La oportunidad de un regalo. Los regalos y las tarjetas de visita
Dar es un lujo que nos encanta; hacer un regalo es muy agradable tanto para la persona que lo hace como para la persona que lo recibe
Clases de regalos. Las tarjetas para felicitar o para agradecer un determinado hecho
¿Das para recibir? No, para no perder. (Séneca, 'El arte de dar')
Las oportunidad en el regalo. Un regalo es oportuno cuando se hace a la persona conveniente en la circunstancia adecuada. No siempre los regalos son oportunos. Por esta razón, es importante a la hora de escoger un regalo, saber el motivo por el que vamos a regalar y conocer a la persona que a va a recibir ese regalo.
Dar es un lujo que nos encanta; hacer un regalo es muy agradable, pero no siempre podemos permitirnos ese lujo. Lo que sí está en nuestras manos es el poner delicadeza y buen gusto en nuestros obsequios cuando podamos hacerlos. Vale más un detalle agradable hecho con oportunidad, que un objeto valioso a destiempo.
Hemos dicho que los regalos suelen hacerse en días señalados. Por ejemplo: No debemos dejar pasar el santo de nuestros padres sin ofrecerles un recuerdo, ni "el día de la Madre". Muchas veces, por descuido o por negligencia, no lo hacemos, y es una falta de atención que puede ocasionarles un disgusto. No hay que pensar que la confianza lo disculpa todo. Generalmente somos más complacientes con los extraños que con los nuestros, guardando para los extraños nuestras atenciones.
Las mejores atenciones, para los nuestros.
Hay muchas familias en las cuales no existen grandes disgustos. Pero se advierte poca intimidad entre las personas que la forman. Todos se respetan. Pero viven su vida separadamente. No creáis, sin embargo, que se trata de individuos indiferentes y fríos. Si seguimos a cualquiera de ellos fuera de su casa, le veremos atender solícitamente a los amigos, deshacerse en finezas, demostrar delicadamente su afecto. ¿Por qué?, Porque les satisface más el éxito mundano que el cariño familiar. Es un error creer que las atenciones están reñidas con la confianza. Hemos de procurar, por el contrario, que las relaciones con nuestros familiares sean entrañables, porque el hogar donde reina la entrañable amistad nos puede proporcionar satisfacciones más sólidas y permanentes que las mundanas.
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Procurad vosotras ser en vuestra casa atentas y serviciales con vuestros hermanos. Ya veréis como, aunque al principio pase inadvertido vuestro esfuerzo, conseguiréis poco a poco hacer los demás a vuestro estilo. Porque cada uno responde, generalmente, al trato que percibe.
Regalos: su calidad, su clase.
Hay muchas clases de regalos, y es muy importante la elección en cada caso. Por ejemplo, no es de buen gusto comprar a personas ajenas a nuestra familia objetos de utilidad práctica. En cambio, los regalos prácticos encajan muy bien para las atenciones familiares. Si compras a tu hermano un par de pañuelos o un cinturón, le encantará.
Entre amigos, los regalos más finos son flores, libros, bombones ...
En algunas ocasiones nos hacen un obsequio con la mejor intención del mundo, pero no aciertan con nuestro gusto o nos desilusionan porque esperábamos otra cosa. Demuestra muy poca educación la persona que deja ver su desagrado.
No ser ligeras. Cumplir lo prometido
También hay que evitar la ligereza al prometer. Hay mucha gente que ofrece de antemano; pero después, a la hora de la verdad, olvidan sus palabras y promesas. No prometáis lo que no pensáis cumplir, porque no tenemos obligación de regalar, pero sí de responder de nuestras palabras.
La discreción. Regalar, asunto difícil.
Tenemos que acostumbrarnos a ser en todos los actos de nuestra vida sencillas y delicadas, porque una mujer sin delicadeza no tiene feminidad, y nosotras debemos ser mujeres por encima de todo. La discreción es el tacto y la delicadeza combinadas para acertar y para no herir (Hasta aquí esta lección está tomada del antiguo texto de F.F. y S.).
