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Verso a las maestras y el comportamiento en la escuela.

Urbanidad en verso para el uso de las niñas. El respeto a las maestras y el comportamiento en la escuela.

Tratado completo de urbanidad en verso para uso de las niñas
Se lee en 2 minutos.

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Respeto a las maestras y comportamiento en la escuela.

Las personas que nos educan, maestros y profesores, se merecen todo el respeto del mundo, así como el agradecimiento por una labor tan importante para el futuro de las personas individuales y el futuro colectivo de una sociedad pacífica, tolerante y civilizada.

En el estado salvaje
sumido el hombre yaciera
todavía, si no fuera
por la civilización;
esta antorcha manejando
los maestros de la infancia,
disipan nuestra ignorancia
e ilustran nuestra razón.

La educación, jovencitas,
que os dan vuestras preceptoras,
las constituye acreedoras
a gratitud eternal;
cuando su vida os dedican
y sus tareas prolijas,
sed con ellas una hijas,
pues su amor es maternal.

Tras del almuerzo y comida
a la hora prefijada,
y la lección estudiada,
al colegio marcharás;
preséntate a la maestra
con la atención que es debida,
a tu puesto ve en seguida
mientras que la lección das.

Ante todo el Catecismo
aprenderás diligente,
como asunto el más urgente
y de mayor entidad;
que el estudio de las ciencias,
sin la "Doctrina cristiana",
es ocupación muy vana;
solo es humo y vanidad.

Aprended de hacer calceta,
y otras labores precisas,
como el corte de camisas,
de vestidos, el coser,
bordar de varias especies,
el manejo de la plancha
y, en fin, todo lo que ensancha
la instrucción de la mujer.

Con toda joven que sea
mas que no tu aventajada,
en ser dócil y aplicada
procura rivalizar;
pues la que en aprovecharse
pundonorosa se muestra,
el amor de su Maestra
y el premio logra alcanzar.

Una vil es cualquier niña
que de una falta ligera
acusa a una compañera
porque la tiene rencor;
ya que las veces de madre
vuestra directora os hace,
vuestros ánimos enlace
un mutuo y fraterno amor.

El desorden en la escuela
es un defecto notable;
por lo que se hace culpable
quien lo llega a perturbar.
Sin un orden riguroso
no puede haber enseñanza
pues solo con él se alcanza
que ésta llegue a prosperar.

Si entra o sale una señora
un sacerdote, inspector
u otro cualquier superior,
en pie os deberéis poner
y esta actitud respetuosa
guardaréis hasta el momento
en el que a tomar asiento
se os permitiere volver.

Cuando salgáis de la escuela
id a casa en derechura
y una grave compostura
por la calle guardaréis;
si alguien de vuestra familia
no viniere a acompañaros,
será mejor asociaros
y que parejas forméis.

 

Nota
  • 10870

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