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C. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio. IV.

La civilización del comportamiento. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio.

La civilización del comportamiento. Urbanidad y buenas maneras en España desde la Baja Edad Media hasta nuestros días
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Enfoques relacionales-procesuales como el derivado del concepto de configuración también pueden encontrarse en Goffman o en corrientes psicológicas como la Gestalt. Es más, no es difícil observar paralelismos entre el énfasis eliasiano en las redes de interdependencia y el de los propios teóricos de Redes. Debido a eso, no resulta adecuada la visión eliasiana del concepto de configuración como representante de una posición absolutamente original con relación a otras teorías sociológicas. Más ajustado es señalar las afinidades que presenta la noción de configuración con otros enfoques sociológicos y ahondar en la potencialidad explicativa de tal noción como síntesis de perspectivas sociológicas dispares (Nota: Véanse las siguientes palabras de Van Krieken (1998:76) al respecto: "Ciertamente deberíamos rechazar el retrato que Elias hace de sí mismo como representante único y solitario de un conjunto específico de ideas así como su explícita negativa a reconocer vínculos con otros teóricos sociales. El trabajo de Elias se revela en la actualidad más notable una vez que dejamos de lado su autodefinición como un 'vaquero' solitario y observamos los paralelismos con otros autores radicando aquí su fuerza, en una compleja síntesis de tradiciones sociológicas dispares"). El concepto de configuración convive junto a conceptos afines promovidos por otras corrientes sociológicas por lo que su novedad no es tan radical como supone el propio Elias.

Tampoco es completo el concepto de configuración. Y no lo es puesto que margina en su tratamiento la dimensión subjetiva de los asuntos humanos; dimensión que Elias no desarrolla suficientemente (Rojek, 1986:584-5). Para el autor, los elementos que interrelacionan a los individuos en una configuración son las vinculaciones afectivas, vinculaciones económico-profesionales y vinculaciones estatales. Las vinculaciones afectivas son vagamente definidas como inclinación fundamental de la persona hacia los demás; como necesidad emocional profunda que siente una persona de establecer relaciones con otros miembros de su especie (Elias, 1999:164). Las vinculaciones estatales y económico-profesionales no acusan semejante vaguedad. Las primeras aluden a la unión de hombres para la defensa colectiva de su vida. Tienen una función defensiva a la par que ofensiva: actúan como repulsoras y promotoras de ataque frente a otros grupos por los motivos que fuere (Elias, 1999:167). Las segundas se refieren a los fenómenos de interdependencia que tienen lugar a la luz de la división del trabajo y la especialización funcional que ésta conlleva (Elias, 1999:170).

Si las vinculaciones económico-profesionales y las vinculaciones estatales gozan de un desarrollo que deja meridianamente claro su contenido, no sucede lo mismo con las vinculaciones de tipo afectivo. Elias no aclara cómo dichas vinculaciones afectivas incitan o empujan a actuar al actor social. Resuelve de manera apresurada esta cuestión sin tocar, dentro del apartado de las vinculaciones afectivas, la intersubjetividad, los estados de conciencia, los deseos o las emociones; aspectos todos imprescindibles si lo que se desea es estudiar aquello que interrelaciona a los individuos en una configuración. La configuración eliasiana ensombrece los deseos y motivaciones del actor para subsumirlos en las posibilidades de maniobra que brinda la configuración de la que forma parte.

Elias también comete errores epistemológicos-ontológicos en su formulación del concepto de configuración (Elias, 1986:373); concretamente en la analogía que establece entre este concepto y el baile (Elias, 1978:45). Para Elias, un baile y una configuración no poseen existencia independiente respecto a sus integrantes; esto es, los bailarines individuales:

"Ciertamente, se puede hablar de un baile en general, pero nadie se imaginará un baile como una construcción al margen de los individuos o como mera abstracción. Por supuesto, distintos individuos pueden realizar la misma composición de baile, pero sin una pluralidad de individuos compenetrados e interdependientes, no cabe hablar de baile. Como cualquier otra composición [configuración] social, la composición de baile es relativamente independiente de los individuos concretos que la constituyen aquí y ahora, pero no es independiente de todos los individuos. Sería un disparate asegurar que los bailes son entes imaginarios que pueden abstraerse en función de observaciones de individuos aislados considerados en sí mismos. Lo mismo cabe decir de las demás composiciones [configuraciones]". (Elias, 1987:45; énfasis mío).