"Yerra el que crea que dar es cosa fácil; este asunto tiene mucha dificultad, si se da con discernimiento y no se derrocha al azar y arrebatadamente. Dejo obligado a éste, devuelvo a aquél; socorro a éste, me compadezco de ése; proveo a aquél, digno de que no le venza la pobreza ni lo tenga dominado. A algunos no les daré, aunque les falte, porque aún cuando les hubiera dado, les faltará; a algunos les ofreceré, a otros incluso les instaré. No puedo ser negligente en este asunto; nunca hago mejores inversiones que cuando doy. Pues que dirás, ¿das para recibir? No, para no perder." (Séneca: "Sobre la felicidad", del capítulo "El arte de dar").
Tarjetas de visita.
Cuando seáis mayores tendréis las llamadas tarjetas de visita. Estos cartoncitos rectangulares con vuestro nombre impreso. Vuestro nombre y dos apellidos si sois solteras. Es más usual que las señoras no pongan su dirección, o por lo menos no se suele hacer.
Pero yo considero que esta costumbre hay que modificarla. Las tarjetas con teléfono y dirección parecen dirigidas hacia fuera de la intimidad. Son menos íntimas, pero son útiles, porque sirven para recordatorio, para entregarlas como referencia nuestra, y, por lo tanto, si facilitan vuestra manera de relacionaros, no cabe duda que son más prácticas.
En esta época nuestra, la mujer, por su trabajo profesional, se ha salido un poco de lo meramente íntimo y familiar en lo que a relaciones se refiere. Ahora, cada día cuentan más socialmente y se relacionan con todo tipo de personas y en todo tipo de ambientes.
Cada época tiene sus modas, pero la sobriedad y sencillez es siempre lo más acertado. Cartulina blanca, letra cursiva o de imprenta, en ambos casos sin adorno. Si la letra es en relieve resultan más caras, pero también más personales, puesto que el relieve os obliga a tener una plancha especial con vuestro nombre grabado en ella. Y luego, cada vez que necesitéis tarjetas mandáis a la imprenta vuestra pequeña plancha.
¿Las niñas deben tener tarjetas? ¿Cuándo podrán usarlas?
A vuestra edad sería ridículo, pero cuando terminéis el bachillerato podéis encargarlas. Antiguamente las muchachas solteras no las usaban, pero hoy en día es útil, porque si, por ejemplo, os invitan a cenar en casa de unos amigos de "mucho cumplido", al día siguiente queréis hacer una atención, ¿qué hacer? Compráis unas flores bonitas y las mandáis con vuestra tarjeta, ¡y, sobre todo, hace ilusión tener tarjetas!
Hoy en día apenas se hacen visitas, pero a veces el día del santo de una amiga no muy íntima y algo mayor que nosotras, queremos felicitarla, ¿qué hacer?, ¿ir a verla? A lo mejor tiene una fiesta y, no habiéndome invitado no quiero, "no quiero meter la pata presentándome". Y también es posible que le guste pasarlo en familia. ¿Llamarla por teléfono?. Y, ¿no es molestarla hacerla venir al aparato?
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Lo mejor es mandarla nuestra tarjeta con una frase así: "Muchas felicidades, o te deseo mil cosas buenas", etc. Así, consta discretamente que nos hemos acordado de nuestra amiga sin molestarla lo más mínimo. Pero todo esto para después de los dieciocho años.
También podéis mandar las flores y la tarjeta de felicitación en una tarjeta de vuestra madre, borrando con una raya el nombre de ésta y firmando vosotras.
¿Qué son las visitas?
¿Por qué las tarjetas se llaman de visita?. Antiguamente, una de las mayores obligaciones sociales era "hacer visitas". Y cuando no se encontraba en su casa la persona visitada se dejaba una tarjeta, con la cual se "cumplía". Hoy en día la visita de cumplido ha caído mucho en desuso; sólo están reservadas las visitas para el elemento oficial y Cuerpo Diplomático, y también para algunas circunstancias especiales.
