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Los gestos de la penitencia. I.

En la Edad Media la oración de rodillas con el fin penitencial, repetida determinado número de veces dentro de cierto tiempo tanto de día como de noche, era una devoción.

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Los gestos de la penitencia.

Los gestos a los cuales oficialmente la Liturgia reconoce un carácter de arrepentimiento y de penitencia son principalmente tres:

a) La genuflexión.

b) Los golpes de pecho.

c) La inclinación profunda del cuerpo.

La genuflexión.

La genuflexión es la actitud natural de aquel que, sintiéndose culpable, demanda perdón y gracia: Inflexio genuum poenitentiae et luctus indicium est(La inflexión de las rodillas (el arrodillarse) es señal de penitencia y signo de duelo). Cristo ha trazado el retrato en el publicano del Evangelio, que de rodillas, con la cabeza inclinada y golpeándose el pecho, implora piedad del Señor. La oración de rodillas fue por esto, desde el siglo II, característica de los días de estación, dedicados a la penitencia y al ayuno. "En ellos -escribe Tertuliano-, toda oración se hace de rodillas, porque debemos expiar nuestros pecados delante de Dios". Al contrario, en las dominicas en el tiempo de Pascua a Pentecostés, conmemorativas de la gloria de la resurrección de Cristo, por una tradición que San Ireneohace remontar a los apóstoles, estaba absolutamente prohibido arrodillarse y ayunar.

Esta disciplina primitiva, que asociaba la genuflexión con la penitencia, fue siempre observada en la Iglesia y se ha transmitido hasta nosotros en la liturgia de la Cuaresma y en los días de penitencia (témporas, vigilias, rogativas) y de luto (difuntos), durante los cuales gran parte de las oraciones deben ser recitadas de rodillas. Más aún, en los formularios de muchos de estos oficios ha quedado la invitación a arrodillarse, que ya hacía el diácono: Flectamus genua!(Doblemos las rodillas). Actualmente la rúbrica del misal hace añadir en seguida: Levate!(Levantaos); pero no hay duda de que no sólo antiguamente, sino que todavía en la Edad Media los fieles a aquella advertencia se arrodillaban y rezaban durante algún minuto en silencio. San Cesáreo(+ 542), en efecto, deploraba ya en su tiempo que algunos, a pesar de la invitación del diácono, quedasen erguidos como columnas. En la Edad Media la oración de rodillas con el fin penitencial, repetida determinado número de veces dentro de cierto tiempo tanto de día como de noche, era una devoción totalmente propia de los celtas, que la habían empujado más allá de los límites de lo verosímil; éstos la hacían remontar a San Patricio (+ 493), al cual, se decía, se la había enseñado un ángel.

El ponerse de rodillas es también la actitud del cristiano cuando en el sacramento de la penitencia confiesa los propios pecados. San Clemente Romanoy Hermas aluden ya a esta actitud del pecador en la exomologesis; más aún, Tertuliano deja entender que en África, y quizá también en Roma, la genuflexión fuese acentuada como una postración hasta el suelo. Sozomenoen el siglo V lo confirma por lo que respecta al uso de la iglesia de Roma. "Allá -dice él- los penitentes ocupan un lugar determinado y están en una actitud de tristeza y de compunción. Pero cuando el servicio divino está para terminar, sin que ellos hayan participado en los santos misterios, se postran en tierra gimiendo y llorando. El obispo se asocia a sus lágrimas, se postra a su vez sobre el pavimento, y con él la multitud que llena el templo, y llora y gime. Después de algún tiempo, el obispo se levanta, hace surgir la asamblea, pronuncia una oración sobre los penitentes y los despide".

La genuflexión y la postración en uso en la penitencia pública de la Iglesia antigua pasaron al ritual de la reconciliación de los penitentes el Jueves Santo, y al de la confesión privada, como fue generalmente practicada durante toda la Edad Media. Actualmente, el Ritual Romano tradicional no prescribe más que genuflexión.

Fuera del Sacramento de la Penitencia, la postración, quizá por derivación del ceremonial bizantino, se ha conservado en la liturgia en la apertura de la función del Viernes Santo, resto de aquella que antes era común al principio de la misa; en la adoración de la cruz, en el ritual de las órdenes mayores, en la vigilia de Pascua y de Pentecostés, en la profesión monástica y en la bendición de un abad. Esta, además, se encuentra generalmente unida con la fórmula penitencial de las Letanías de los Santos.

Nota sobre gestos paralitúrgicos de la penitencia.

La institución de la penitencia dio lugar a un colectivo especial, el de los penitentes, cuyo principal escenario han sido las procesiones de Semana Santa. Desde los costaleros portando los pesadísimos pasos, hasta los encapirotados andando descalzos e incluso arrastrando cadenas y grilletes, tenemos un enorme abanico de gestos de penitencia.

 

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