
Entierro con Honores. Capitán General con mando.
Los honores de Capitán General con mando, son los supremos que se conceden en España.
Entierro con honores de Capitán General con mando (Nota 1).
Nota 1. Los honores de Capitán General con mando, siendo los supremos que se conceden en España, hemos creído de nuestro deber hacerlos constar, citando el último entierro, que ha tenido lugar el 1°. de Setiembre de 1884.
El último que ha tenido lugar en Madrid fué el entierro de un Cardenal Primado.
A las nueve de la mañana, las tropas empezaron a formar en la carrera.
A las diez menos cuarto hallábanse ya en el Palacio Arzobispal todos los que por deber o amistad habían de formar en el cortejo fúnebre.
El zaguanete de Alabarderos, al salir el féretro de la Capilla ardiente, formó en la antecámara, presentando las armas.
La guardia del Palacio batió Marcha Real al levantar el féretro de la cama imperial y al aparecer en lo alto de la escalera.
Autes de abandonar la Arzobispal morada se cantó solemne responso en la Capilla ardiente, oficiando el Obispo auxiliar y la Capilla de la Catedral Primada.
La carrera estaba cubierta por una división de infantería de dos brigadas y otra brigada de artillería y caballería, mandando estas fuerzas un Mariscal de Campo.
La primera brigada, a las órdenes de un Brigadier, se componía de los regimientos de infantería de Canarias y de Wad-Rás, y del batallón cazadores de Arapiles.
La segunda, al mando de otro Brigadier, formábanla el regimiento de infantería de León y los batallones de cazadores de Puerto Rico y Manila; y la brigada de artillería y caballería, constituida por los regimientos segundo de montaña, cuarto y octavo montados, y los de lanceros de Montesa de caballería y cazadores de Albuera.
Las brigadas de infantería han formado en filas abiertas desde el Palacio Arzobispal, por Puerta Cerrada, calle de Latoneros, Toledo, Plaza Mayor, calle de Felipe III, Mayor, Puerta del Sol, Carrera de San Jerónimo, Paseo del Prado hasta la Puerta de Atocha.
El cuarto y octavo regimientos montados, en el paseo de carruajes del Salón del Prado, en columna, y en la subida al Museo, dando frente a la Carrera de San Jerónimo, el segundo de montaña.
Los regimientos lanceros de Montesa y cazadores de Albuera, en el Paseo de Atocha, dando frente a la calle del mismo nombre, en columna de secciones.
Salvas de artillería anunciaron, a las diez en punto, que la fúnebre comitiva se ponía en movimiento.
Abrían la marcha una sección de la Guardia civil, una escuadra del regimiento de caballería de la Reina y una batería del octavo regimiento montado.
Seguían los acogidos en los Asilos de Beneficencia de esta Corte, de los cuales 140 iban sin hachas de cera y 180 con cirios encendidos; una compañía del regimiento de Mallorca, con música y bandera; otra del regimiento de León; otra de cada uno de los regimientos de línea números 43 y 53, y dos secciones de cazadores; niños de las Escuelas Católicas y del Colegio de San Ildefonso; operarios de la imprenta de la Santa Cruzada; los estandartes de todas las Cofradías; las mangas parroquiales, en número de veintiuno; todo el Clero de Madrid; dos frailes capuchinos y varios Seminaristas y Seises de la Catedral de Toledo.
Inmediatamente después iba el Muy Rmo. Arzobispo de Santiago de Cuba, revestido de pontifical, presidiendo el elemento eclesiástico del cortejo fúnebre.
En dos filas marchaban a continuación Hermanas de la Caridad, de la Esperanza, Carmelitas de la Caridad, Hermanitas de los Pobres, de la Providencia y de la Sagrada Familia, y Hermanas del servicio doméstico.
Seguían: un Correo de S.M. el Rey; el coche-estufa; carreristas y criados de la Real Casa.
La carroza fúnebre, tirada por seis caballos con negros arreos, seguía después rodeada por los familiares del finado, llevando cada uno la birreta, el báculo, la mitra y el solideo. Sobre el ataúd el capelo cardenalicio y las insignias de la orden de Carlos III.
Detrás marchaba el Capitán General del distrito presidiendo el elemento militar de la comitiva, seguido de fuerzas de artillería de a pie con armas a la funerala, bandera plegada y en el asta crespón negro.
Seguían Comisiones de todos los Cuerpos e Institutos del Ejército, y en pos de ellas Comisiones de los centros oficiales, de las Corporaciones religiosas, científicas y literarias; el Alcalde al frente de varios Concejales del Ayuntamiento de esta Corte; una Comisión de la Diputación Provincial; amigos y deudos del finado.
Las cintas del féretro eran llevadas por los Sres. Conde de Peñaranda de Bracamonte, Obispo auxiliar de Madrid, Fontagud, Gargollo, Magáz, Chavarri (D. Julián Benito) y General Fernández Golfín.
Presidían el duelo los Sres. Ministros de Gracia y Justicia, Intendente de la Real Casa, Obispos de Cádiz y Puerto-Victoria, Ministro de Fomento y Gobernador civil de Madrid.
En segundo término iban los señores Auditor y Secretario de la Nunciatura.
Cerraban la comitiva fuerzas de caballería, un carruaje lujoso de la Real Casa, destinado al Sr. Abella; el del Cardenal difunto, con faroles encendidos y lazos de crespón; los de los Ministros, Gobernador, Capitán General, Alcalde, y de otras autoridades y particulares en gran número.
En la puerta de Atocha se detuvo el fúnebre cortejo para que las tropas desfilaran por delante del féretro y los invitados al duelo despidieran al cadáver después de rezado un responso.
Precedidos del Clero y de las Hermanas de las distintas Congregaciones ya citadas, llegaron los restos de Su Eminencia a la estación de las Delicias a las doce y veinte, siendo inmediatamente colocado el ataúd en un furgón revestido de paños negros, con colgaduras de terciopelo negro y fleco de oro en las puertas de entrada.
Aunque no se lleva luto por los Soberanos que no son cristianos, y éstos a su vez no lo usan por los Príncipes que lo son, conviene, sin embargo, hacer constar que en 1885 la corte del Japón vistió de luto veintiún días, con ocasión del fallecimiento de S.M. el Rey Don Alfonso XII.
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