
Reglas para la conversación.
Para que seas amada de los demás,
ren en cuenta que siempre amable
y atenta con ellos te has de mostrar.
Jamás a persona alguna
nombres por motes o apodos;
y arguye falta de modos
sin discreción tutear.
Oye mucho y habla poco,
y siempre oportunamente,
que el silencio es elocuente
a la mejor ocasión.
En conversación ajena
no entres sin ser invitada;
si lo fueres, mesurada
toma parte en la cuestión.
De tus actos y expresiones
destierra todo artificio,
que es el más infame vicio
en que se puede incurrir.
Ten presentes las palabras
que ciero rey a su hijo
al despedirse le dijo:
"Antes morir que mentir".
Como la verdad no siempre
con agrado es escuchada,
si es lícito, se callada,
e ingenua con discreción.
Detesta aquellos aleves
que adulan a los presentes
y hablan mal de los ausentes
cebándose en su opinión.
Con personas de carácter
no hables con tono subido,
o en extremo deprimido,
ni con precipitación;
en general ten en cuenta
que es más grata y preferible
una voz dulce y flexible
sin fingida entonación.
Nunca salgan de tus labios
alabanzas excesivas,
pues suelen ser ofensivas
cuando inmerecidas son;
y si acaso una persona
elogiase en tu presencia
algo de tu pertenencia,
ponlo a su disposición.
Si alguno de los presentes
dice o hace alguna cosa
poco fina o decorosa,
prudentes disimulad.
De las faltas o flaquezas
que en otro hayáis observado,
corregilr está vedado
sin tener autoridad.
Aunque los buenos consejos
son un servicio apreciable,
para ello es indispensable
mucho tino y discreción;
de darlos sin que los pidan
no tengas la ligereza,
a no media gran franqueza
o ser de tu obligación.
Si una réplica sufrieres,
defiende tus convicciones;
mas nunca te desentones
ni a nadie ofendas mordaz,
y si en su error él se obstina
o que firibundo alterca,
ante su conducta terca,
cállate en pro de la paz.
No descubras una cosa
en secreto revelada;
¿quién te tuviera por fiada
si viese tu induscreción?
Ni tampoco de curiosa
te acredites preguntando
de que se estaba tratando
al llegar a una reunión.
Según dicta la modestia,
no te muestres engreída
si te vieres aplaudida,
aunque sea con razón;
ser solo un favor, responde,
que se sirve dispensarte,
y que harás po granjearte
tan honrosa distinción.