
Deberes entre las preceptores y los padres de sus alumnos. Entre los jefes de oficinas públicas y el público.
Deberes respectivos entre las preceptores y los padres de sus alumnos. Entre los jefes de oficinas públicas y las personas que entran en ellas.
De los deberes respectivos.
Entre las preceptores y los padres de sus alumnos.
La persona que recibe de un padre la alta misión de enseñar y moralizar a su hijo, contrae imprescindibles deberes de mostrarse acreedor a esta confianza, y su conducta ha de ser tan moral, digna y delicada, como noble es la misión que se confia a su virtud y a la cultura de su ingenio.
Le es indispensable, pues, corresponder con agradecimiento a la confianza que han depositado en él los padres, y mostrarse amable y complaciente en cuanto no rebaje su dignidad.
Los padres, a su vez, haciendo abstracción del interés material, que nunca debe entrar en cuenta para las almas nobles, se mostrarán altamente reconocidos a los afanes y desvelos que el preceptor consagra a sus hijos.
Un padre no tiene ningún derecho para reconvenirle por actos que están autorizados por los estatutos, la disciplina y prácticas generales que el preceptor haya ya establecido, pues cumplía a su buen juicio haberlo reflexionado antes.
En un establecimiento de enseñanza no puede haber otras distinciones que aquellas que están fundadas en la virtud y el mérito.
Según esto, la mediación de los padres para que se premie a los niños, o librarlos de las prudentes y provechosas correcciones que se Ies impongan, son exigencias ridículas, que siempre redundan en perjuicio de los mismos hijos.
Entre los jefes de oficinas públicas y las personas que entran en ellas.
El jefe de una oficina pública tiene una imprescindible obligación de recibir con afabilidad a cualquiera persona que solicite audiencia, y excitarla a que tome asiento. Pero no tiene precisión de ponerse de pie, como no sea una señora o un amigo.
Los que entren en una oficina pública se abstendrán de tomar asiento, como no se les indique, y no se acercarán a ningún bufete, de modo que puedan leer los papeles que haya encima de él, pues esto sería una imprudencia muy grande.
Deben retirarse lo más pronto posible, y hacer un saludo al oficinista desde la puerta.
-
10848
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
La alegrÃa moderada en las conversaciones pasa fácilmente de uno a otro ánimo y es acogida con favor por todos.
-
Muchas cosas que eran algo, dejándolas, fueron nada; y otras que eran nada, por haber hecho caso de ellas, fueron mucho.
-
La institutriz, persona de carrera y de educación distinguida, se considera siempre como parte de la familia.
-
No debes jamás roer ni chupar los huesos, sino partir la carne, y cogerla con el tenedor, siendo mucha indecencia el tocar los alimentos con los dedos
-
Las señoras no pueden ser invitadas a festines sino por otras señoras, o por un caballero casado en unión de su esposa.
-
Hablar con otras personas requiere tener algunos conocimientos sobre cómo manejarse de forma correcta en una conversación
-
El comportamiento en la calle debe ser correcto en todo momento, evitando hacer cualquier cosa que pueda molestar a los transeúntes.
-
Si no os es dado libertaros de la conversación de semejantes gentes, abandonadles.
-
En estos actos, a los que por deberes polÃticos, asisten personas de pueblos humildes, que sólo están acostumbradas a comer en la modesta mesa de su hogar...
-
Cuando la persona que llega merece cierto honor, siempre hay que dejar de hablar, o el juego, o cualquier otra cosa, y todos deben levantarse.
-
Todo hombre que tiene libre el uso de sus ojos, y de su mano derecha, puede escribir la forma de letra que le guste.
-
Las personas desocupadas se dedican en los paÃses civilizados a cultivar el talento con la lectura, o se entretienen en amenas e instructivas conversaciones.