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C. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio. XVIII.

La civilización del comportamiento. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio.

La civilización del comportamiento. Urbanidad y buenas maneras en España desde la Baja Edad Media hasta nuestros días
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c) Elias debe pechar con acusaciones de etnocentrismo; acusación que sobreviene, ante todo, como consecuencia del resquemor que provoca el uso de conceptos tan connotados como "civilización" o "civilizado" (Mennell, 1989:228-234) (Nota: Para una revisión del concepto de "'civilización ' y un examen de sus contenidos en el pensamiento francés, alemán e inglés, véase Goberna Falque (1999)). La utilización de estos conceptos se supone implicaría el reconocimiento de conceptos antónimos como "barbarie" o "primitivo". Esta dualidad civilizado/primitivo ha servido históricamente para legitimar el dominio y el sometimiento de los "primitivos" por parte de los "civilizados", siendo estos últimos tradicionalmente países europeos. Desde esta óptica, el concepto de "civilización" estaría ligado a una cosmovisión occidental-europea; se trataría de una noción producida en un contexto cultural concreto que no puede extenderse a otros enclaves culturales y geográficos. Así, se dice que el modelo eliasiano sobre el proceso civilizatorio es etnocéntrico, esto es, su análisis viene mediado y lastrado por la utilización del prisma étnico y cultural europeo-occidental.

Creo que Elias no llega tan lejos como estas acusaciones quieren hacernos ver. En ningún momento atribuye una consideración cualitativamente positiva a las nociones de "civilización" o "civilizado". Ambas nociones aluden exclusivamente al cambio estructural de los seres humanos en la dirección de una creciente consolidación y diferenciación de los controles conductuales y emotivos. Esta consolidación/diferenciación puede constatarse estudiando las fuentes documentales -libros de buenas maneras- y el contenido empírico que ofrecen: "[...] siempre que se realicen investigaciones sistemáticas, con referencia a pruebas empíricamente verificables, podrá decirse de algunos grupos de hombres y con mayor certidumbre, que se han hecho más civilizados, sin unir con ello necesariamente la idea de que hacerse civilizado sea mejor o peor o tenga un valor positivo o negativo" (Elias, 1987:16). Para Elias, las diferencias civilizatorias en los modos de comportarse o en la emotividad no son fruto de diferencias inherentes y naturales entre los seres humanos. Se deben a procesos civilizatorios capaces de moldear la conducta y la emotividad en un sentido diferenciado y autocontrolado sea quien sea la persona inmersa en semejante proceso. Es este proceso el que explica la civilización del comportamiento teniendo presente, además, que no posee ni principio ni fin por lo que ningún grupo humano puede considerarse absolutamente civilizado o primitivo.

La acusación etnocentrista se amplía en un punto más: Elias sostiene que el proceso civilizatorio está ligado a la formación del Estado (Nota: Dice Elias (1987:453-454): "La estabilidad peculiar del aparato de autocoacción psíquica, que aparece como un rasgo decisivo en el hábito de todo individuo civilizado, se encuentra en íntima relación con la constitución de institutos de monopolio de violencia física y con la estabilidad creciente de órganos sociales centrales. Solamente con la constitución de tales institutos monopólicos estables se crea ese aparato formativo que sirve para inculcar al individuo desde pequeño la costumbre permanente de dominarse; sólo gracias a dicho instituto se constituye en el individuo un aparato de autocontrol más estables que, en gran medida, funciona de modo automático") mas los antropólogos han encontrado ejemplos de comportamientos socialmente regulados sin la cobertura de formaciones estatales (Nota: Cfr. Goudsblom (1998:53-58) y Spier (1998:258-262).como síntesis de las críticas antropológicas a Elias.

Desde la antropología y la etnología es, sin duda, la crítica de Hans Peter Duerr la más furibunda contra la teoría eliasiana del proceso civilizatorio. Este etnólogo alemán ha publicado desde 1988 hasta 1997 cuatro volúmenes bajo el título genérico de On the Mit of the Civilizing Process en los que disecciona críticamente el trabajo de Elias. Sitúa a Elias próximo a una 'ideología colonial' al entender que con El proceso de la civilización implícitamente atribuye el dominio técnico y militar de Europa occidental a la superioridad de su modelo de estructura anímica. No he podido acceder a esta obra al estar escrita en alemán y no haber sido traducida aún al inglés. Para una síntesis y aproximación a la misma véase Van Krieken (1998:119-124)). Un ejemplo de comportamiento similar al que Elias denomina "civilizado" puede encontrarse entre los Djuka de Surinam (Van Krieken, 1998:129-131) una cultura socialmente poco diferenciada y sin monopolio estatal de la violencia. Entre los Djuka, el jefe tribal no atesora poder sino prestigio, con lo cual, la posibilidad de ejercer legítimamente la violencia queda descartada. Tampoco la influencia en términos de monopolización de la violencia por parte de la autoridad colonial francesa ha sido mayor. Los Djuka esperan de los adultos elevados grados de contención siendo totalmente condenados comportamientos agresivos o violentos. Esta regulación conductual no es explicada en virtud de un monopolio estatal de la violencia sino gracias a un tipo de matrimonio uxorilocal. Cuando el hombre y la mujer se casan, establecen su residencia en el poblado de la mujer sin que el hombre deje de mantener contacto con su poblado de origen. Se teje una red de interdependencias que lleva a maridos y mujeres a una negociación constante con relación a ellos mismos como matrimonio y en relación también a sus lugares de procedencia. Esta negociación requiere diplomacia, flexibilidad y una disposición a ajustar el comportamiento a los requerimientos que se expresan desde los poblados de procedencia.

