplican de golpe los ámbitos en los que debe expresarse de forma educada y respetuosa con los demás. Para que tu docencia no resulte cansina ni la rechace poniéndose a la defensiva, conviene que centres prioridades y que concretes objetivos.

Por ejemplo, en la mesa debe aprender a pedir las cosas, a sentarse bien, a usar la servilleta, a no levantarse hasta que terminen todos... En la calle, a ceder el paso en una puerta y los asientos en el transporte público, recoger algo que se le cae a otra persona... Al hablar, a saber guardar turno de palabra, evitar decir tacos e insultos y a regular el tono.

¿Y si es un maleducado?

Si has empezado demasiado tarde a enseñarle, aquí tienes unos recursos que te ayudarán a modificar su comportamiento:

1. Utiliza el poder del elogio: si prestas más atención a lo que hace mal que a lo que hace bien, refuerzas la conducta inadecuada. El elogio debe ser inmediato a la acción, concreto y referido a la conducta.

2. Ignora aquellas cosas que sabes que solo las hace para fastidiar. Evita comentarios, y también mensajes no verbales. Se trata de que esas acciones queden sin atención.

3. Si es posible ignorar una mala acción, llévale a un lugar que le resulte aburrido para que se serene y pueda reflexionar.

4. No des por hecho que es rebelde. Hazle ver lo que es correcto y no desmerezcas sus valores.

 

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