Aquí radica el problema porque puede hablarse de un baile de dos maneras: a) como fenómeno integrado por una pluralidad de individuos recíprocamente orientados entre sí y b) como un constructo mental formado a través de la dimensión simbólica del lenguaje y así, relativamente independiente con relación a individuos y grupos. Un baile puede existir como actividad social y como idea o constructo mental. Como constructo mental, atesora un tipo de existencia "ideacional" de tal manera que, aunque el baile sea originariamente producido por individuos, le permite un punto de autonomía al seguir 'existiendo', como idea o constructo mental, más allá de las actividades sociales en las que se encuentra rutinariamente implicado (Nota: Elias también establece analogías entre el concepto de configuración y el de juego [Cfr. Elias (1999:156-158)]. Siguiendo con la lógica argumentativa empleada en la analogía configuración-baile, ésta puede extenderse al ámbito del juego.

El fútbol, como juego y configuración de jugadores orientados entre sí, tiene existencia incluso para aquellos que nunca lo han jugado, nunca se han interesado en él o no lo juegan habitualmente formando parte de una configuración de jugadores. Layder (1986:374) se refiere en este mismo sentido al juego del bridge: "Además, hay otro sentido en el que bailes o juegos existen en un modo 'ideacional' fuera de las configuraciones de individuos y que guarda relación con las personas que no se encuentran rutinariamente implicadas en determinadas actividades. De esta manera, un juego como el bridge existe incluso para aquellas personas que no lo juegan, o no lo han jugado nunca o ni siquiera se hallan interesadas en él"). Por tanto, en contra de Elias, lo que se afirma es la posibilidad de 'existencia', al margen de la configuración formada por individuos, de constructos mentales, percepciones intersubjetivas y estados de conciencia integrantes del aparato simbólico-cultural de una sociedad. La no consideración de este nivel de existencia "ideacional" por parte de Elias le conduce a no desarrollar e incluir con claridad la intersubjetividad, los estados de conciencia, los deseos y las emociones en su modelo de configuración. Como ya he apuntado, tales elementos 'existen' con o sin configuraciones formando parte del entramado simbólico-cultural de las sociedades; tienen existencia relativamente autónoma respecto a la configuración y sus integrantes.

El concepto de configuración encuentra su más completa ejemplificación empírica en La sociedad cortesana si bien su concreción teórica, como digo, presenta aspectos no resueltos. En La sociedad cortesana, Elias reconstruye el complejo entramado de relaciones habidas en la corte del monarca francés Luis XIV entre el propio rey y los nobles; un entramado que ofrecía a sus integrantes distintas oportunidades de poder y que se re-equilibraba dinámicamente manteniendo las tensiones entre el soberano, la nobleza y la burguesía ascendente (Nota: Véase Elias (1982). Esta investigación incluye en su parte empírica un análisis del código social de comportamiento propio de la corte: el código de la prudencia). Esta ejemplificación empírica, apuntada en El proceso de la civilización y mejor estructurada en La sociedad cortesana, es desarrollada cronológicamente antes de concretarla teóricamente en su obra Sociología fundamental (Nota: Los años de publicación de El proceso de la civilización, La sociedad cortesana y Sociología fundamental son, respectivamente, 1939,1969 y 1970. Sin embargo, La sociedad cortesana fue escrita mucho tiempo antes que El proceso de la civilización aunque publicada mucho después. En concreto, constituye su tesis de habilitación como profesor universitario y fue defendida en 1933. Esto acentúa aún más este 'desajuste cronológico' en la articulación eliasiana entre empiria y teoría).

Elias se enfrenta a la dificultad de formalizar a posteriori una intuición teórica que cuenta a priori con una constatación empírica; una intuición teórica que empíricamente prueba de manera convincente pero que no logra sistematizar adecuadamente en el nivel de la teoría (Nota: Hugues (1998:140) advierte sobre el tránsito continuo y recíproco que existe en la obra de Elias entre teoría y empiria derivándose de ese tránsito la dificultad de construir teorías a partir de su trabajo empírico). Cuando tiene que hacerlo -conceptualizar la noción de configuración- recurre a metáforas como la de la danza o los juegos y a ejemplos concretos como los de los habitantes de un pueblo, el profesor en clase con los alumnos, el médico y sus pacientes, los clientes de un café o los niños jugando en un parque (Elias, 1999:158). Metáforas y ejemplos son útiles puesto que facilitan una comprensión 'intuitiva' de cualquier concepto a la espera de una correcta sistematización y conceptualización. No obstante, entiendo que una correcta sistematización y conceptualización no debe quedarse en este nivel 'intuitivo'. Metáforas y ejemplos son concreciones que han de contar, paralelamente, con una adecuada formulación conceptual. Por eso puede decirse que Elias, con su noción de configuración, sugiere antes que conceptualiza (Nota: Cfr. Ramos (1994:39, nota 35) para una interpretación convergente).

 

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