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El maestro de ceremonias.

Resulta fácil imaginar la impresión que causa en un niño el estar a los pies de la escalera de Cort y al subir encontrarse rodeado de señores con uniformes militares de brillantes fajines y a otros con trajes oscuros.

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A un niño, por compromisos profesionales de su padre, le tocó visitar el Ayuntamiento de Palma desde muy pequeño. De eso hace ya varias décadas.

Resulta fácil imaginar la impresión que causa en un niño el estar a los pies de la escalera de Cort y al subir encontrarse rodeado de señores con uniformes militares de brillantes fajines y a otros con trajes oscuros, todos con semblante serio. El niño nunca supo qué se celebraba allí, a excepción del día de Reyes, ni tampoco sabía nada de casi todos aquellos señores que aparecían en los cuadros que decoraban las paredes. En cambio, lo que sí sabía con certeza era que aquella enorme casa pertenecía a un señor alto, con el pelo un tanto rizado, el cual recibía y saludaba a todo el mundo, y les decía dónde tenían que colocarse, o dónde debían dirigirse. Durante años ese niño saludó a ese señor teniendo la plena seguridad que era el propietario de esa casa tan espectacular. Años más tarde descubrió que estaba equivocado, aquel señor tan activo se llamaba Pau Mateu y era el maestro de ceremonias del Ayuntamiento de Palma. Ahora, después de cuarenta y cinco años de servicio en la "Casa", Pau Mateu Cañellas se ha jubilado, dejando uno de los cargos más antiguos de nuestras instituciones.

El maestro de ceremonias pertenece al conjunto de empleos que ya existían en época de la Universidad de la Ciudad y Reino de Mallorca, institución surgida a partir de la conquista de Mallorca por el rey Jaime I, en 1229. Tras la aprobación del Decreto de Nueva Planta en 1718, las antiguas instituciones del Reino fueron substituidas. De esta manera se implantó un nuevo organismo de carácter municipal: el Ayuntamiento de Palma. Éste heredó el edificio de Cort, muebles, cuadros y otros enseres incluidos, que hasta entonces había pertenecido a los jurados de la Ciudad y Reino. A estos profundos cambios institucionales sobrevivieron una serie de cargos antiguos que se adaptaron al nuevo Ayuntamiento. Es el caso del maestro de ceremonias, del secretario, del cronista, del archivero, o del oficial letrado.

"El maestro de ceremonias siempre acompañaba a los seis jurados, lo que motivó que se le llegase a denominar 'el séptimo jurado'"

Aunque suponemos que el cargo de maestro de ceremonias es de origen medieval, no se encuentran noticias de éste hasta el año 1583, pues en ese momento se documenta que se le subió el sueldo. El maestro de ceremonias era nombrado por el Gran y General Consell y a partir de 1725 pasó a ser designado por el Ayuntamiento. Las funciones propias de este cargo eran: actuar de emisario de los jurados, a partir del siglo XVIII lo fue de los regidores, para llevar recados de oficio en asuntos de ceremonial al comandante general, al obispo u otras autoridades; dirigir el ceremonial tanto en la Casa de la Ciudad como en los actos oficiales a que asistían los jurados, o más tarde la corporación municipal; invitar a los canónigos que habían de oficiar actos religiosos encargados por la Ciudad; supervisar las fiestas oficiales; anotar en los libros de Ceremonial la reseña de los actos a que concurría el Consistorio; pagar los pequeños gastos dispuestos por los jurados o regidores; y finalmente, estar presente en las sesiones de la Universidad (o Ayuntamiento).

Como se puede suponer, el maestro de ceremonias siempre acompañaba a los seis jurados, lo que motivó que se le llegase a denominar "el séptimo jurado". Uno ya se puede imaginar que este cargo era de gran responsabilidad, discreción y prudencia, virtudes que siguen siendo un requisito indispensable para este trabajo. Se ha de tener en cuenta que la organización de los actos oficiales corría a cargo de él, en una época en que las autoridades del Reino eran en extremo puntillosas en la observancia del protocolo y un simple despiste o descuido podía originar un barullo luego difícil de desenredar. Un documento de 1718 demuestra la importancia que tenía el cargo de maestro de ceremonias. Se trata de un informe que desaconsejaba el nombramiento de cierta persona aspirante a la plaza por ser "sujeto de un natural muy vivo, fácil y voluntario y necesitar este empleo de persona de circunspección y entereza que lo sirva y regente". En los actos corporativos el maestro de ceremonias lleva como distintivo una medalla de plata de forma octogonal donde figura, en el anverso las armas de la ciudad, mientras que en el reverso se lee la inscripción: "Ayuntamiento Constitucional de Palma de Mallorca.

Maestro de Ceremonias.

Durante el siglo XIX encontramos el caso singular que la plaza de maestro de ceremonias la ocuparon miembros de una misma familia. En 1810 era nombrado Antonio Henales, que se jubiló en 1851. A partir de entonces sus descendientes se sucedieron en el cargo hasta 1913. En 1960 se acordó que la plaza de maestro de ceremonias fuese otorgada mediante un concurso oposición. La ganó Jaime Mulet Alcover, que ya venía desempeñando esas funciones desde el año 1946. Tras la jubilación de Mulet, Pau Mateu ocupó el cargo hasta hace pocos días. Ahora, la responsabilidad de maestro de ceremonias ha recaído bajo los hombros de Antoni Perelló, con experiencia ya en temas de protocolo. Quizás, algún niño ahora cree que Antoni es el afortunado propietario de ese bello edificio, todavía desconoce que en realidad esa casa tan espectacular pertenece a cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que vivimos en esta ciudad.

 

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