Las diversiones.
Todo tiene en esta vida un límite. Un límite de tiempo, un límite económico (dinero), un límite de peligro (para la salud, decoro, moral).
Convivencia Social. Formación Familiar y Social. Tercer curso.
En la playa, dignidad y prudencia.
Una afición magnífica y muy en boga entre la gente joven es el deporte de la natación. Se puede nadar en el mar y en la piscina.
Es una diversión que nos ocupa las mañanas o las tardes de las vacaciones de verano. Y es una diversión sana, conveniente para la salud física.
Ahora bien; donde mejor se demuestra la educación es en la diversión. Porque diversión no quiere decir desenfreno.
Todo tiene en esta vida un límite. Un límite de tiempo, un límite económico (dinero), un límite de peligro (para la salud, decoro, moral).
En resumen, entregarse a las diversiones sin tener en cuenta sus límites es una falta de educación, porque es una falta de control sobre nuestra naturaleza y nuestros apetitos puramente salvajes (sin domesticar).
Para mantenernos dentro de los límites de esta diversión de la playa tenemos que contar con la prudencia y con la dignidad.
La prudencia ya vimos que consiste en guardarse de los peligros innecesarios.
Y la dignidad consiste en no perder nunca de vista el respeto a nosotras mismas y nuestra propia estima.
Los baños de sol.
Son uno de los peligros de la playa de los que hay que guardarse prudentemente, y si nos apetece muchísimo tumbarnos boca abajo en una somnolencia muy agradable mientras nos tostamos, no podemos entregarnos a este placer inmoderadamente por los peligros siguientes:
Accidentes producidos por el sol.
Ya hemos dicho que la acción del sol en una persona que no está acostumbrada al mismo puede producirle una quemadura de primer grado, llamada "eritema", caracterizada por enrojecimiento de la piel con escozor y ligera sensación de hinchazón. Estos síntomas ceden espontáneamente a los dos o tres días, produciéndose descamación de la piel.
Estos efectos se deben a los rayos ultravioletas del espectro solar, que hacen mayor efecto en las personas de piel muy blanca que en las morenas.
Conviene, por lo tanto, prevenirse de estos accidentes tomando el sol poco a poco, sobre todo en los primeros días, mientras no se produce la pigmentación. Desde entonces ya se resiste mejor su efecto.
Puede decirse que el baño de mar se completa con el baño de aire que se toma en la playa. En efecto, dicho aire está dotado de yodo, por ser éste un metal volátil que en el mismo se encuentra y porque las radiaciones ultravioletas llegan a través de un aire sin impurezas, que por lo mismo es muy rico en oxígeno.
Para que se recoja fruto de los baños de mar no es necesario que sean siempre acompañados de los baños de sol. Estos, aún siendo muy buenos, tienen que ser dosificados como una medicina. Hacer lo contrario es exponerse a la reactividad de procesos pulmonares ocultos.
El cuidado de tu piel.
Las niñas, como todo ser humano, tienen obligación de cuidar la salud, que es un depósito sagrado. Nos la ha concedido Dios y no podemos jugar con ella.
La salud física engendra la belleza, cualidad a la que toda mujer aspira legítimamente.
Por consiguiente, hay que cuidar la salud de la piel y preservarla de pecas, asperezas, quemaduras; todo lo que afea y embastece. Todo lo que es áspero y basto es propio de chicos (hombres). La niña que quiere ser muy niña, muy femenina, debe cuidar la salud de su cutis y no exponerla a ningún peligro innecesario.
Cuidado del cutis.
La piel o tegumento externo está formado por la superposición de epitelios (tejido epitelial), de los cuales las capas más superficiales obran a modo de coraza protectora de las más profundas. No obstante esta defensa propia, es preciso no someterla a grandes irritaciones. Son éstas el aire frío intenso, la acción exagerada de los rayos solares, el uso de jabones alcalinos (sosa, potasa) y cualquier otra sustancia irritante que por azar o accidente entra en contacto con la piel (ácidos fuertes o sustancias cáusticas).
La piel requiere que se la proteja contra estas sustancias y lo mismo contra la acción intensa del sol, que, como se sabe, produce un enrojecimiento (eritema) con descamación subsiguiente y en ocasiones quemaduras más intensas, como las ampollas que se forman tan frecuentemente en aquellas veraneantes que llegan a la playa con un criterio absurdo: tomar todo el sol que puedan el primer día, sin darse cuenta que la consecuencia de una tan exagerada irradiación no puede ser otra que la quemadura solar.
Para proteger el cutis deben, pues, evitarse estos excesos. No deben emplearse otros jabones que los neutros, y en los casos de piel pobre en grasa se pueden utilizar pomadas grasas. Los cutis escasos en grasa no deben usar demasiado jabón, lo cual no quiere decir que no se emplee para la higiene imprescindible de la piel. En el sexo femenino, el uso tan exagerado de productos de tocador es más perjudicial que beneficioso. Sólo el uso moderado de los mismos puede permitirse, siendo totalmente imprescindible que al final del día se retiren todas las sustancias para que los poros queden libres y la piel pueda transpirar." ("Medicina e Higiene Casera").
Baños de mar. El vestido. Moralidad.
Por otra parte, los baños de mar o de piscina tienen otro límite, y éste es de orden moral. Se trata del traje de baño.
Naturalmente que la natación exige el bañador, vestido adecuado a los movimientos en el agua, y a la acción combinada del sol y del aire.
Por otra parte, la niña o la mujer siempre desean resultar favorecidas y a la moda.
Lo conveniente para el traje de baño será que resulte cómodo y favorecedor, pero sin llamar la atención por indecente. Es decir, no llamar la atención de ninguna manera.
Hemos dicho que una persona bien educada debe ser discreta. La discreción consiste en no resultar llamativa.
Todas las diversiones tienen otro límite también, y es su coste.
La natación no siempre es posible. Trasladarse a una playa es costoso. Bañarse en piscinas no siempre es conveniente. Las piscinas escasean, y la gran concurrencia a las mismas las convierte en lugares a veces indeseables. Las grandes aglomeraciones resultan antihigiénicas, y las grandes masas humanas en traje de baño resultan poco decorosas y poco gratas.
Pero poco a poco irán multiplicándose las piscinas juveniles de carácter deportivo y de reglamentación higiénica y moral. Son las concurrentes las obligadas a demostrar su espíritu deportivo en la perfección de sus entrenamientos para natación y salto, y en la discreción de sus posturas y trajes de baño. Hay que estar preparadas con estas advertencias para ir a ellas, a disfrutar lo más posible, pero dentro de unos límites prudentes.
Salud.
Además del peligro de los baños de sol, el baño de mar o de piscina tiene otro límite, y es el tiempo. Pues la longitud del baño por la baja temperatura del agua puede ser perjudicial para la salud.
Todo lo que es exceso, es peligroso. Solamente con entrenamiento se puede llegar a velocidades y largas distancias nadando. La natación es más conveniente a lo largo de la playa, o sea paralelamente a ésta. En cuanto a los trampolines para saltos, si bien son magníficos, pues tienden a dar una gran seguridad, decisión y destreza, también hay que usarlos con prudencia y con entrenamiento.
Son convenientes para las niñas miedosas e indecisas, pues tienden a fortalecer y a preparar a la mujer para las actividades de todo orden (conducir coches, aviones), que la vida moderna impone a ambos sexos.
Los trampolines van contra el vértigo de las alturas, de las escaleras y contra la cobardía en general.
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