Entrrevista a David Pasarin-Gegunde.
David Pasarin-Gegunde es un experto en protocolo. Asesora a empresas, instituciones y particulares sobre el arte de saber estar. En la mayoría de los casos se limita a enseñar maneras y formas que dictan el sentido común y la educación. Ahora, en Navidades, requieren más sus servicios.
David Pasarin-Gegunde, tras licenciarse en Dirección y Administración de Empresas optó por el camino del protocolo, del que se ha hecho un especialista. David alerta del peligro que pueden suponer las cenas y comidas de empresa.
¿Qué le llevó a dedicarse al protocolo?
Nada en especial. Siempre me ha gustado todo lo relacionado con el protocolo.
Pero usted ha estudiado Empresariales.
Sí, pero el protocolo hay que verlo como una forma más de comunicación que tiene mucha relación con el mundo de la empresa.
¿Cómo se especializó?
Pues como no hay una formación reglada y unificada en todo el Estado, he tenido que leer muchísimo sobre el tema y luego hacer cursos en Salamanca, Zaragoza y Madrid, en la Escuela Internacional de Protocolo.
¿Qué es el protocolo?
Cada experto puede dar una definición.
¿Cuál es la suya?
Para mí es un conjunto de normas, muchas veces de costumbres, que tratan de reglar una serie de actos, de ordenarlos, de cuidar su estética y que todo eso se comunique.
¿Cuántos tipos de protocolos hay?
Institucional, corporativo o de empresa, y el que podríamos denominar protocolo social.
¿Qué es eso del protocolo social?
El protocolo social es lo que antes se llamaba urbanidad, algo tan básico como la educación cívica, la cortesía, las buenas maneras. Pero en los tiempos que corren, parece que eso es un lujo.
¿Por qué es un lujo?
Porque se están perdiendo las buenas costumbres. Se ha perdido la admiración por las personas mayores y el respeto por los profesores. No veo tan descabellado que se volviera a enseñar urbanidad en las escuelas.
Además de la educación y las buenas costumbres, ¿qué aspectos cubre ese protocolo social?
La etiqueta, por ejemplo, que es cómo se debe ir vestido a un acto social. También incluye el protocolo en la mesa, las recepciones, el saludo, muy importante entre pueblos de diferentes culturas, o los regalos. El protocolo social no es más que relacionarte con los demás de una forma agradable, fácil y eficiente.
Ahora que estamos en Navidad, ¿qué nos recomienda para la cena de Nochevieja?
Yo creo que cada persona, cada familia, debe saber hasta qué punto se debe preparar para el evento. Es una noche especial, por lo que pienso que se debe dar la entrada con una vestimenta mínimamente adecuada.
¿Usted cómo lo hace?
A mí siempre me ha gustado vestirme bien para esa cena, con una chaqueta y una camisa. Lo que no se me ocurriría es pasar una Nochevieja en chándal, pero respeto a quien lo haga.
Si la cena es fuera de casa, ¿cómo se debe ir vestido?
Si queremos darle un cierto empaque, los hombres podrían ir de esmoquin o con un traje oscuro y las mujeres de largo.
¿Algún color especial en el vestido de la mujeres?
En la cena de Nochevieja no hay limitación de colores, aunque el negro es el más elegante. En las bodas, sí. No se recomienda ni el blanco ni el negro.
¿Qué le parece disfrazarse?
A mí me gusta disfrazarme, pero no en Nochevieja. El protocolo hace mucho hincapié en las tradiciones y creo que en nuestro ámbito cultural, el disfraz es más para los Carnavales.
¿Tiene que haber un orden en la cena de Navidad?
En las cenas familiares lo lógico es que los padres presidan la mesa.
¿Y las mesas cómo deben ser?
Ahí hay que buscar la estética de la mesa, que no esté muy recargada, que no haya demasiado cubierto.
¿Qué se puede comer con las manos?
En el ámbito privado todo lo que nos vaya a causar un exceso de movimientos. Los espárragos y el marisco está bien visto que se coman con las manos.
Estos días también hay muchas comidas de empresa, ¿qué recomienda?
Aplicar el sentido común. Uno no debe olvidar que está en una cena de empresa y que al día siguiente se va a encontrar con sus compañeros de trabajo. Dependiendo de lo que haya hecho esa noche puede ser la comidilla de la empresa.
O sea, moderación.
Sí, tener mucho cuidado con el alcohol. En las comidas y cenas de empresa es mejor no desmadrarse, que para eso ya hay otras noches. Sobre este tema conozco un caso.
Cuente, cuente.
Conozco el caso de una persona que estaba considerada en la empresa como muy seria y correcta, pero que en una cena de Navidad perdió los papeles. Pues bien, ese mismo día tiró por la borda toda su trayectoria anterior. Leí hace poco en un reportaje que en Estados Unidos después de las cenas de Navidad es cuando suele haber bastantes despidos justificados por las "circunstancias personales".
Antes hablaba de los regalos, algo fundamental en estas fechas.
Sí. Respecto a los regalos, lo más importante es pensar previamente en la persona, en sus gustos y no pensar en lo que nos gusta a nosotros. También es fundamental en este tema conocer las costumbres de otros países.
¿A qué se refiere?
A que si uno regala algo a un británico, no espere que lo abra delante porque ellos consideran que se debe hacer en la intimidad para que no se comparen los regalos.
¿Cómo es el protocolo institucional?
Jordi Pujol decía que el protocolo institucional es la plástica del poder, es la manera en el que se expresa el poder.
O sea, ¿muy rígido?
No tiene por qué serlo. Al revés, en las grandes cumbres de líderes políticos el protocolo es una especie de lubricante, de aceite para que las relaciones entre esas personas sean más distendidas y puedan llegar a acuerdos.
¿Hay muchos políticos que rompen el protocolo?
No. En Europa el que más rompe el protocolo es Berlusconi, que sale del coche hablando por teléfono y le tiene a Angela Merkel cinco minutos esperando hasta que acaba. Eso es una falta de educación que entre presidentes pasa a ser una cuestión de protocolo.
¿Aquí se lo salta alguien? ¿El señor Azkuna, por ejemplo?
El excelentísimo alcalde de Bilbao tiene una personalidad muy especial que cumple perfectamente el protocolo. Y si tiene alguna salida, es porque es buen comunicador.
¿Qué es para usted la elegancia?
La elegancia no tiene nada que ver con el protocolo. Pero ser elegante es que te recuerden sin haber llamado la atención.
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