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Reglas de etiqueta al devolver un automóvil prestado por un familiar o amigo (con vídeo)

Al devolver un coche prestado hay que demostrar de forma correcta y apropiada ese gesto de generosidad y confianza

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El coche suele ser un objeto muy personal, casi como una segunda casa para algunos conductores
Prestar un coche es un auto de generosidad y confianza. El coche suele ser un objeto muy personal, casi como una segunda casa para algunos conductores

Cómo devolver correctamente un coche que te prestaron y agradecerlo de forma apropiada

Cómo devolver un coche prestado con elegancia y buena educación

Que alguien te preste su coche no es cualquier cosa. Es un gesto de mucha confianza que, en cierto modo, pone en tus manos no solo un objeto valioso, sino también un elemento que suele formar parte de su día a día. Por eso, devolver ese automóvil debería ser una oportunidad para demostrar gratitud y recompensar esa generosidad.

Recuerda que ese coche no es solo algo material, sino que en muchos casos es una extensión de la persona que te lo ha dejado. Devolverlo sucio, con manchas, rayado, desordenado... no solo demuestra ser muy descuidado, sino bastante poco considerado.

La regla de oro de la etiqueta social es muy sencilla: devuélvelo, si es posible, en mejores condiciones que lo recibiste. Esta máxima de buena educación y elegancia social se aplica a muchas situaciones de la vida, pero en este caso, hablamos de un automóvil prestado.

Empieza por lo básico: límpialo por dentro y por fuera. Aunque solo lo hayas usado unas horas, un coche limpio siempre habla bien de quien lo devuelve. Después, asegúrate de que el depósito esté lleno, aunque lo recibieras a medio llenar. Es una forma muy elegante y simbólica de decir: gracias, agradezco tu gesto de generosidad.

Si además quieres dejar buen recuerdo, puedes dejar un pequeño detalle en el asiento del copiloto: una caja de bombones o una sencilla nota de agradecimiento escrita a mano. Son pequeños detalles, pero que tienen una gran carga emocional. Es como ponerle un lazo al favor recibido.

Al final, la buena educación no consiste en seguir unas reglas rígidas, sino en tener sensibilidad y empatía hacia los demás. Simplemente, hay que ser agradecidos y generosos con todo el mundo.

 

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