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Las buenas maneras ¿se perdieron?

El lanzamiento de un nuevo manual de buenas costumbres nos lleva a repasar algunas de las cuestiones sobre comportamiento en sociedad.

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¿Se perdieron las buenas maneras?

Confesión.

Debo reconocer que el tema del buen trato, la educación, el comportamiento apropiado, y todas estas cuestiones anticuadas, han tenido en mí un fuerte admirador. Claro que los usos y costumbres que se ven cotidianamente, de pronto me hacen ir perdiendo interés en el asunto, porque se llega a un punto en que se vuelve difícil la convivencia con un prójimo desentendido de estas cuestiones.

Aparición.

Entonces aparece una mujer como Aixa Gondell, antigua amiga de Fernando Vidal Buzzi, y pone en mis manos un libro que se llama "El Protagonista. Técnicas de Supervivencia Social". Libro que tiene por objetivo confeso de la autora, y desarrollado por su prologuista, Horacio de Dios: "... es una vacuna, que nos protege del mal tan extendido y contagioso de la desubicación".

Un curso completo.

Como veremos, Aixa se detiene en los más mínimos detalles, si bien en algunos confieso que no he coincidido con ella. Por ejemplo, dice que "el estilo no se hereda, se adquiere". Y yo pensé: lógico, sino ¿para qué querría alguien un libro que le enseñe a como presentarse a otra persona? Pero a mí me parece que la cosa no es así: el mejor estilo es el heredado.

Si bien, entiendo que la autora apunta a los empresarios o gente de mundo en general, que nadie lo incluyó en el testamento de las buenas maneras, y por lo tanto no tiene de quien heredar el horror al poner los cubiertos "en remo", colgando del plato, mientras se está comiendo. Repito lo que se decía en mi casa: "cuando el cubierto es levantado de la mesa, no vuelve a tocarla nunca más ...", por lo tanto el remo, tan frecuente está absolutamente prohibido.

Ascensor.

La obra contempla casi todas las situaciones de la vida cotidiana de una persona normal, y me llamó la atención la sugerencia de evitar el típico comportamiento colectivo de quienes suben a un ascensor, de quedarse mirando el piso, y sintiendo cierta incomodidad por el roce y apretuje con gente no siempre conocida. Allí la autora dice que basta con entrar saludando a todo el mundo para que el hielo se rompa de inmediato. No probé usar la técnica, porque temo que mire a unos desconocidos y les pregunte: "¿Qué tal, como les va?". Y la señora, que nunca falta, me responda: "¿a usted que le importa?" ¿Se imagina comenzar el día de esta manera?

Invitación a la casa.

Aquí creo que Aixa se ha quedado unos figurines atrasada. Sugiere que la mejor forma de invitar es hacerlo por teléfono. Aixa: en la era del Twitter, el mejor recurso es el e-mail. A tal punto hemos llegado, que este año me han llegado varias participaciones de casamiento escaneadas y adjuntadas a un mail. Las imprentas de lujo listas para quebrar, sospecho.

Después aconseja que el invitado debería responder de inmediato, siempre y cuando la invitación haya sido hecha en el plazo educado de 7 días de anticipación. Equivocada señora Gondell: los invitados de hoy en día, estilan aguardar a ultimísimo momento para poder elegir el mejor programa que le puedan proponer.

Responder de inmediato conlleva el riesgo de perder una mejor oportunidad de entretenimiento para el fin de semana o una noche determinada. Cuidado, no digo que esto está bien, digo que es lo que se estila hacer, aunque reconozco que este comportamiento denota una total falta de estilo, sea heredado o adquirido ...

Antes de comenzar ... Dice en la página 85, tome con ligereza y buen humor cualquier situación que surja, es una forma más de demostrar su capacidad de Anfitrión. Claro, la autora no da ejemplos, así que resulta algo complicado imaginar donde aplicar esta regla. Me pregunto: llega una dama impresionante, pero que padece de aerofagia, y a poco de darle la mano, despide una ventosidad ... ¿usted que hace? Comenta: "oh, que buena digestión que tiene usted", o pone cara de "aquí no pasó nada" y sigue con el protocolo como lo indica el texto. No es un problema menor.

Tomar la copa.

Mire que tema. Gente que se considera a sí misma refinada, como los miembros del matrimonio Uranga Lanús, dicen que a la copa de vino hay que arremeterle al cáliz con los dedos pringosos, aunque queden inmortalizados y expuestos al apoyar la copa en la mesa. La señora Gondell, que los Uranga Lanús deberían leer con atención, dice: "los copones de vino, por su tamaño, se toman por el tallo".

Preste atención, porque algunos creen que esta pose de tomar la copa por el tallo es de los que se la quieren dar de conocedores. Equivocados: es una cuestión de estilo. Anote.

Error.

El libro se equivoca cuando habla del plato de pan como si fuera inevitable colocarlo en una mesa. En los manuales más antiguos se recuerda que el plato de pan procede si la mesa está servida con individuales, horrible costumbre norteamericana, en lugar de mantel de hilo. Si hay mantel no va plato de pan. Lo que explica la escobita con palita de plata que uno ve funcionar en los restaurantes de precio.

Se acata pero no se cumple.

Es lo que pareciera decir el texto, porque al final de las recomendaciones para un correcto comportamiento en la mesa, resalta: "Hay que saber muy bien las reglas protocolares, para poder romperlas y si es necesario, sea transgresor con Estilo." La traducción sería: sepa que mondar en la mesa, y peor aún, levantarse de la mesa con el escarbadientes asomando indiscretamente de un costado de su boca, no está tan mal si usted sabe que está mal ... Interesante ...

Otros textos.

Pienso que después de leer El Protagonista, si usted ya ha conseguido ganar una posición económica como para sentarse en una mesa ataviado con un traje de Armani, siempre que para usted ataviarse con Armani signifique algo, y siente que le falta un poco de "no pongas los codos en la mesa", o "no comas con la boca abierta", o "no te llenes la boca y comé despacio" y otros varios consejos que se escuchaban en las mesas familiares de la gente educada, si siente esa falta, le decía, lea este texto porque tiene todo para saber el qué, el cómo y el cuándo, para que nadie codee a su compañero o compañera de mesa, señalándolo a usted con un gesto de la cabeza por algún desaguisado que se pueda haber mandado inadvertidamente.

También puede consultar textos antiguos y de paso acercarse a la literatura de los clásicos, que nunca está de más. Algunos ejemplos: Mariano José de Larra en "El castellano viejo" critica las mesas bajas para comer porque a la hora de comer la sopa puede suceder que: "... sube como se sube agua del pozo, hace subir la comida hasta la boca, adonde llega goteando después de una larga travesía ...". Y advierte de lo que puede pasar si queda un cocido en medio de la mesa y debe cada comensal servirse por sí mismo: "... cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino: por izquierda los embutidos de Extremadura ...".

Conclusión.

Aprender maneras nunca está de más, y si el texto clásico del párrafo anterior no lo inspira, no dude en buscar en el capítulo tercero de Historia de la vida del Buscón de Francisco Quevedo, donde expone el comportamiento deplorable del licenciado Cabra, que si hubiera consultado El Protagonista no habría sido inmortalizado por Quevedo como un cabrón.

 

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