
Carta de un aprendiz de sastre contando las ventajas del oficio.
Carta de un aprendiz de sastre ponderando las ventajas del oficio y los beneficios que le proporciona.
Carta de un aprendiz de sastre contando las ventajas del oficio.
Sr. José N.
San Juan.
Albuera 15 de enero de 185..
¡Alabado sea Dios! ya tengo oficio mi querido Pepe.
No creas que pueda envanecer,e de haber escogido una carrera muy brillante; pero en cambio es bastante lucrativa y me proporciona unos momentos más divertidos que no el maldito azadón y el arado, a quienes no he podido olvidar, mas bien por lo fastidiado que me tenían que por la buena voluntad que les profesaba. Ea! eal ya tengo oficio, viva la tijera! muera la agricultura! muera!!! No temas que mi entusiasmo degenere en locura, es efecto de la reflexión y me lo han inspirado las infinitas ventajas que en el arte cisorio reconozco sobre las impertinencias y sufrimientos que producen las labores del campo. O eres un bolo, mi estimado Pepe, o deberás convenir conmigo en cuanto te acabo de indicar.
Lo cierto es que tengo una vida de papatachi aunque me hallo en el primer escalón de mi nuevo oficio y te aseguro formalmente que tan contento estoy de mi suerte, que muy de mala gana recibiré los ascensos de mancebo; porque mi situación bien explotada puede labrar la felicidad y desarrollar el buen humor y la riqueza de un joven de mi edad; escucha rni dietario: Después de un profundo sueño, me dispierta la impertinente voz de mi buen amo, y a manera de trampolín, héteme ya en la calle armado con mis trofeos matutinales sin que peligre mi vida con el de aquellas armas, pues que consisten en una regadera y una escoba. Conozco que vas a burlarte de mí, pero he de decirte que es el mejor rato de mi vida; allí nos reunimos todos los compañeros de la vecindad, y nos damos unas bromas capaces de borrar la memoria de la desentonada voz de los amos que han interrumpido nuestro sueño. ¡Qué almuerzo! todavía me acuerdo que he vivido en el campo cuando se trata de llenar el buche.
Entre día se representan una porción de sainetes, cual los llamarías tú, súmamente graciosos y variados; si conservas la misma afición que en otro tiempo, vente por acá que no te faltarán modelos para estudiar una buena cosecha de papeles ¿no recuerdas que bien desempeñábamos el Payo de Centinela? no te figuras verme con la gorra de cuartel, el sable... iPobre de mí! he perdido el hilo, pero no el hilo que me sirve para embastar, no; no es este hilo; vamos, no lo encuentro. Otro día, s¡ viene a mis manos volverá a anudarlo tu invariable amigo.
Miguel E.
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