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La imagen es tan importante como el rendimiento.

Hasta no hace mucho tiempo, si se iba a trabajar con zapatillas de deporte o con vaqueros, te mandaban a casa a cambiarte.

El Economista
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La elegancia garantiza el éxito empresarial: la imagen es tan importante como el rendimiento.

"Quizás muchos no se dan cuenta que, en el plano de la competitividad, una de las cosas que puede distinguir a un individuo de otro es saber comportarse en público y ser educado". Las palabras de Sibilla Della Gherardesca, autora de Las buenas maneras en la empresa como factor de éxito, publicado por Sperling&Kupfer, suenan más como una advertencia que como un consejo.

Y es que el que crea que el estilo y la elegancia en las formas y en el vestir no tiene la misma importancia que el buen hacer laboral se equivoca. En esta época en la que las empresas invierten mucho tiempo y dinero en construir su imagen y su credibilidad, no se puede permitir que se destruya por un par de vaqueros o un chicle mascado con la boca abierta.

Los buenos modales.

De ahí que los directores de personal estén rescatando el vademécum de la buena educación, que no conoce jerarquías y que vale también, y sobre todo, para el trabajo. Una exigencia que, por lo demás, se siente incluso durante el periodo de formación, que se preocupa por los comportamientos públicos de sus estudiantes como cuenta Della Gherardesca, llamada por profesores del máster en comunicación, la Cesare Alfieri de Florencia.

"La forma de vestir en el trabajo, la forma de saludar, la forma de presentarse son preguntas que me hacen muchísimo -recuerda Della Gherardesca-, porque sobre todo entre los jóvenes, se advierte el deseo de aprender ciertas reglas".

Además, el hábito hace al monje. Y de qué manera. El dress for success, que es también el título de una canción de los Roxette, no deja la moda ni las tendencias a las puertas de los lugares de trabajo más cotizados.

Ver para creer. Hemos entrado en las sedes de algunas grandes empresas. Grupos de asesoría financiera, como Pricewaterhouse y Accenture, son los más tradicionales y disponen de unas normas de vestir escritas. Lo confirma Claudio Ceper, senior partner de Egon Zendher, quien admite que "el rigor es menor que antes, pero la forma de vestir no es una cuestión secundaria. Tanto que una de las primeras cosas que hacen los recién llegados, sobre todo los recién licenciados, es hacerse un nuevo fondo de armario. Hasta no hace mucho tiempo, si se iba a trabajar con zapatillas de deporte o con vaqueros, te mandaban a casa a cambiarte".

"Es verdad que hay menos rigidez en la forma de vestir, -confirma el asistente del jefe de personal y partner de la Pricewaterhouse, Mariano Arcelloni- a mediados de los años 80, en nuestra empresa era obligado venir a trabajar con traje gris, corbata, obviamente, camisa blanca o azul y zapatos negros. Con el paso de los años, las normas se han flexibilizado. Pero siguen obligando a traje y corbata para los hombres y prohibiendo los piercing y los tatuajes visibles".

Donde no hay reglas.

En el mundo de las finanzas, hay una empresa que va en contra de las tendencias actuales. Es una empresa que con su antiguo nombre, Credito italiano, se la conocía como el banco de la chaqueta cruzada. El Unicredit de Alessandro Profumo -su nuevo nombre- propuso, para el verano, adoptar una forma de vestir informal en las oficinas, para racionalizar el uso del aire acondicionado.

En la Fiat, donde el consejero delegado, Sergio Marchionne, inauguró el nuevo curso presentándose, como en otras muchas ocasiones, en mangas de camisa y pantalón de jugar al golf, dicen que no hay reglas y que la única exigencia es adecuar la forma de vestir a las circunstancias.

Para que cambie el discurso, hay que aventurarse en las empresas de moda, publicidad e informática. La única que admite abiertamente la ruptura de esquemas y tradiciones es Google donde no existe "dress code" alguno. "Nosotros apostamos por las personas y por sus cualidades y, una vez comprobado que se trata de personas inteligentes, creemos que, según lo que tengan que hacer, también sabrán vestirse adecuadamente. ¿Qué hay de malo en venir a la oficina en deportivas, si hay que trabajar tête a tête con el ordenador?".

Por lo demás, en la historia de la empresa se recuerda una célebre salida de Susan Wojcicki, la mujer en cuyo garaje nació la empresa y que hoy es uno de los top manager del grupo: "The dress code for Google? You must wear clothes". (¿El código de vestimenta de Google? Tienes que llevar ropa).

Las reglas clave.

Claudio Ceper, senior partner en la Egon Zendher, afirma que "la forma de vestir no es secundaria. A los nuevos les pedimos que se hagan un nuevo fondo de armario".

En la francesa Mazars la "llamada al orden" llega por email. "La forma de vestir de nuestros colaboradores refleja nuestra profesionalidad, exigencia, responsabilidad y rigor". Simple y tajante, hasta el punto de que el mensaje de Eric Pietrac, jefe de personal de Mazars, se entiende incluso sin traducción.

Un mensaje que recibieron recientemente por email todos los colaboradores de la empresa especializada en la revisión y en la asesoría contable, legal y tributaria, quien trabaja en Mazars tiene que adaptarse a su papel y al interlocutor que tiene enfrente.

Desde el momento que los interlocutores trabajan en el área financiera de las grandes empresas, donde nadie viste informalmente, los colaboradores de Mazars tienen que hacer lo mismo.

El sentido es que "el abuso del estilo informal puede perjudicar a la credibilidad y la forma de vestir debe reflejar nuestra profesión, que está hecha de rigor y responsabilidad, sobre todo cuando se trabaja con los clientes", dice Pietrac.

Y añade: "la forma de vestir de nuestros colaboradores es reflejo de nuestro bien hacer".

 

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