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La importancia de la urbanidad.

Una persona bien educada es apreciada y estimada en sociedad.

Tratado completo de urbanidad en verso, para uso de los jóvenes. 1850
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La importancia de la urbanidad.

Si quieres ser estimado,
cual cumple a nuestro destino,
por tu parte amable y fino
con todos te has de mostrar.
Jamás a persona alguna
nombre por motes ni apodos,
y arguye falta de modos
a los demás tutear.

Delante de otras personas
no te muestres encogido,
pues por un simple es tenido
el que ostenta cortedad;
y en el extremo contrario
no des de ser un osado,
que tamaño desenfado
se atribuye a vanidad.

Si la llaneza excesiva
con razón es reprobada,
la etiqueta refinada
también llega a molestar;
un medio a tales extremos
tiene de ser preferido,
y está bien todo cumplido
cuanto es lícito, apear.

La civilidad no exige
hablar con frases limadas,
ni maneras afectadas
opuestas al natural;
lenguaje puro y genuino,
buen porte y finos modales
requisitos esenciales
son para el trato social.

Tus palabras y maneras
sean siempre mesuradas
y al lugar acomodadas,
tiempo, personas y edad.
Serás cortés, si a corteses
por dechado te propones,
imitando sus acciones,
despejo y modo de hablar.

Cuando en calidad y sexo
las personas son iguales,
los respetos principales
son debidos a la edad;
pero si el rango es diverso,
enseña la cortesía,
que el de más categoría
goza de más dignidad.

De tus actos y expresiones
destierra todo artificio,
por ser el más torpe vicio
en que se puede incurrir;
ten presentes las palabras
que cierto rey a su hijo
al despedirse le dijo:
"Antes morir, que mentir".

Como la verdad no siempre
es oída con agrado,
sin ser falso, se callado,
e ingenuo con discreción;
detesta a los impostores
que adulan a los presentes,
y hablan mal de los ausentes
denigrando su opinión.

Si alguno de los presentes
dice o hace alguna cosa
poco fina o decorosa
prudentes disimulad.
De las faltas o flaquezas
que en otro hayáis observado
reprenderle está vedado
sin tener autoridad.

Desprecia, sin enojarte
las chanzas y bufonadas
de gentes mal educadas
cuyo tema es zaherir;
y como tales menguados,
hasta el punto no te abajes
de hacer gestos y visajes,
y a costa ajena reír.

Si una réplica sufrieres,
defiende tus convicciones;
más nunca te desentones,
ni a nadie ofendas mordaz;
si no cede tu adversario
en su error encastillado,
antes que ser tu porfiado,
por prudencia, callarás.

Según dicta la modestia
no te muestres engreído
si te vieres aplaudido,
aunque fuese con razón;
ser solo un favor, expone,
que se sirven dispensarte
y que harás por granjearte
tan honrosa distinción

Siempre que caiga a un sujeto
de las manos un pañuelo
o cualquier pieza, del suelo
pronto la levantarás;
busca la parte más cómoda
para el dueño, y ten por norte
que por la punta o el corte
no se ha de entregar jamás.

Si en la precisión te vieres
de estornudar o toser,
y no puede contener
un bostezo o el eructar,
desvía entonces la cara
volviéndola al lado opuesto,
y el pañuelo o mano presto
a la boca has de llevar.

 

Nota
  • 16255

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