¿Se hacen, sin embargo, algunas visitas?
Las visitas de pésame son las que más se suelen hacer, en general; haremos estas visitas dentro de los nueve primeros días después de la desgracia. Pues son éstos los días en que la familia, por lo riguroso del luto, se queda en casa. En Madrid, y en algunas provincias españolas, se guarda la costumbre piadosa de rezar el rosario por el difunto durante los nueve primeros días. Y es la hora de este rosario en común la más adecuada para vuestra visita, pues hacéis además un sufragio por el alma del difunto participando en este rosario familiar. Si hacéis la visita de pésame después de este novenario y no encontráis a la familia, podéis dejarle una tarjeta.
¿Son importantes estos formulismos?
Todos estos formulismos en torno a las visitas y a las tarjetas, no tienen ninguna importancia. Varían cada época, y la nuestra tiende a suprimir todo lo falso y accesorio, tiende a sustituir "el cumplido" por manifestaciones y señales de afecto menos protocolarias y más sinceras.
Tarjetas de señoras casadas.
Cuando estéis casadas, pondréis en la tarjeta vuestro nombre propio, vuestro primer apellido y después la partícula "de", seguida del apellido de vuestro marido. Así: Carmen García de Marín. En España se dice señora de Duran o de Peláez. Esta fórmula es agradable, puesto que no perdemos personalidad, sino que somos Carmen García, que pertenece al señor Marín, o sea, Carmen García de Marín.
Las tarjetas de visita de los matrimonios.
Antiguamente, los matrimonios tenían una tarjeta común, en donde constaba el nombre del marido y debajo el de la señora, y en este caso, la galantería le cedía el puesto a la jerarquía. Es decir, que iba primero el nombre del varón por ser el jefe de la familia.
Hoy en día apenas se usan estas tarjetas. El marido tiene la suya con su nombre, cargo o profesión y dirección, y la señora tiene la suya, como se ha dicho anteriormente.
Esta clase de etiqueta es más lógico que la aprendáis poco a poco, según lo que observéis entre vuestros amigos, y según la etiqueta del ambiente social en el cual os vais a desenvolver, según los usos y tradiciones de vuestra familia, pues una de las alumnas puede casarse con un diplomático, y otra con un registrador de la propiedad, y otra con un perito agrícola; cada una vivirá en un ambiente diferente, y lo esencial es observar las costumbres de cada ambiente y atenerse a ellas.
Tarjetas de felicitación.
Por Navidad y Primero de Año suele haber un intercambio de tarjetas de felicitación entre las personas mayores. Los señores envían tarjetas a todos los amigos y relaciones de trabajo. Estas tarjetas, es de buena educación contestarlas con otra, y siempre escribir en ellas felices Pascuas o feliz Año Nuevo.
Vosotras, como teneís pocas amigas, las podéis felicitar personalmente cuando las veáis, y si están en otra población, podéis enviarles una felicitación en una postal o en, un "Chistmas card". Se dice en inglés porque estas felicitaciones tan bonitas y características son una importación inglesa, aunque ya han tomado aquí carta de naturaleza y se imprimen en un estilo netamente nuestro. Ya empiezan a españolizarse del todo y se llaman "tarjetas navideñas".
Tarjetas de luto.
También se usan las tarjetas con una orla negra, de luto, para agradecer los pésames. La familia que ha tenido una desgracia enviará tarjetas de agradecimiento y recordatorios a todos los amigos que han asistido al entierro y que han firmado en las listas que a este fin se ponen en la portería cuando ha ocurrido la muerte de un familiar. También se envían estas tarjetas a todo el que nos ha visitado para dar el pésame. En estas tarjetas escribiremos "muy agradecidos".
Se conservará la tarjeta con la orla negra durante todo el tiempo que dure el luto.
¿Qué es el luto?