Frente a la formación del Estado, la centralización de la autoridad y el monopolio de la violencia son las relaciones matrimoniales entre los Djuka las que forjan una trama de interdependencias que contribuyen a la depuración y control del comportamiento. Así, el alcance universal de la teoría eliasiana no sería tal en tanto existen casos que se alzan como excepción a la regla. Aún así, la ligazón del autocontrol con el nivel macro de la formación estatal es una de las posibilidades que explora Elias en su abordaje del proceso civilizatorio. No implica esto la exclusión de otras posibilidades -el caso de las relaciones matrimoniales en los Djuka- que parecen arrojar efectos civilizadores similares a los descritos por Elias y que éste no consideró por no formar parte de sus propósitos explícitos de análisis (Van Krieken, 1998:131). Por tanto, no dejaría de ser una posibilidad interesante estudiar el papel que desempeña el matrimonio en la regulación del comportamiento humano y de este modo añadir nuevos contenidos y matices a la teoría eliasiana de la civilización.

Empero si dejamos de lado el Estado, parece complicado rebatir que no hayan existido sociedades sin forma alguna de comportamiento individual controlado. El concepto de civilización en el sentido de una diferenciación y control conductual-emotivo es aplicable a cualquier sociedad humana: los hombres, al margen de cuándo y dónde, aprenden pautas de comportamiento y expresividad siguiendo sus propios impulsos o bajo la coacción de otros. Así, si cambian las relaciones humanas, los comportamientos también cambian. Ahora bien, hablar de proceso de civilización únicamente haciendo hincapié en la presencia de conductas coaccionadas y autodomeñadas es empequeñecer descaradamente la propuesta eliasiana. Es preciso reconocer los problemas y limitaciones que ésta presenta y no elevarla al rango de "gran teoría" que todo lo explica.

d)  Elias enfrenta críticas derivadas de su concepción de cambio social: su teoría de la civilización describe un recorrido unilineal y unidireccional (Mennell, 1989:230-231; Kocka (1994:98). Cierto es que Elias engrosa las filas de una tradición evolucionista -se reconoce heredero de Comte- aunque el proceso de la civilización esté desprovisto del sentido moral-teleológico que proporcionaría acogerse, por ejemplo, a la idea de progreso. Su evolución no alberga una intención moral ni tampoco presenta cariz teleológico alguno (Nota: Cfr. Mouzelis (1993:243) para una interpretación convergente). No olvidemos que en momento alguno emplea la noción "civilización" para apoyar la existencia de desigualdades cualitativas naturales entre los seres humanos. Elias sostiene que las sociedades se desarrollan cultural y no biológicamente y es eso lo que convierte la evolución social en algo reversible. Es claro por su parte que el desarrollo social está hecho de avances y regresiones. Aún más, que este desarrollo social es fruto no intencional del encadenamiento de acciones intencionales. El proceso de la civilización observa una dirección -el autocontrol, la privatización- pero no un telos.

e)  A Elias se le discute su afirmación de que la civilización comporta la pacificación y atemperación progresiva de los bríos individuales así como la progresiva reducción de la violencia en la vida cotidiana. Civilización y violencia pueden coexistir: ésta es, sin duda, la crítica más profunda que sufre la teoría de la civilización eliasiana (Nota: Es Bauman (1997:36-37 y 124-128) quien mejor y con más penetración presenta esta objeción de gran calado al proceso civilizatorio eliasiano). El ejemplo histórico que mejor ilustra la posibilidad de coexistencia entre civilización y violencia es el del Holocausto judío durante la II Guerra Mundial. Tal ejemplo demostraría que es factible la pacificación de la sociedad y el desencadenamiento de una tragedia como la del genocidio y los campos de concentración.

 

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