
Imposición de las Birretas Cardenalicias en la Real Capilla. Discurso de Monseñor Locatelli.
Discurso de Monseñor Locatelli en la ceremonia de imposición de las Birretas Cardenalicias en la Real Capilla.
Imposición de las Birretas Cardenalicias en la Real Capilla, el domingo 14 de Diciembre de 1884.
Inmediatamente el Ablegado Apostólico cerca del Arzobispo de Sevilla, Sr. Locatelli, leyó el siguiente discurso:
Señor: Vengo a cumplir el encargo honrosísimo y muy grato que me ha confiado la benignidad de Nuestro Santísimo Señor el Sumo Pontífice León XIII, a saber: el de acercarme en esta muy noble capital al Real y Católico Trono de V.M., y presentaros las insignias de la dignidad cardenalicia, que han de imponerse al muy ilustre varón Ceferino González, Arzobispo de Sevilla, recientemente admitido en el Sacro Colegio de Cardenales.
Gran motivo es para mí de honor y de júbilo que se me conceda ofrecer los testimonios de mi respeto en presencia de V.M., que dirige los destinos de la ilustre Nación española, la cual siempre se ha recomendado gloriosamente por su sincero amor a la Religión Católica, atestiguado con insignes merecimientos.
Me sirven también de una especial satisfacción los grandes méritos de espíritu y de entendimiento del muy esclarecido varón el Arzobispo de Sevilla, a quien en el día de hoy V.R.M. impone en esta solemne ceremonia las insignias que he traído de aquella excelsa dignidad.
Merece sobremanera ser honrado este varón que, siendo discípulo de la Orden religiosa del Gran Santo Domingo, a quien España engendró para el cielo, dio espléndidos ejemplos de su virtud y publicó insignes documentos de su doctrina, como de ello dan testimonio sus escritos propagados por medio de la imprenta. Elevado después a la dignidad episcopal, demostró claramente su virtud sacerdotal en la Silla de Córdoba y en la de Sevilla, que actualmente rige, y su constante afán en la defensa de la Religión Católica.
Al par que todas estas cosas hacen muy grato el encargo de mi misión, suplico a V.C.M. que admita de buen grado, con su Real benevolencia, el testimonio de mi respeto, a la vez que ruego a Dios con fervientes votos conceda propicio toda clase de gracias y prosperidades a Vuestra Majestad, a su muy augusta Esposa, a toda la Real Familia y a la ilustre Nación española.
Terminados estos discursos, el Notario de la Real Capilla dio lectura a los Breves pontificios, y acto continuo Su Majestad impuso a los Cardenales electos las Birretas Cardenalicias.
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