
El manto, los guantes, las medias y los zapatos. La camisa y la corbata. Prendas de vestir
No se debe entrar en un lugar en el que haya personas de consideración, envuelto en el manto; en las casas de los príncipes se expondría uno a una reprensión, o incluso ser echado fuera
foto base ArtsyBee - Pixabay
La urbanidad y el vestuario: los guantes, las medias y los zapatos
Aquella urbanidad
El decoro pide que se lleve el manto sobre los dos hombros y que caiga por delante, y no que se arremangue por debajo de los brazos: es aún más descortés replegarlo por debajo del codo; sienta bien conservarlo estando en la mesa.
No se debe entrar en un lugar en el que haya personas de consideración, envuelto en el manto; en las casas de los príncipes se expondría uno a una reprensión, o incluso ser echado fuera.
Es descortés tirar por el manto o la ropa a una persona a la que se quiere hablar, sobre todo si es de categoría superior.
Es fino llevar guantes cuando se va por la calle, se está en compañía o se va al campo; pero es mal visto tener los guantes en la mano, agitarlos, jugar con ellos o utilizarlos para golpear a alguien: es propio de los escolares.
Hay que quitarse los guantes al entrar en la iglesia, antes de tomar agua bendita, cuando se quiera rezar y al ponerse a la mesa.
Te puede interesar: Cómo vestir unas medias de forma elegante
Cuando se quiere saludar a alguien y hacerle una profunda reverencia, como para besarle la mano, hay que tener entonces la mano desnuda, y para ello basta con quitar el guante de la mano derecha; esto mismo pide la buena crianza antes de dar o de recibir alguna cosa.
Es descortés, en compañía, sacarse y meterse continuamente los guantes; también lo es el ponerlos en la boca para mordisquearlos o chuparlos, llevarlos bajo el brazo izquierdo, llevarlo puesto solamente en la mano izquierda y tener con ella el guante de la derecha, o ponerlos en el bolsillo cuando deberían estar revistiendo las manos.
Es muy feo dejar caer las medias hasta los talones, por no atarlas; hay que cuidar de estirarlas bien para que no hagan arrugas sobre las piernas; y no se debe tolerar nunca que aparezcan un poco rotas, o que asome algún remiendo fuera del zapato, o que estén tan estiradas que se vea la pierna a través.
En cuando a los zapatos, hay que cuidar que estén adecuadamente cerrados con hebillas, o atados con cordones.
Es grosero ponerse los zapatos a modo de zapatillas, ya en casa, ya fuera; y los buenos modales exigen que estén siempre muy limpios.
Te puede interesar: Historia y uso de los guantes
Hay que tener los vestidos cerrados por delante, sobre todo en el pecho, de modo que no aparezca la camisa, y es negligencia imperdonable dejar caer las mangas de la camisa sobre el puño, por no estar sujetas, o dejar colgar las cintas de los calzoncillos; sería incluso atraerse la confusión dejar salir la camisa por alguna parte.
La buena educación no puede sufrir que se tenga el cuello desnudo y al descubierto; quiere más bien que se use corbata en público, y cuando se esté en casa, sea desvestido, sea indispuesto, que se tenga un pañuelo adecuado para cubrirlo.
-
1496
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Ya no tanto distinguen a los individuos los trajes, como la instrucción, la educación, el ingenio y los talentos acompañados de las gracias y elegancia.
-
Los jueces reales llegaban a tal exceso de venalidad en Inglaterra, que en 1229 fueron acusados criminalmente y declarados culpables y condenados a multas proporcionadas a sus delitos.
-
Las señoras no se levantan ni para recibir ni para despedir a los caballeros; pero sí cuando entren o salgan otras señoras.
-
El respeto que se debe al prójimo no permite, al hablar de alguien, golpearse la frente con el extremo del dedo para indicar que es una persona aferrada a su sentir y a su propio juicio
-
Sea cual fuere el objeto de la conversación, exponed con modestia vuestra opinión, defendedla con moderación y serenidad
-
Hay quien tiene costumbre de tutear a sus criados, y no aprobamos semejante costumbre.
-
Regularmente el hombre se distrae por afectación o por frialdad, y así es fastidiosísimo para el trato.
-
Es preciso abrir los dientes para leer o hablar, articulando cada palabra claramente.
-
La cortesía exige tener y mantener siempre las manos limpias, y es vergonzoso mostrarse con las manos negras y mugrientas.
-
Normas que deben seguir los comensales en los convites.
-
Servicio de mesa. Los manjares que se sirven con cuchara y se cortan en rodajas o lonchas. Los aderezos.
-
Las adulaciones y lisonjas son propias de cameladores que no buscan el bien ajeno sino el propio.