Los deberes de la buena educación para con la desgracia. El entierro y el luto
La esquela o papeleta de defunción contiene ordinariamente la invitación de asistir al acompañamiento del cadáver al cementerio
La duración del luto. Acompañamiento de familiares y amigos en estos duros momentos
Cuando se tiene la desgracia de perder a alguna persona de vuestra familia, es preciso comunicarlo a todas las personas amigas o conocidas, tantos nuestras como del difunto. La esquela o papeleta de defunción puede contener la invitación de asistir al acompañamiento del cadáver al cementerio.
Si no se comunica a los parientes y amigos íntimos, éstos se ofenderían justamente de saber la desgracia por medio de billete. Tienen derecho a que se les admita, lo más pronto posible, por medio de un recado de atención.
Lo comentado sobre la variedad del ceremonial respecto al matrimonio, tiene completa aplicación a la materia de los funerales. Partiendo de este principio, nos limitamos a decir que los parientes más próximos al difunto tienen el lugar de preferencia en el cortejo fúnebre, ya la comitiva vaya a pie, ya en carruaje. Por designación de la familia, se eligen cuatro o seis personas para llevar las cintas del féretro. La comitiva vuelve a la casa mortuoria bien en corporación si el duelo no se despide en el cementerio (que es lo ordinario) o bien cada cual separadamente.
¿Cuánto debe durar el luto?
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La duración del luto, está en relación con el grado de parentesco que liga con la persona muerta. Puede dividirse en dos o tres clases según su mayor o menor rigor. Las costumbres locales, tanto en las provincias como en la corte tienen fuerza de ley. Aunque se dicten las prácticas que pareciesen más aceptables, nadie se había de creer por ello autorizados a seguir otras costumbres que las del círculo en que viven. Las costumbres locales son las que mandan, sobre cualquier otro consejo o regla que pudiera creerse general.
Cuando se trata del luto de un padre, una madre, esposo, hermano etcétera, está prohibido, por el uso general, que los hijos, esposos o hermanos del difunto asistan a los espectáculos o paseos públicos, hasta que pase un año.
Las visitas que se hacen a las gentes que están de duelo, se llaman visitas de pésame. En ellas se debe abstener de hablar de cosas alegres o demasiado personales, procurando también adoptar un traje en armonía con la situación. No es necesario guardar luto, pero mantener un cierta compostura en el traje y no vestir con colores llamativos o atuendos demasiado festivos.
Si estáis distante del punto donde ha ocurrido la desgracia, debéis manifestar vuestro sentimiento por escrito, debiendo la familia afligida contestaros después de pasado algún tiempo. Las comunicaciones escritas se hacían por medio de carta o telegrama.
Esta triste materia es importante en cualquier tratado de la política y urbanidad. Perder un familiar o un ser querido es algo que no ocurre o va a ocurrir a todo el mundo a lo largo de nuestra vida.
Conocer estas leyes que son tan necesarias, pues en efecto la política y urbanidad de que podemos hoy enorgullecernos, es una virtud a la cual no debemos jamás renunciar, puesto que ella ha dado al comercio de la vida esa dulzura llena de elegancia, ese encanto lleno de dignidad que no puede ser bien comprendido, sino por aquellos que tienen un gusto delicado.
Como ha dicho muy bien la espiritual Madame Lambert:
"La política atención, es un deseo de agradar a las personas con quien está uno obligado a vivir, haciendo de modo que todo el mundo esté contento de nosotros; nuestros superiores de nuestros respetos; nuestros iguales de nuestro aprecio; y nuestros inferiores de nuestra bondad."
Es conveniente también considerar la política y atención desde un punto de vista más elevado, y decir con San Francisco de Asís: "que la urbanidad es hermana de la caridad."
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