Una demostración externa de nuestro pesar por la muerte de un familiar. Con nuestro luto hacemos constar, durante el tiempo más o menos largo que lo llevemos, que tenemos presente al ser querido que murió. Es una señal de respeto hacia la persona difunta, avivamos así su recuerdo entre nuestros amigos; demasiado pronto nos acostumbramos a la ausencia definitiva de las personas más queridas y a quienes más consideración y agradecimiento debemos.
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El luto es como el último vínculo externo, material, que nos liga con los que nos dejaron. Desde el punto de vista espiritual, son mucho más importantes los sufragios que hacemos por el alma de nuestros difuntos.
Para el bien espiritual de nuestros difuntos valen más las misas y oraciones. Pero, socialmente, también vale la consideración que se manifiesta con el luto, y merece el aprecio quien lo guarda con respeto.
Otros tipos de visitas.
Las visitas se hacen a veces a los que regresan de largas ausencias y a los que han estado enfermos o están en algún sanatorio por causa de operación o enfermedad.
Puede ocurrir que no encuentres a la amiga o conocida en casa, o que no reciba si está enferma. Entonces deja la tarjeta doblada, como señal de tu visita.
No estés demasiado tiempo. Por el tono de la conversación podrás barruntar si se acerca el momento de despedirse. Cuando la dueña de la casa se queda cortada por un momento en la conversación, es señal de que ya puedes recoger velas. Conviene entonces que te prepares para salir.
Letras convencionales.
Entre la gente muy cosmopolita se usan todavía ciertas letras convencionales de valor casi internacional, aceptadas en muchos países, con las cuales se expresa el motivo de la visita. Estos signos son:
- p.f., "pour feliciter" (para felicitar); la persona interesada ya sabe el motivo: una condecoración, por ejemplo; esponsales, bodas, un nombramiento...
- p.c., "pour condoléance" (para dar el pésame).
- p.r., "pour rémércier" (para dar las gracias); v. gr.: por la felicitación, por el pésame...
- p.p.c., "pour prende congé" (para despedirse).
En España apenas se usan estas fórmulas extranjerizadas, pero sí se usan en algunos países. Por si recibís estas tarjetas de algún extranjero, ya sabéis su sentido.
Antiguamente, el francés era el idioma universalmente difundido. Era y es el idioma diplomático. Pero hoy en día, el inglés y el español están casi igualmente extendidos. El español, cada vez más, a causa de la gran potencia de Hispanoamérica y de la importancia de la cultura española, y nosotros, como españoles, debemos dejar de utilizar los términos extranjeros y, en cambio, imponer los nuestros, tratando así de difundir nuestro idioma.
¿A quién se llama persona cortés?
- A quien cede el asiento.
- A quien cede el paso.
- Cortesía es la compostura del Marqués de Spínola y de sus hombres en el cuadro de "Las Lanzas".
- A quien presta su brazo a una persona de edad.
- A quien está dispuesto para agacharse cuando se cae al suelo cualquier objeto.
- A quien está dispuesto siempre para pequeños servicios, como llamar por teléfono, buscar un libro, dar un recado.
- A quien habla con voz suave para no molestar al vecino.
- A quien envía felicitaciones a sus amigos en aniversarios o quien se interesa por los familiares y asuntos particulares de los amigos, sin indiscreción.
- Quien es puntual.
- Quien no abusa de la amistad, ni es gorrón, ni pide recomendaciones comprometedoras a sus amigos o conocidos.
- Quien no interrumpe a sus familiares o amigos cuando leen o trabajan; quien no mira el periódico por detrás mientras lo está leyendo su madre o su hermano.
- Quien... no hace trampas en el juego.
- Quien no riñe en el juego. Quien sabe perder.
- Persona cortés es la que da la derecha cuando va por la calle; la que sabe entrar en un coche, dejando el asiento de la derecha para la persona de cumplido...
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La importancia del regalo debe ser proporcional a la importancia de lo obtenido (favor, ayuda, etc.) siempre apelando a la prudencia y el sentido común.
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Cualquier momento es bueno para regalar siempre que se haga de una manera prudente y teniendo en cuenta los gustos de la otra persona